XI

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Yoongi dirigió su mirada a Jimin y notó que él tenía la suya fija al ver algo a través de la ventanilla del auto, el pelinegro frunció el ceño.

- ¿Qué pasa? – preguntó, logrando que el pequeño lo mirara.

- Nada…es eso que… - señaló a un niño desde el auto. – Ese niño no ha dejado de verte. – respondió confundido. 

El tatuado buscó con la mirada al niño.

- Espérame aquí. – le dijo a Jimin al encontrar al niño.

Yoongi bajó del auto y se dirigió hacia él lentamente, el pequeño seguía observándolo detenidamente.

- Em, hola, pequeño. – saludó al llegar junto a él, el niño sonrió.

- Hola, tú eres Min Yoongi, ¿cierto? – el pelinegro frunció el ceño y luego asintió.

- Y tú eres el niño que hoy fue a buscarme al entrenamiento, ¿verdad? – el pequeño asintió sonriente, estaba muy feliz, por fin lo había encontrado.

- Yoongi, yo soy Jihyun. Soy tu…

- ¡Jihyun! – una mujer llegó corriendo hacia el pequeño. – Lamento tanto la demora, amor. Problemas en el trabajo, no volverá a pasar. – abrazaba fuertemente a Jihyun.

El tatuado reconoció rápidamente a aquella mujer. No podía creer que la vida le jugara esa broma, había encontrado a la mujer en otras ocasiones, pero había sido fácil ignorarla, ya que se encontraban a cierta distancia. Pero ahora ella se encontraba frente a él.

- Tranquila, mami. Sólo fueron unos pocos minutos. – trató de relajar a su madre. – Además, Yoongi estaba conmigo.

- ¿Yoongi? ¿Tienes un amigo imaginario? – la mujer preguntó confundida y el niño comenzó a reír. - ¿De qué te ríes? - preguntó divertida.

Jihyun continuaba riendo mientras levantaba una de su pequeñas manos y señalaba con su dedo índice a Yoongi. El pelinegro palideció al ver que la mujer volteaba a verlo, pero aún así se mostró fuerte ante la situación.

- Buenos días, señora. No se preocupe, su hijo está bien. Yo debo irme, adiós Jihyun.

- ¡Adiós, Yoongi! – el pequeño le sonrió.

El pelinegro se volteó para caminar a su auto, pero la mujer se lo impidió, tomándolo del brazo.

- Yoongi… - susurró.

Él se soltó del agarré.

- No diga nada, sólo ignóreme como lo ha estado haciendo los últimos trece años. – se dirigió al auto y la mujer lo siguió.

- Yoongi, por favor, escúchame.

- Sólo, déjeme. – sus ojos se cristalizaron y rápidamente entró a su auto y encendió los motores, acelerando lo mayor posible.

El rubio se asustó por la velocidad en la que el vehículo andaba y miró al ojiverde.

- Yo-Yoongi, ¿estás bien?

- No hables. – dijo frío.

Jimin ajustó su cinturón de seguridad.

- ¿Po-Podrías bajar la velocidad?

- No, niño. – habló de igual forma.

El pelinegro no entendía por qué esa mujer lo había seguido, pero hizo bien en ignorarla. Ya bastante daño le había causado y no quería que eso continuara.

El pequeño dirigió su mirada al cielo desde la ventanilla del auto, percatándose que se estaba formando una tormenta.

- Yoongi, no creo que sea seguro estar fuera con este clima. - el tatuado lo ignoró. - ¿Por lo menos podrías dejarme en casa? – preguntó al ver que se dirigían a una ruta que él desconocía.

Brothers? --> YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora