XVIII

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Los días pasaron y Jimin aún no terminaba de comprender lo que había sucedido, la situación realmente se les había escapado de las manos a todos. Y comenzó a entenderlo cuando, de vuelta en clases, ni Rosé ni Namjoon le dirigían la mirada, además de que Taehyung intentaba acompañarlo cada vez que podía. Yoongi pasaba por él al finalizar las clases y estaban juntos el resto del día.

No querían dejarlo solo en ningún momento y Jimin realmente apreciaba que se preocuparan por él.

- ¿Cómo te fue hoy? - el pelinegro le preguntó una vez que estaban en el auto.

- Estuvo bien... - murmuró. - Tae se quedó conmigo la mayoría del tiempo. - sonrió.

- Me alegra que se lleven bien. - Yoongi dijo de manera sincera mientras volteaba a verlo durante unos segundos.

- Sí... - el rubio bajó la mirada a sus dedos. - Yo-Yoongi... - el tatuado respondió con un "mmh", dándole a entender que tenía su atención. - Yo... en serio les agradezco que sean así conmigo - comenzó a jugar con sus dedos. -, pero no quiero... - suspiró. - no quiero convertirme en una molestia para ustedes. - finalizó en un susurro.

Yoongi frunció el ceño al escucharlo y estacionó el auto, ya que habían llegado a la casa del menor. El pelinegro dirigió su vista a Jimin y, notando que el chico no iba a dejar su posición tímida, tomó sus manos, logrando que el rubio levantara la mirada hacia él.

- Jimin, no eres ninguna molestia. - dijo mirándolo detenidamente. - Ambos te protegemos porque sabemos que no mereces nada de lo que ha pasado, y no queremos verte sufrir. - aclaró viendo como Jimin asentía con sus ojos cristalizados.

- Gr-Gracias... - sonrió levemente.

Yoongi llevó su mano hacia la mejilla del rubio y dejó una suave caricia.

- No agradezcas, niño. - le dio una sonrisa de lado.

El tatuado vio como Jimin sonreía de una forma más cómoda y sintió un gran alivio recorrerlo. Estos últimos días Yoongi pudo ver claramente la manera en la que el rubio perdía su sonrisa, aquella que hacía que sus ojos desaparecieran por completo, dandole una imagen más tierna del chico. Y, temía no volver a verla otra vez, pero ahora podía notar como poco a poco Jimin volvía a recobrarla.

Yoongi sonrió ante sus pensamientos pero se sobresaltó al ver a Jimin abrir un poco la puerta del auto. Rápidamente tomó el brazo del menor, para detener su acción. El rubio volteó a verlo, confundido y el pelinegro habló.

- Jimin, tú... - comenzó, ante la mirada espectante de Jimin, pensando en qué debía decir, pero de pronto, suspiró y decidió no pensarlo más. - ¿Tienes algo que hacer ahora? - el rubio, aún confundido, negó con su cabeza, a lo que Yoongi sonrió.

Estiró su cuerpo, para alcanzar la puerta del auto con su mano, logrando que su rostro y el del menor quedasen a unos pocos centímetros de distancia. Sonrió más ampliamente al ver como las mejillas de Jimin se pintaban de un fuerte rojo.

- Voy a llevarte a un lugar que te encantará. - susurró aún en la cercanía, mientras cerraba la puerta finalmente. Regresó a su lugar y antes de ponerse en marcha le dio una última mirada a Jimin, quien seguía quieto como una piedra en el asiento, con sus mejillas calientes. Soltó una leve risa y se dignó a encender el motor.

(...)

Yoongi estuvo unos minutos conduciendo mientras que ambos compartían algunas palabras. El pelinegro estacionó el auto y se volteó para ver a Jimin con una leve sonrisa. Ambos bajaron del auto y Yoongi comenzó a dirigirlos a lo que parecía un callejón.

Jimin se tensó y comenzó a asustarse al ver hacia donde se dirigían, y Yoongi lo notó.

- Tranquilo. - le susurró mientras lo tomaba por la cintura, haciendolo avanzar unos pasos más. - Nada va a hacerte daño. - Jimin terminó por tranquilizarse, confiaba en Yoongi.

Brothers? --> YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora