Capítulo 1. El sobre

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Música de ambientación


Era noche de brujas. Detuve mis pasos en la hierba de la pequeña zona boscosa que cubría la calle contraria a la que no me decidía a cruzar aún y me quedé mirando el enorme edificio que se levantaba frente a mi, intimidándome. No quería hacer ruido, por alguna razón me daba la extraña sensación de estar siendo vigilado desde algún lugar alejado.

Por supuesto no eran más que tonterías, parte de la sugestión que implicaba ir a ese lugar precisamente en esa noche en particular. No comprendía la razón por la que mi amigo me hubiera citado en ese horrible lugar solo para entregarme el dinero de una apuesta que yo había ganado, me dijo que entendería todo cuando llegara y como yo deseaba poder comprarme ropa nueva y unos audífonos esa misma noche para ver películas de terror con buena calidad de audio, no tuve otro remedio que aceptar.

Tampoco comprendía por qué quería que nos viéramos exactamente en el piso siete, ese era un edificio abandonado y seguramente el ascensor no funcionaba, no tenía ganas de subir siete pisos pero ya estaba ahí, solo debía encontrar un poco más de valor y decidirme a entrar.

Corrían cientos y cientos de rumores con respecto a ese edificio. Muchos decían que había sido un hospital psiquiátrico abandonado, otros más que había sido una prisión. En fin, las mismas cosas de siempre que se ven en las películas, sin embargo, lo que me impedía decidirme de una vez por todas a cruzar la calle era la sensación paralizante que me provocaba solo de verlo.

Solté el aire contenido y, sin pensarlo dos veces, crucé la calle. Un auto que pasó a gran velocidad estuvo apunto de atropellarme, cerré los ojos y me encogí. Cuando los abrí de nuevo, noté que el conductor se había detenido a tiempo y su automóvil estaba a escasos centímetros de mi cuerpo.

-Imbécil- murmuré y le enseñé el dedo medio antes de terminar de atravesarme. Ver ese auto ahí me pareció algo sumamente extraño, nadie jamás pasaba por esa calle, pero de momento tenía cosas más importantes en qué ocuparme, como entrar en el edificio sin que nadie me viera, no quería que la policía creyera que iba a cometer algún tipo de vandalismo o algo semejante.

Miré mi celular, no tenía batería. Lo que faltaba, ahora no podría saber si Otabek ya había llegado al edificio y ya estaba en el séptimo piso, me provocaba escalofríos el solo pensar en estar ahí a solas durante mucho tiempo, pero había llegado el momento y no podía prolongarlo más.

Crucé la puerta de entrada que estaba asegurada con cinta amarilla con mucho cuidado, levantándola apenas lo suficiente para que yo pudiera entrar sin romperla. El edificio había sido clausurado, de acuerdo con los informes que había leído en internet, debido a la falta de higiene y a la gran cantidad de accidentes reportados. Estaba seguro de que eso del hospital psiquiátrico era mentira, solo era un edificio lleno de oficinas y bodegas.

Alumbré con una lámpara el enorme y ancho pasillo hasta que vi los elevadores y las escaleras a un lado. Estaba a punto de subir por ellas cuando de pronto pareció como si la luz hubiera vuelto en un instante y en ese preciso momento el elevador sonó y se abrieron las puertas. No pude negar que casi me desmayo del susto, solo hasta entonces noté lo sugestionado que me encontraba y sacudí la cabeza, debía tratarse de una estúpida falla en el sistema eléctrico, aunque me sorprendía que hubiera electricidad en ese horrible lugar si lo habían clausurado hacía ya varios meses.

Dudé en entrar al elevador, temía que se fuera la luz de nuevo mientras yo estaba subiendo y quedarme ahí sin nadie que pudiera sacarme, pero supuse que en el tiempo que tomaría subir hasta el séptimo piso no iba a suceder algo así, de modo que decidí tomarlo.

Tu sangre en mis venasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora