Capítulo 6. La caja de música

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Bueno ya saben que de preferencia deben leerlo en la noche. Me permito añadir un soundtrack en dos partes específicas del fic para que puedan ambientarse un poco más. Si pueden escucharlo con audífonos es mucho mejor.

Espero puedan disfrutar de este capítulo.

Desperté a solas, Víctor no estaba conmigo en la recámara. Me estiré un poco y miré a mi alrededor; no sabía si era mi impresión pero todo parecía distinto a la noche anterior. Como si ese lugar llevara mucho tiempo sin ser habitado, incluso había un poco de polvo sobre las cosas. Me senté sobre la cama y vi al gato negro salir de detrás de un mueble.

–No eres el mismo que encontré en mi casa, ¿cierto?–

Me miró y salió huyendo de la recámara. Unos momentos después, Víctor entró, se veía un poco más pálido, pero me sonrió como lo hacía siempre.

–Hola Yuri, feliz cumpleaños–

–¿Disculpa? Hoy no es mi cumpleaños–

–Tal vez no como tal, pero hoy comienzas una etapa distinta, gatito–

–¿Qué quieres decir, Vitya?–

–Tú solo sopla– llevaba escondido un pastel detrás de su espalda, con una vela roja en el centro

Sonreí y soplé la vela. En cuanto lo hice escuché un profundo grito aterrador que parecía venir de afuera.

–Víctor... ¿qué fue eso?–

–Tranquilo, Yuri, seguramente es algo sin importancia–

Asentí sin mucho convencimiento y me incorporé. Víctor me tomó de la mano y me condujo hasta una recámara dispuesta como un consultorio. Yo aún no llevaba ropa, solo una bata que él me dio en cuanto entramos.

–Necesito que te recuestes– me dijo y obedecí –tal vez esto te duela un poco, pero es necesario–

–¿De qué hablas?–

–Tú solo relájate gatito–

Cerré los ojos y fruncí el ceño en cuanto sentí que Víctor tomaba mi entrepierna en su boca y comenzaba a chupar, igual que lo había hecho cuando fui a consulta con mi abuelo. Comencé a gemir suavemente y me aferré al angosto sofá donde estaba recostado, mientras él seguía con lo suyo. Me encontraba disfrutando hasta que, sin previo aviso, mi cuerpo tuvo un orgasmo muy extraño, que llegó sin ninguna señal y me provocó que el corazón se me paralizara un segundo y luego comenzara a dolerme el pecho de una manera terrible y cada parte de mi cuerpo también. Intenté gritar, pero no pude, la parte del tatuaje blanco me ardía como si estuvieran quemándome y solo pude permanecer inmóvil, jadeando por el dolor y temblando por el miedo.

Unos minutos después desperté en la sala de la casa de Víctor, cubierto con una sábana y la ropa puesta. Me senté en el sofá y lo busqué con la mirada. No estaba por ningún lado.

–¿Vitya?– lo llamé pero no obtuve respuesta –¡Víctor!–

Me puse de pie y sentí que mi cuerpo estaba a punto de desvanecerse, de modo que me sostuve del sofá y en ese momento mi teléfono comenzó a sonar. El sonido me asustó, así que atendí inmediatamente.

–¡Yuratchka!, ¿en dónde diablos te metiste?– era mi abuelo, sonaba furioso

–Abuelo... estoy en casa de Víctor, ¿no lo recuerdas?, él te pidió permiso para que me quedara a dormir–

–¡Eso fue hace dos días!, ¿dónde te has estado metiendo?–

Fruncí el ceño y miré la fecha en el celular. Mi abuelo tenía razón, habían pasado dos días desde que me había quedado con Víctor, ¿qué estaba sucediendo?.

Tu sangre en mis venasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora