Capítulo 3

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Sentí el repicar de la puerta a culpa de los nudillos chocando contra la hueca madera.

No dije nada, era su habitación, podían pasar cuando quisieran. Interpretando mi silencio las tres pasaron con una sonrisita preocupada y en las manos de Juls pude ver una bolsa llena de chucherías.

– ¿Ahora sí podemos hablar? No entiendo tus cambios de ánimo tan repentinos.

Sabrina se sentó al borde de mi cama ofreciendo su mano. Dejé mi teléfono y los audífonos de un lado y me senté como india con la cobija sobre las piernas. Le tomé la mano, no estaba preparada para hablar, pero su compañía era suficiente.

–Fui a buscarte... yo vi todo... si te preguntabas. –Alissa se recostó de la litera opuesta.

Respiré profundo, ellas ya sabían, desde ayer, desde que llegué y mencionaron su nombre, pero era un trago amargo tener que decirlo a los cuatro vientos, mi orgullo se rompía a pedacitos cada vez que yo misma tenía que admitirlo.

–Te dolió.

–Te duele. –Corrigió Julianna a Sabrina.

Elevé una ceja y luego dejé caer la máscara. Asentí evadiendo la mirada, me sentía débil, estúpida y como una niña llorando frente a millones de adultos luego de caerse.

–Puedes decirlo, a ver, no te vamos a juzgar. ¿Qué clase de monstruos seríamos si lo hacemos?

Apreté la mano de Sabrina, era difícil decirlo, ya era difícil admitirlo en mi propia mente ¿Qué será con ellas? Ya muy idiota me sentía con el hecho de que me tuviera por el piso ¿Qué los otros lo supieran? Imposible. He de admitir que él también debía de saberlo, me conocía, hui de él prácticamente, dos más dos eran cuatro.

La pared de mi orgullo se fue derrumbando cada vez más rápido, sentía el escozor de mis ojos llenándose de lágrimas, la agitación de mi ritmo cardíaco y como mis respiraciones se hacían cada vez más cortas. A pedacitos iba cayendo, él hacía que se fracturara y era mi deber mantenerlo, pero con ellas tres mirándome como un perrito abandonado era imposible mantenerla, mis brazos se habían cansado y no había ningún soporte.

Sabrina también la apretó. Contuve la respiración tres veces, en períodos de diez segundos para calmarme, un truco que me había enseñado mi madre de pequeña para cuando quisiera llorar en calle por algún regaño y tuviera que contenerme a hacerlo.

–No sé ni que decir. –Empecé conteniendo la respiración nuevamente. –Es... extraño, pensaba que ya no me afectaba...

–Y te afectará.

Miré a Alissa dándole a entender que eso no me ayudaba.

–Te estoy diciendo la verdad, una relación de tres años no se oculta fácilmente. Más de ustedes, casi qué primer amor, primer novio, primer todo, eran inseparables. –Se acercó a mi cama y se encogió de hombros. –Me sorprendería más que no te doliera.

–No ayudas...

–Acéptalo, es el primer paso, no te ocultes, ¿Dolió? Sí, ¿Dejará de doler? También, es todo lo que tienes que saber.

–Ve a clases de fotografía, tampoco es bueno que te encierres en un lugar. –Julianna me pasó las chucherías. –Y come algo, para algo uno se deprime, para engordar.

Las tomé y no dudé en un minuto que tenía a las mejores amigas del mundo.

En la tarde mis ganas de salir y encontrarme con las personas seguía siendo nula, ¿Y si me lo encontraba por allí otra vez? No quería pasar el trago amargo de nuevo.

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⏰ Última actualización: Jan 02, 2018 ⏰

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