Carolina Kopelioff una muchacha de 18 años, humilde, de buen corazón. Ella decide trabajar en una casa de ricos, la casa de los "Bernasconi". Una familia que se deja llevar por la avaricia, las apariencias y la ambición.
Jamás pensó que trabajar en...
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#77 En Fanfic.
Gracias a ustedes nuevamente 🌚🍃
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¿Qué rayos estaba haciendo Agustín ahí?
Él se bajó de auto y caminó directamente hacía ella.
—¿Qué haces acá? —le preguntó Carolina a Agustín, cuanto éste se encontró al frente de ella.
—Necesitaba verte —Esas simples palabras le parecieron tan tiernas que sintió desvanecerse delante de él.
—¿Cómo para qué o qué? —preguntó eela tratando de mostrar desinterés.
—¿Por qué? —Agustín se detuvó a pensar en su respuesta —Porque ya no sé que hacer.
—¿Hacer con que Agustín? —Toda está situación la estaba poniendo tensa —No estoy entendiendo absolutamente nada.
—Es que no hay absolutamente nada que entender —Se acercó a ella quedando a pocos centímetros de su rostro; sus respiraciones se mezclaban —Es fácil de entender —Tomó el rostro de ella entre sus manos —¿Qué hago con lo que siento por vos Carolina?
¿Lo que siente por ella?, ¿Se estaba declarando? ¡Dios! Si era así no sabría qué hacer, la situación era demasiado tensa y los nervios brotaban por sus poros.
—¿Lo que sientes por mi? —preguntó Carolina, aún sin poder creer en lo que había dicho Agustín con anterioridad.
—Si, lo que siento por vos, vos... —La acerco a sus labios, rozándolos —Vos me vuelves loco Carolina —En ese momento acortó toda la distancia que lo separaban de sus labios, los cuales se unieron en un beso muy distinto a los anteriores. Éste era mucho más intenso, con sentimientos de por medio.
Por fin Agustín estaba declarando su amor a ella, sin temor a nada ni a nadie. Superando obstáculos. Y solo ella lo ayudo a hacerlo, ella le enseño a superar todo, a dejar todo atrás y seguir con su vida normalmente. Prometió nunca más enamorarse, pero ¿Para qué están las promesas?, para romperse ¿no? Bueno, en ocasiones.
—Agustín... —susurró ella en cuanto estuvo un poco alejada de los adictivos labios de él.
—Dime que también sientes lo mismo —besó cortamente sus labios —Dime que me queres como yo te quiero a vos Carolina.
— Agustín —Esta era su oportunidad, no podía desaprovecharla —Yo también siento lo mismo, también te quiero como vos me quieres a mi.
¿Y ahora qué pasaría entre ellos?, su amor se notaba a kilómetros de distancia y habían dado ya el primer paso a la felicidad, estar juntos era lo que deseaban los dos.
—Sos la mujer perfecta —Agustín la abrazó susurrándole en el oído —Sos la que yo estaba esperando todo este tiempo, la que me enseñó millones de cosas para luchar con lo que verdaderamente quiero, Carolina sos vos la que yo estaba esperando —besó su frente y luego la junto con la de el —Prométeme que no me vas a fallar.
—Te prometo que no te voy a fallar Agustín —besó cortamente sus labios y lo abrazó, necesitaba sentirlo cerca, necesitaba besarlo y decirle mil veces lo mucho que lo quería, que trataría de hacer lo mejor para que el no sufriera más de lo que ya sufrió. Si ella pudiera, le bajaría la luna y se la regalaría para que así pueda ser feliz.
—Pensé que salir con Madison sería una buena idea —Agustín le hablaba en el oído —Pero solo sirvió para darme cuenta de que en verdad necesito de vos, vos sos la única que me hace sentir querido, me hace sentir vivo, vos tenes la medicina perfecta para mi dolor.
Ahora Carolina sentía morirse en los brazos de él, hablándole al oído, soñó tanto con este momento y por fin estaba pasando, tenía ganas de llorar. Sus ojos se aguaron y dejaron escapar un par de lágrimas.
—Gracias —susurró con la voz entre cortada.
—¿Por qué? —preguntó Agustín, y la tomo nuevamente de las mejillas —No llores, estoy aquí contigo -—Limpió las lágrimas que habían caído de los bellos ojos de Carolina.
—-Porque llegar mi vida —besó la mejilla de éste.
—Gracias a vos por llegar a mi vida.
—¿No quieres entrar? —preguntó ella mientras lo miraba fijamente a los ojos.
—Pero están tus papás y no quiero incomodar a nadie.
—No vas a incomodar a nadie, a estas horas solo debe estar despierta mi mamá.
—Está bien —accedió.
Pasó sus manos con las manos de Carolina entrelazando sus dedos, para ahora caminar hacía la casa, ella solo le sonrió sonrojada
—Por cierto te ves hermosa con ese vestido. —mencionó Agustín antes de besarle su mejilla.
—Gracias —sonrió, esa sonrisa que por esta noche quizás nadie se la sacaría del rostro.
