Capítulo 1: Nueva asistente

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   Alessandro salió muy enfadado de la oficina del Director, el ser el Presidente Estudiantil no le quitaba el derecho de odiar con la misma intensidad que cualquier alumno al viejo gruñón.

—¿Que necesito ayuda? ¡Ja! El que la necesita es otro —susurró molesto a nadie en particular.

 A pesar de haberlo felicitado por el excelente trabajo que hizo el año anterior, el Sr. Lee insistió en que debía tener una asistente con la excusa de que así podría encargarle a ella las tareas que él no quisiera realizar.

Siguió caminando por el pasillo y trató de calmar sus nervios, la pequeña reunión tardó un poco más de lo planeado, así que perdió dos clases y al ser ya la hora del almuerzo prefirió ir a la biblioteca a leer los documentos que el director le había dado, no eran nada más que archivos de algunas alumnas que destacaban y tenía que elegir a una para el puesto. Porque claro, aparte de darle trabajos tontos también se vería obligado a llevarla a los bailes que él mismo organizaba y como no quería asistir acompañado de una chica no atractiva, eligió a una que guardara las apariencias.

Con la susodicha en mente se dirigió a paso seguro a la cafetería para comer algo.

—¿Está ocupado? —preguntó firmemente a la persona de la única mesa disponible que encontró. 

La chica levantó la vista del libro que estaba leyendo y Alessandro quedó sorprendido. 

A pesar de haber elegido a su nueva asistente, hubo algo en esos ojos azules que lo hizo replantearse la idea sobre su elección.

—¿Cómo te llamas? —las palabras salieron de su boca sin siquiera pensarlo.

La dueña de la cabellera castaña frunció el ceño y rodó los ojos: —¿Y eso a ti qué te importa? —.Dicho esto se levantó muy enfadada de la silla, saliendo de la cafetería a paso rápido. 

Alessandro se quedó inmóvil. ¿Acaso esa chica acababa de ignorarlo? Porque nunca nadie lo había hecho. Por dios, él era un Conti, nadie se atrevía a barrerlos de tal forma... A menos que... No, eso era imposible, si hubiera una Bianchi en el Instituto él lo sabría. Era el Presidente Estudiantil, estaba obligado a saberlo todo. 

Rápidamente tomó asiento en la mesa y buscó entre todos los fólders que el Director Lee le había dado, hojeó todos y cada uno de los documentos, hasta que lo encontró: Bianchi, Caterina. Alumna de nuevo ingreso, 17 años. 

Revisó su horario, clases extra-escolares, calificaciones... Vaya, leyó a consciencia su expediente. 

Con una sonrisa de oreja a oreja decidió darle una visita al Director, le alegrará saber que su nueva asistente estaba más que seleccionada. 

* * *

Salió disparada de la cafetería, ese maldito chico de ojos oscuros la sacó de quicio, no por haber preguntado su nombre, sino por el simple hecho de haberle dirigido la palabra cuando estaba de malas, cuando alguien hacía eso no podía evitar ser grosera y cortante. Y precisamente llegó él a joderle la existencia.

Caminó aprisa y sólo se detuvo hasta llegar a una banca en el jardín, se sentó y trató de relajarse. Guardó el libro en su mochila negra, se la colgó a la espalda y se dirigió a su próxima clase con un humor de perros. ¿Y gracias a quién? A su padre. 

Caterina no tenía una familia muy... estable como pensaba la prensa. Desde la separación de sus padres se veía obligada a dividir su vida y su tiempo para que todos se mantuvieran presentes, pero simplemente estaba harta. Fernando Bianchi la quería, de eso podía estar segura... Al menos eso aún no había cambiado, así como tampoco había cambiado que le cancelara las citas de un momento a otro. Tuvo que decirle a su madre que no iría por Luca —su hermano pequeño— a la guardería, ¿y para qué? Para poder ir a comer con su papá. 

El Arte de la Seducción.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora