PROLOGUE

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"Atención.

Se solicita atención a cada ciudadano de nuestro país, para la siguiente información del gobierno.
Durante las siguientes doce horas, cualquier tipo de delito será permitido. Entre ellos, robar, violar y asesinar, serán totalmente autorizados en cada ciudad del país.
Los servicios médicos, policiales y gubernamentales no se harán responsables por ningún tipo de acción que se cometa durante este tiempo.

A las 7:00 de la mañana se dará por concluida esta décima purga anual.

Que Dios esté con ustedes"

Siete chicos se sonríen entre ellos al escuchar finalmente el anuncio que tanto habían estado esperando. Cada uno de ellos ven con ojos brillantes el televisor, sintiéndose excitados al esperar las siete de la noche, para comenzar a cumplir sus fantasías más morbosas.
Las manecillas del reloj se mueve con una lentitud tortuosa, mientras todos acarician sus respectivas armas. Tres están en el gran sillón afilando un par de cuchillo, mientras que uno más alejado apaga y prende el lindo encendedor color flúor.
Dos más se hayan cargando sus pistolas, llenando sus bolsillos y bolsos de municiones, en caso de que lo requieran.

Tic, toc, tic, toc.

Diez segundos más.

Tic, toc, tic, toc.

Ya es hora.

El reloj anuncia las siete en punto y todos se levantan de un salto. Sus sonrisas no pueden ocultar lo que sienten, riendo entre ellos y bromeando sobre quién ganará esta vez. Uno a uno van recogiendo sus implementos, para finalmente tomar sus características máscaras y salir a probar suerte.

Juguemos en el bosque, mientras el lobo no está...– Canta tétricamente el más bajo del grupo, dando saltos hasta la puerta haciendo girar en su mano un machete. – ¿El lobo está?

Varios ríen ante la infantil canción, mientras que otros ya han salido totalmente del apartamento y no se detienen a esperar a sus colegas.

— Intenten llegar vivos. – Suelta uno de los altos, con las manos temblorosas. Era su primera vez en la purga y sabía que los demás no eran primerizos en ello.

— Más bien, intenta que no te maten. – Se burla el más pálido, volviendo a ver la llama de su encendedor embelesado.

Todos se detienen un paso antes de salir del límite que los une, siendo esta la gran avenida en completa oscuridad a la par que los gritos y disparos anuncian el inicio de tan esperado evento.

— Si los encuentro les cortaré los dedos. – Sonríe uno, pasando sus cuchillas por el cinturón en su cadera y les regala una oscura mirada. – Así que no se topen conmigo.

— Ya quisieras. – Le besa el menor del grupo, separándose poco después con una siniestra mirada. – Sabes lo que te haré si encuentro yo. – Susurra para el chico que abraza, viendo cómo este asiente fascinado y vuelve a devorarle la boca.

— Bien, llegó la hora. – Anuncia el moreno, lanzando un disparo al aire que todos ven con diversión y se preparan para disfrutar de esa fría e inolvidable noche. — Que empiece la diversión, perras.









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Hola impulso de idiotez.

12 hours | BANGTANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora