11:00pm

5.5K 896 536
                                    

En un ágil movimiento truena el cuello de la mujer que había intentado matarlo. Una sonrisa se asoma en su rostro cuando siente el cuerpo inerte entre sus brazos, soltándolo para que este cayese de forma brusca contra el suelo de cerámica.

Había entrado a una pequeña tienda de ropa, sólo para ver si encontraba algo de municiones para su preciosa arma. Aunque era bastante poco probable que sucediera.
Una joven mujer, de unos treinta años se le había acercado corriendo hacia él, aparentando estar desamparada y muy asustada en aquella extrafalaria noche. Al principio solo se dedicó a escuchar como esta soltaba fingidos sollozos, empeorando cada vez más el oscuro maquillaje que llevaba.

Su arma lamentablemente ya no tenía más balas y odiaba tener que admitir que Hoseok tenía razón. Debería haber llevado una mochila o algo por el estilo con más cosas. Ir de aquí allá, solo con un arma y a manos desnudas, definitivamente no había sido una buena idea.

Su Glock 17 se encontraba escondida en su pantalón bajo la gran sudadera negra, dos tallas más grandes, y no tenía nada más con que defenderse que sus propias manos. No sería la primera vez que se quedaba sin municiones y tenía que recorrer a medidas desesperadas, cuando algún loco se le tirara encima. Cómo había sucedido.

La estúpida mujer lo había entretenido por algunos diez minutos, hasta que repentinamente –y por fin- había demostrado su verdadera naturaleza, tirándose directamente a su cuello gritando al aire un par de tonterías que se tomó la molestia de ignorar.

Para sorpresa de Jungkook, la mujer tenía bastante fuerza pese a su diminuta apariencia. Cosa que descubrió cuando un fuerte puñetazo lo golpeó de lleno en el pómulo izquierdo, notando un leve crujir. Sólo le bastó tomarla del cabello, para lograr inmovilizarla un momento y poder colocarse por detrás, y terminar en un solo movimiento con su vida. Si se hubiera tratado de alguno de los violadores que andaban sueltos, no hubiera dudado ni un solo Segundo en hacerle un sinfín de asquerosidades a esa extraña fémina. Sin embargo, él tenía otro tipo de preferencias.

Ve el cuerpo inerte a sus pies, cuando un pequeño destelló por debajo de la bota de esta le llama la atención. Se agacha para rozar con los dedos que es aquello que portaba la mujer, sacando un largo cuchillo completamente manchado de sangre. En su mente ríe de todos los posibles engaños que había llevado a cabo, creyendo firmemente que todas las victimas de esa loca eran nada más ni nada menos que necesitados hombres.

Gira el arma blanca con agilidad entre sus manos, asintiendo para sí mismo y pensando en qué tal vez se le serviría bastante andar con ella, hasta encontrar finalmente algunas balas.

Un crujido le hace voltear el rostro, sintiendo instantáneamente un ardor en su mejilla ya golpeada.

Lo que le faltaba.

Se lleva la mano al rostro, notando como la sangre baja hasta su barbilla y cae en gotitas al suelo.

— ¡¿Era necesario?! – Grita al aire agachándose junto al cadáver, para tener un poco de tiempo para ver una salida de escape.

Escucha un grave risotada a unos cinco metros, descubriendo la ubicación de su atacante. Tenía dos opciones en ese momento. Ir y enfrentarlo, o simplemente huir por la puerta que tenía a su espalda.

Pero...¿no había salido para divertirse?

Sus dientes se asoman en una amplia sonrisa que no se molesta en ocultar, comenzando a caminar agachado hasta el mueble que tiene a un lado. Escucha pisadas y algo metálico haciendo choque. Sus sentidos están más despiertos que nunca, agradeciendo haber tomado aquellas coloridas pastillas que su hyung le había ofrecido.

12 hours | BANGTANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora