03:00am

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Mira a través del lente que posee su hermosa Dragunov, buscando a distancia su escurridizo objetivo. Sonríe cuando este aparece por su campo visual, enredando sus dedos en el gatillo del arma, disparando un segundo después para darle de lleno en el cráneo. Se escucha cuando el cuerpo cae sin vida a la acera y festeja mentalmente su víctima número treinta.

Se ha pasado al menos unas dos horas cambiando de edificio para ir disparando a quien se cruzara por su territorio. Ya había saqueado las suficientes tiendas como para haber llenado los dos bolsos negros a su lado, teniendo una cantidad de dinero bastante grande para no tener que volver a trabajar en un buen tiempo a esa aburrida oficina. Ah, también había matado a su jefe. Había sido como pan comido, aunque realmente le sorprendió la cantidad de empleados que también habían acudido hasta las periferias de la ciudad solamente para darle su merecido. Después de todo, no era muy buen jefe que digamos.

El teléfono en su bolsillo comienza a vibrar, distrayéndose unos segundos de su peculiar juego. Saca el aparato para ver un nombre más que conocido en la pantalla, llevándoselo al oído para poder continuar disparando a todo aquel que se atraviese por su mirada. Al fin y al cabo, ya había cumplido con su parte aquella noche.

— ¿Dónde están? – Pregunta apoyando el aparato contra su hombro, para poder tomar el arma, volviendo a lanzar disparos a diestra y siniestra. Que hermosos melodía era escuchar los agonizantes gritos de sus víctimas.

La voz al otro lado le contesta algo rápidamente que no logra captar del todo, cuando un haz de luz lo toma por sorpresa. Logra girar en el momento preciso en que una explosión alcanza el lugar donde se encontraba. Se queja ante el golpe que se ha dado contra el suelo, viendo que su brazo está sangrando. Que puta mierda. No le había sucedido nada hasta ahora y tenía que terminar herido cuando faltaban solo unas pocas horas para terminar con todo.

Recoge el teléfono que aún sigue con la llamada en línea, bufando cuando toca que tan profundo ha sido el corte que se ha hecho.

— Me han disparado con una puta bazuca, mierda. – Maldice sosteniendo nuevamente el teléfono contra su hombro, estirando el brazo bueno para alcanzar su fúsil y con algo suerte, los dos bolsos para colocarse contra una pared buscando algo de protección. - ¡Deja de reírte, idiota! – Grita enfurecido, manteniéndose en alerta en caso de que la persona que le ha disparado decida volver a atacar.

Varias voces se escuchan a través del auricular, dándole diferentes órdenes que ignora. Mientras sus idiotas compañeros discuten en medio de la llamada, se voltea con sigilo buscando el trayecto de donde han disparado. Un leve brillo le hace observar por varios segundos el edifico que se encuentra a unos 700 metros a su derecha, el cual posee unos tres pisos y una pequeña terraza con varios puntos ciegos. Mierda. El maldito se la había pensado bien en colocarse en aquel lugar.

Coloca nuevamente su fúsil en posición, buscando observar mejor a su enemigo por la mira de este. Un hombre de grande contextura es lo que sus ojos ven, preparándose para volver a disparar en su dirección. Tira el teléfono sin miedo a que le pase algo, moviendo sus manos con rapidez sobre el arma para cargarla correctamente antes de que el hombre tenga lista la bazuca que carga en un hombro. Quita el seguro en el mismo momento en que ve que este se prepara. Es como si todo estuviera pasando a cámara lenta y cuando su dedo ya se encuentra en el gatillo, ambos disparan.

Un destello en el cielo ilumina por unos momentos la oscura calle, observando como el cuerpo del hombre cae en la terraza a la distancia.

— ¡SI! – Grita triunfal, saboreando la hermosa sensación del matar.

Unos ruidos le recuerdan que estaba hablando con sus colegas por teléfono a lo que busca el aparato con la mirada, viéndolo a un metro junto a una caja de cartón. Se levanta de su sitio confiado, demasiado soberbio como para notar el arma que está apuntando en su dirección.

Algo se clava en su cuello con fuerza, cayendo de rodillas al suelo buscando con desesperación lo que se ha incrustado en su piel, comenzando a ver todo borroso y sentir que el cuerpo le hormiguea.

— M-mierda.... – Logra susurrar con todo apagándose a su alrededor, viendo que su teléfono ser levantado por una extraña sombra que no logra reconocer.

Todo se ha comenzado a deformarse y siente que un gran manto oscuro le cubre la vista. Sin embargo, aun así puede escuchar esa áspera voz que le hela la sangre de golpe.

Están jodidos.

— Vengan por él. – Escucha antes de sucumbir ante el somnífero que le han inyectado y ya no logra saber nada de sí mismo.



Jiminnie ya no quiere jugar.
Mientras los demás esperan su oportunidad.
Las armas se han dejado atrás y las despedidas no tienen porque llegar.
Los seis que quedan una decisión deberán tomar.
Pobre Hoseok, ¿Dónde estará?
O más bien...
¿Quién lo tendrá?









+
Prepárense :)

Nila🌙

12 hours | BANGTANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora