Estuvieron entrenando todas las mañanas de esa semana. Caídas, golpes, heridas y varias bolas de energía por parte de ella. Incluso pasaron varias tardes en las que coincidieron en la cocina hablando. Nada de Batman, ni Teen Titans ni villanos. Solo ellos dos. Simplemente hablando de sus cosas o gustos. Hubo un punto en el que ambos se dieron cuenta que ahora estaban más unidos.
-¿Stephen King?
Damian se gira para encontrarse a una Rachel alegre tras el sofá.
La mira con una sonrisa y alza una ceja para después volver la mirada al libro.
-Sí.
"Siempre ese tono frío y cortante... "
Ese pensamiento dibaga por la mente de la bruja mientras se sienta junto a él y mantiene la mirada en el ventanal hasta que nota algo áspero por las heridas pasadas y cálido agarrando su mano.
Echa un vistazo rápido y ve sus manos entrelazadas tímidamente. Lo más extraño es que no la aparta. Ni él ni ella.
Damian sigue concentrado en el libro y ella intentando no sonrojarse.-Oye, ¿estás bien?
Durante varios días desde "el incidente de Stephen King", Rachel había estado más callada que de costumbre, y Damian siempre la veía haciendo muecas de dolor o temblando. Y por fin se había decidido en preguntarle en una de sus habituales meditaciones en el jardín. Donde fue la primera vez que hablaron.
-Sí - responde sin abrir los ojos.
No suena muy convincente...
-Por favor. No me mientas... - se toma el gusto de sonreír mientras se sienta a su lado.
Ella resopla sutilmente y quita su postura de meditación.
Damian sonríe por dentro al ver que se da por vencida.
-¿Qué te pasa? - pregunta sin rodeos.
-Solo es mi padre... ul-ultimamente a estado más pesado que de costumbre...
Damian se sorprende ante la respuesta de su amiga.
No se acordaba de su padre...De pronto Rachel nota la respiracionde Damian más cerca. Vuelve la cabeza y lo ve acercándose rápidamente y nota sus manos cálidas de nuevo en su piel.
Coge con los dedos la gema de su frente y vuelve a apartarse permitiendo a Rachel volver a respirar.
-¿Qué haces...? - consigue murmurar nerviosa.
Él encierra la gema en el puño.
-Ahora es cosa mía. Descansa.
Se va dejándola atontada y estupefacta. Como odia que haga eso...
Suelta un gruñido e intenta volver a relajarse.
Ese chico la saca de sus casillas...