Malas decisiones.

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Me gustan las malas decisiones, de esas que te llevan a hacer cosas que sabes que acabarán mal, pero al final se vuelven en recuerdos indelebles.

Quería escribir una historia donde se hablará de tantas cosas, lecciones aprendidas, experiencias vividas, sin embargo, él es lo único que se me viene a la mente. Él es inefable, irónicamente solo puedo hablar sobre él.

Ya he aprendido con mis malas decisiones que los músicos no son buenos. No porque no tengan buen corazón, simplemente son muy solicitados. Y yo que me creía única y diferente. En este punto de mi vida sé que yo los busco así, mientras tanto me digo a mi misma que busco estabilidad. También me gusta mentirme.

Lo conocí un día de enero en un bar entre el humo que emanaba de su boca. Yo iba con mi mejor amiga, íbamos a escuchar la banda de mi entonces novio. La manera en que me miró fue lo provocó que captara mi atención. Su mirada no era incomoda, fue como si él estuviera observando una obra de arte, tratando de entenderla. Él seguía con su cigarro y yo dedica ignorarlo durante toda la noche.

Un mes después, ya sin novio, volví a encontrar en el mismo bar. Esta vez iba a escuchar la música, estaba buscando una canción que me transportará a un ambiente, en la radio sabía que no la encontraría, así que regresé sin mucha esperanza. También iba con mi amiga, y él esta vez tocó la canción que estaba buscando. Tenía que buscar hablar con él. No obstante, él fue quien se acercó.

- Pensé que no volvería a verte, así que en cuanto te vi supe que no podía perder esta oportunidad - dijo mientras fumaba su cigarro con mucha elegancia, noté un ligero acento francés. Yo estaba muda. - Me llamo Martin ¿y tú?

De momento no supe que decir, así que mi mejor amiga tomo la iniciativa - Ella es Alma y yo Fernanda.

- Mucho gusto, chicas, ¿les gustó mi interpretación? - él seguía fumando.

- Sobre eso - me atreví a hablar, no sé qué fue, pero sin antes de pensarlo, lo dije - Me encantaría usar tu canción para mi corto. - Él sonrió mientras fumaba (vaya sorpresa), ya tenía una excusa para seguirme hablando.

Él aceptó, hasta propuso hacerse cargo de toda la musicalización del cortometraje, era evidente desde la primera vez que le gustaba.

Los días pasaron sin mucha relevancia, las filmaciones estaban en tiempo, y de vez en cuando, Martin y yo platicábamos en una terraza de algún café. Descubrimos que a los dos nos fascinaba ir al café. A pesar de mi horror por el cigarro, al verlo fumar yo sentía mucha paz, y a veces me inspiraba. Nuestros momentos en silencio, siempre fueron los más especiales para mí, sus ojos azules eran fácil de admirar.

Nos hacíamos reír, era maravilloso pasar el rato con él. Después de varias semanas, nos besamos por primera vez en un ataque de risa que nos dio el viaje de la mota, antes del beso, nos miramos y no pudimos contenerlo. Fue de esos que solamente pasan en las películas, luego se convirtió en un beso desastroso, pues no podíamos estar sin besarnos, era con una desesperación, todo el tiempo que nos contuvimos, explotó en ese momento...

Entre humo.Where stories live. Discover now