Capítulo 11

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Esa misma noche en un lugar cerca, un grupo de adolescentes luchaba contra el sueño.
Con la luz del par de antorchas Dash, que parecía una fiera enjaulada, había tratado de forzar la tosca puerta del calabozo. Esfuerzos en vano que Valerie trató de mejorar con los mismos resultados. Danny veía todo de lejos sin animarse a ayudar.

Sam que revisaba a Danny en busca de alguna herida por su batalla de esa noche, había sacado desinfectante y con unas gasas limpias trataba de limpiar su cabello de los restos de sangre. Por suerte para Danny la herida ya había sanado casi por completo, sin embargo agradecía que Sam le ayudara a no cargar con una mancha verde fosforescente en su cabeza. Después de todo eran prisioneros en un calabozo oscuro un lugar perfecto para que su pequeño secreto se luciera por si solo. Para no preocupara a Jazz Danny había dicho que solo se trataba de algo pegado en su cabello.

Al final el cansancio pudo más que sus poco fructíferos esfuerzos y obligó a la mayoría a caer rendidos a sus sueños sobre el frío suelo.

Antes de dormir algunas chicas de los grados superiores al suyo habían estado charlando animadas sobre cuanto tiempo tardaría Phantom en aparecer por ahí.

Si le hubiesen preguntado Danny habría tenido que desilusionarlas, pues a sus ojos tanto las paredes como la puerta parecían tener protección anti-fantasmas, al igual que la infranqueable puerta de su escuela. Quien quiera que los había encerrado se había asegurado de que fuera imposible para el héroe local poder entrar.

Incluso si Danny se encontrara solo, le sería casi imposible salir. Por suerte sus amigos jamás lo dejaban solo y para mejorar la situación un poco más, sus amigos tampoco dejaban atrás sus armas. Escondidas en sus mochilas, en las orillas de las botas o bajo un gorro rojo su par inseparable siempre tenían algo con que defenderse. La gran variedad de objetos sustraídos a escondidas del sótano de sus padres iba a ser la llave para salir de ese calabozo.

Solo había un problema del que Danny no podría escapar, toda la atención que iban a atrae la colección de rayos láser.
Podría pedirles a sus compañeros que guardarán el secreto pero seguro después de salir alguno de ellos hablaría con la policía y se meterían en problemas.

Ya se preocuparía por eso cuando lograrán salir por ahora dormir era la mejor opción, seguía demasiado dolorido de los golpes de mas temprano y en la huida que planeaba iba a necesitar correr en su forma humana algo imposible para él justo ahora.

Cansado y con el rastro del dolor de cabeza a cuestas Danny se dejó guiar al dominio de Morfeo. Deseaba tener sueños agradables o en todo caso no tener ninguno. Sin embargo sus sueños no fueron ni un poco placenteros.

En la oscuridad vacía que llenaba sus noches diarias, Danny rara vez se encontraba algo común o propio del plano onírico, nada de aparecer desnudo en medio de clases, caer desde lo alto o cualquier cosa que se supone sueña la gente normal. Nada de nada.
Danny siempre achacaba sus noches en blanco al cansancio de su doble vida. En los días que toda la zona fantasma se coordinaba para atacar Amity Park cuando día y noche se unían en jornadas interminables, Danny dormía tan poco que olvidaba quitarse los zapatos antes de caer sobre el colchón.
Y también estaban los días que sus maestros se ocupaban de bailar con plumas de tinta roja entre los dedos, deseosos de marcar fallos en temporada de exámenes, de hablar con sus padres y de diseñar compresivos laberintos en trabajos de recuperación. Esos días Danny trataba de recuperar las clases perdidas, de aprender formulas, reglas, nombres, fechas, números mágicos y palabras clave, entonces también dormía poco casi siempre sobre el teclado en su escritorio y algunas veces sobre sus libros.
Pesé a todo eran días buenos, ya casi rutinarios, porque claro que no había nada peor a no dormir ni un poco cuando ambas cosas pasaban al mismo tiempo.

En lugar de estos temores comunes o del vacío habitual, su sueños habían revivido con una imagen que se repetía en un bucle interminable.

Danny se veía dentro de la zona fantasma en una parte muy oscura de esta flotando sin ningún control de su cuerpo, como si fuera jalado a una dirección en especial. Frente a su cuerpo incontrolable una sombra negra volaba en dirección a un punto que despedía una impenetrable oscuridad en forma de volutas humeantes, extendía una mano y sacaba una forma larga e indefinida.
Cuando ya casi alcanzaba a vislumbrar la forma del objeto el sueño se reiniciaba y Danny veía las mismas imágenes una y otra vez.
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Sí El Oscuro Ian todavía pudiera soñar quizás habría compartido el sueño de Danny. Pero ya no podía dormir o sentir hambre mucho menos soñar. Sentado sobre un duro trono de roca recién terminado, su mano diestra la empuñadura de su vieja espada. Con los ojos cerrados y el crepitar de las antorchas, el príncipe esperaba a que el maldito caballero de su padre llegara.

Alma De Tormenta [EN CURSO] [NO YAOI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora