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—Lamento mucho lo que ocurrió, Sabrina —dije apenas aparqué frente a su casa. ¿Qué más podía decirle a la pobre chica?— ¿Segura que no necesitas algo más?

—No, Alan, estoy bien. Ni que hubiese sido la primera vez que una loca me lanza su bebida encima. Al menos esta era costosa —Burlarse de la situación, probablemente era la mejor de las opciones.

—Créeme que si. Era bastante costosa. Hubiese preferido beberla —dije compadeciéndome por la pérdida innecesaria de esa tan buena botella de champaña.

—Ya habrá una próxima vez.

—Seguro. Supongo que no vas a dejar de ayudarme con todo esto.

— ¡Oh, no! ¡Claro que no! —dijo haciendo un gesto con la mano para quitarle importancia— Puedes contar conmigo. Toda la comunidad estará en esa inauguración.

—Te lo agradezco mucho —solté en un suspiro. 

De pronto, el peso de todo lo ocurrido pareció caerme sobre los hombros.

—Hey, deberías ir a buscar a la chica —sugirió poniendo su mano sobre el brazo que tenía extendido sobre el volante— Casi le da un infarto.

—No creo que...

—Alan, ¡mírame! —exclamó extendiendo sus manos para mostrarme su apariencia, que era al menos "especial", por decirlo de alguna manera prudente— ¡Cualquier mujer enamorada reacciona así! No es grato ver al hombre que amas acompañado de una prostituta del Bronx.

—Sabrina —murmuré con tono recriminatorio.

No me gustaba que fuera tan explícita respecto a su último "trabajo". 

La conocí uno de esos días en los que iba a ver los avances del refugio. Lo primero que hizo fue ofrecerme sus servicios, a lo que yo le respondí ofreciendo los míos. Sabrina había nacido y crecido en el Bronx, lo que sumado a su trabajo, le significaba conocer a gran parte, si no a todas, las personas del barrio, lo que sería bastante útil para estrechar lazos con ellos, por lo que rápidamente le ofrecí la posibilidad de ser la coordinadora de asuntos comunitarios del refugio. 

Una buena paga y la obligación de dejar la prostitución, fueron el incentivo suficiente para que aceptara.

—Oye, no me ofende asumir quien soy o quien estoy a punto de dejar de ser. Agradezco que me hayas llevado a cenar a un lugar tan fino y elegante, pero no soy de ese mundo y ella lo pudo oler desde lejos. Las hembras olemos a la enemiga a kilómetros.

—Alicia y yo no...

—Así que así se llama. Es bonita.

—Lo sé.

—Estás igual de colado que ella, colega —Me guiñó un ojo y me dio un suave codazo en las costillas— No la dejes escapar. Esa chica te ama porque nació para eso.

— ¿Cómo puedes estar tan segura?

—Simple. Cuando has visto la cara de la esposa de un hombre que te estás follando, al sorprenderlo con una prostituta, sabes perfectamente cómo reacciona si está enamorada de su hombre o no.

— ¡Estás loca! —dije entre risas y negando con la cabeza.

— ¡No! ¡Es cierto! Creo que tu chica es demasiado compuesta como para lanzarse sobre mi en un lugar tan ostentoso. Esa es la única razón por la que no me saco de los pelos. ¿Sabes cómo los animales marcan su territorio?

—Si — ¿¡A donde pretende llegar esta mujer!?

—Bien, pues la nena no podía mearme, así que fue más prudente y me lanzó la copa encima. Una forma sutil de marcar territorio.

Stand by you [TERMINADA ]  #BlueStarAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora