¿Alguien más quiere piedad?

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Ya van cuatro días desde que están aquí, aún gritan pidiendo piedad.

-Mm....ahora, ¿Qué podría hacerte a ti?- miré al chico de lentes.

-Haz que ella sufra primero...luego podrás divertirte conmigo.

-¿Huh? Así que estas traicionando a tu novia...¿eso no es algo de poco hombre?

-P...no lo hagas por favor...

Cuando escuché su voz me di vuelta y le golpeé la cara.

-¿Acaso he dicho que hables?

-N-no lo hagas...por favor...

-Cuando dices esas cosas...me hace pensar que quieres sufrir más...¿Aún no entiendes cómo funciono yo?-decía mientras jugaba con un cuchillo.

-¿¡cómo podría entender el funcionamiento de una psicópata!?

Hice un corte en su mejilla.

-¿Aún guardas coraje? Ya que claramente eres una imbécil te diré mi secreto- acerqué mi boca a su oído y susurré- mientras más pidas piedad no la tendré, y si pides la muerte...créeme que haré lo imposible para que no mueras.

-Eres una perra.

-La única perra malcriada aquí eres tú, así que cállate o cortaré más que tu mejilla.

Esa expresión de horror la amé, fue...¡magnífica y fabulosa!

-¿Ahora lo entiendes? Tú, en comparación a mí, sólo eres bazofia.

Acerqué a mi una mesa con distintos elementos: cuchillos, alicates, pinzas, agujas, etc. Fijé mi vista hacia unos unos cables eléctricos.

-Se me acaba de ocurrir una brillante idea. Hey tú-hice una señal al chico-tu polera.

-¿Para que la quieres?

-Solo damela y ya.

Cuando logré quitarsela fui a buscar un poco de agua que coloqué en una cubeta, la dejé en el piso e hice que la polera se mojara lo suficiente, ¡esto será divertido!

-¿Qué harás...?- noté miedo en aquella pregunta.

-Haré que tu cerebro sufra un poco...prepárate.

Puse la polera en su cara, conecte los cables a una batería y el otro extremo de ambos cables los puse encima de su frente.

-Haré que sufras lo mismo que yo con las voces...o si...

Encendí la batería y empezó a electrocutar a la chica. Uno, dos, tres, cuatro y cinco. La apague.

-¿Y? No dolio, ¿verdad?

-¡Déjame en paz!

-No, no, no...tu eres mi juguete, y los juguetes no pueden moverse...¿Aún quieres piedad? Puedes pedirsela a Dios, pero aquí en el Infierno no existe.

La electrocuté por lo que queda de día.

¿Alguien más quiere piedad?

Crónica de una venganza sangrientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora