Capt. 11: Días Mejores

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Había pasado un mes increíble, más malo que bueno, y ya era Junio, con lo que eso conlleva. Joel y Keith se fueron a vivir con nosotros, mientras que a la madre del primero, la ingresaron en un psiquiátrico. Y es que aún no me puedo creer lo que me contó cuando vino a mi casa, a la mañana siguiente de aquella noche. Lo recuerdo perfectamente. Jace y Keith estaban durmiendo juntos después de que al pequeño le dieran el alta, pues seguían teniendo sueño; mi madre estaba en la revisión médica, mientras que yo, estaba en el salón haciendo un trabajo que nos habían mandado, sin parar de pensar de pensar en Joel, cuando sonó el timbre. Me levanté rápidamente y abrí la puerta. Ahí estaba él, con el mismo aspecto de la noche anterior, con la única diferencia de que tenía unas ojeras más grandes que su propia cara y estaba apunto de romper a llorar. Lo hice entrar y sentarse en el sofá, mientras que yo me senté en la mesilla auxiliar una vez quitadas todas mis cosas, justo en frente de él. Esperé a que empezara a hablar. Estuvimos un rato en silencio, yo mirándolo y él mirando al suelo; hasta que suspiró.

- Han detenido a mi madre -dijo apesadumbrado.

Se hizo otro silencio que duró otro rato y el cual rompí.

- ¿Pero qué os hizo? -pregunté instándolo a continuar. Puede que no tuviera mucho tacto.

Suspiró de nuevo.

- Te lo explicaré desde el principio -murmuró-. Mi madre se ha vuelto loca. Keith es mi primo, aunque para mí es como si fuera mi hermano pequeño. El caso es que cuando el pequeñajo nació -sonrió vagamente al decir aquello-, su madre entró en depresión post-parto de la cual no llegó a salir y acabó suicidándose. Por otro lado, el padre de Keith desapareció. Así que mi madre, como madrina suya que era, lo acogió en nuestra casa -en ningún momento me miró a la cara mientras decía aquello-. Y así estuvimos todos estos años, día tras día de peleas entre mi made y yo, mientras Keith estaba en medio, ya que era agredido por mi madre y yo trataba de protegerlo aunque siempre llegaba tarde... -concluyó.

- ¿Y por qué le hacía eso al pobre? -pregunté picada por la curiosidad.

- Fácil: le culpaba por la muerte de su hermana.

- Una última pregunta: ¿Y tu padre? -inquirí.

- Murió cuando yo tenía apenas cuatro años en un accidente de coche -respondió en apenas un murmullo.

Nos volvimos a quedar callados. Yo estaba impresionada por lo que tuvo que pasar. Joel volvió a mirar hacia abajo.

- El caso es que estas semanas atrás, la agresiones empeoraron hasta esta misma noche, que le intentó sacar el ojo con un cuchillo -añadió.

Fue en ese momento cuando entendí su comportamiento en el instituto y los rasguños y moratones que tenían ambos junto con la brecha en la mejilla del crío.

Sin pensarlo siquiera y sin saber qué decir, lo abracé con fuerza tratando de transmitirle todo el apoyo que me era posible. Me devolvió el abrazo y se desahogó llorando.


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⏰ Última actualización: Jul 16, 2018 ⏰

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