Capítulo 25 (Actualizado el 08 del 08 del 2019)

31 3 0
                                    

Me he cansado de editar tontamente así que publico de nuevo tal cual. Aviso que a partir de ahora tardaré un poco en seguir ya que debo ver como introducir los cambios más difíciles de la historia y seguirla. Y todavía no lo tengo del todo claro, ya que aunque tengo una idea bastante buena hay capítulos donde puse imposibles que deberé arreglar pronto así que iré viendo en su día.

_______________________________________________________________________________

25

Pero mientras en la zona obrera, Esteban se hallaba en su habitación, preocupado. La noche anterior Anne había podido llevarlo a su casa y él se había reencontrado con su familia, todo apuntaba a que él no podía ser más feliz; sin embargo había una parte de esa noche que no dejaba de preocuparle, algo que le impedía estar feliz del todo y tenía que ver con su ángel: Anne.

Tan preocupado estaba que ni siquiera reparó en ese "su" involuntario y se sumergió en los recuerdos de la noche anterior, luego de aquella batalla con los lobos, cuando Anne lo rescató volando.

A veces aún le costaba creerlo, es que había sido tan rápido, no hace mucho estaban en aquel patio, rodeados de lobos y de repente volaban y huían de allí.

Los paisajes se difuminaban ante él, iban tan rápido que le costaba entender como ella aún no se había estrellado contra nada. Se llevó una gran sorpresa cuando Anne y él se posaron en la parte de atrás de su casa, cerca de la ventana de su habitación.

Delicadamente Anne lo soltó y entonces le pareció ver que ella estaba más débil que antes, pero antes de que él reparara en aquel detalle; ella había conseguido abrir la ventana y se hallaba frente a él. Le observó fijamente y, nada más pestañear, tuvo la impresión de haber despertado de un pequeño letargo y lo más sorprendente es que no se había dado cuenta de ello hasta ahora. Fue entonces cuando reaccionó.

Pero no como era de esperar, el ver a Anne un poco debilitada hizo que él se olvidara de las preguntas que tenía en mente, en favor de la preocupación por el bienestar del ángel que le había salvado y se acercó a Anne, casi corriendo.

—Anne, ¿Te encuentras bien? —preguntó, muy preocupado, revisándola de arriba a abajo. Ella asintió débilmente.

—Sí... No te preocupes por mí. —le pidió —. Tenemos que buscar una excusa para tu ausencia. Recuerda que tu familia no sabe nada —dijo entonces, eso era lo importante, no su estado. Esteban arqueó los ojos sorprendido.

—¿Nada? —Preguntó entonces y por toda respuesta Anne sonrió y le guiñó un ojo. Aquello hizo que el chico moreno se sintiera aliviado. Fue en aquel momento cuándo éste, al fin, pudo ver el brazo herido de Anne y no pudo evitar preocuparse por aquella herida, porque la verdad es que no tenía muy buena pinta. Durante la batalla habían ocurrido demasiadas cosas para que él reparara en el estado de Anne, y después, Anne había tenido cuidado en ocultar todas sus heridas de ojos curiosos.

—¿Qué estás bien? Pero Anne, ¡mírate!, estás sangrando —exclamó, alterado. Con delicadeza, Esteban cogió el brazo de Anne, para luego oscilar la mirada hacia el rostro de ella, preocupado de que le doliera. Más, en aquel instante, la cercanía que se había formado entre ellos se le hizo demasiado evidente y todo se trabó en su boca. Anne sonrió encantada por la situación, pero también aliviada por el que la pasión del chico por ella le impidiera hacer preguntas y justo después se separó.

—No te preocupes por eso. —Anne procuraba aparentar calma. —Creo que imaginarse un secuestro podría llegar a ser coherente —sugirió entonces.

—¿Un secuestro? —consiguió articular Esteban, medio descolocado. Lo cierto es que no estaba atento y que Anne cambiara de tema tan de repente lo había cogido por sorpresa. Ella siguió:

Seyens: SternDonde viven las historias. Descúbrelo ahora