lviii. aquí estás, estrella.

1.2K 211 138
                                    

» aquí estás, estrella

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

» aquí estás, estrella.



Marcus contaba los billetes, exhausto. Había olvidado como de costumbre la fecha, pero nada le importaba más que saber que tendría comida suficiente para sobrevivir por el momento. Cuando supo que el fajo de billetes era incluso más de la tarifa normal, miró a la mujer a su lado, quien, con una sonrisa llena de convicción, le miraba como si estuviese orgullosa de tenerlo a su lado.

Ella siempre pedía una noche con él. Siempre. Incluso si tenía las horas repletas, ella era capaz de pagar el doble o el triple por él con tal de verle incluso por cinco minutos.

—¿Es suficiente? —cuestionó ella, arrastrando las sábanas que cubrían su cuerpo para estar al lado del chico. El castaño asintió, en silencio— Estoy feliz. Eso quiere decir que mi hermana va a compensarte, ¿no?

—Eso quiere decir que va a venderme a ti más seguido —contestó el menor, levantándose del lugar para tomar su camisa desastrosa y arrugada del suelo para volvérsela a poner por cuarta vez en la noche—. ¿Es todo lo que necesitabas?

Natasha hizo un mohín con los labios, intentando retenerlo con la mirada. Marcus sonrió en su dirección. Incluso siendo muchos años mayor a él, era más condescendiente que muchas damas jóvenes a las que había atendido.

—Oh, no. Quiero que pruebes esto que preparé en casa —comentó, alargando el brazo derecho en dirección al bolso de marca reposando en el buró, solo para sacar una bolsita transparente llena de galletas de muchos tipos. Algunas más cafés que otras, espolvoreadas de azúcar—. Son para ti.

Marcus lo pensó por unos segundos. No se le era permitido tomar regalos de los clientes, pero pensó que, como se trataba de la hermana de su jefa, podía hacer excepciones. Además, el tratar mal a Natasha Kozlova no era de sus hobbies irónicamente hablando. La mujer aparte de pedirle sexo, era lo suficientemente madura y dulce con él sabiendo que sólo era un cliente más. Le tenía mucho aprecio en jornadas laborales, y al irse a su habitación, se regañaba a sí mismo por no odiarla. Por no poder recriminarle a ella y a su familia todo el daño que le hacían. Aunque siendo honesto, Marcus ni siquiera tenía los ánimos suficientes para odiar a las personas.

Así que, sin pensarlo más por el bien de su estabilidad mental, aceptó, tomando la bolsa para probar uno de los postres de inmediato. Las expresiones del chico eran de aprobación. El hambre podía con él ante el contacto con el dulce de las galletas restantes.

—Manzana, nuez y canela, ¿no? —preguntó, y la mujer frente a él, con un brillo iluminando sus ojos verdes, asintió como si de una niñita emocionada se tratara. De algún modo, Marcus pensaba que Natasha era una belleza similar a la de Beth. Su dulce Beth— Están deliciosas. Muchas gracias.

Natasha adoraba a Marcus por ser único. Creía que, si iba todas las noches y se inventaba excusas para pagarle a su hermana, podría cuidarlo un poco. Sentir que era suyo. Porque Marcus jamás la juzgaba, tampoco le lanzaba la comida al suelo por no poder hacer las cosas bien. Marcus sonreía, y aceptaba lo que ella le regalaba.

Stars in the ceiling「AU / OtaYuri」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora