xxvi. estrellas en Kooper's ; quince.

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»estrellas en Kooper's: parte quince.


—¿Marcus?

Yuri sólo se limitó a sonreírle, sin responder nada.

Beth presenciaba la locura más grande de todas. Creía incluso que estaba delirando con lo inexistente o que muchas pastillas para dormir le había afectado de la peor forma. Una vez que lo pensó con claridad, pidió al rubio que ignorara su pregunta.

Así que prefirió caminar entre los pasillos largos de Kooper's entre tanto silencio y oscuridad inexplicables. Volteó a ver a sus espaldas sin soltar la mano del chico, recordando que para esa dirección se hallaba el vestíbulo donde Ivanka organizaba sus reuniones y fiestas. También, se dijo a sí misma como una nota mental que para ese mismo camino se podía encontrar el salón de baile abandonado y deteriorado en el que una que otra ocasión fingió ser protagonista de los cuentos de príncipes y princesas que, cuando eran más jóvenes, disfrutaban de realizar como método de escape de la realidad.

De alguna forma u otra, había memorias muy felices y tiernas que podían encontrarse entre tanta tristeza acumulada.

—¿Los demás fueron al despacho de Ivanka por el teléfono? —cuestionó ella.

—Supongo, no creo que quieran rescatar a los demás considerando la situación actual. Es cuestión de supervivencia. Yo no me arriesgaría por los demás si me lo preguntaran.

Beth arqueó una ceja al escucharle, pero decidió dejarle continuar.

—Ninguno de ellos hizo un esfuerzo por salir de aquí como ustedes, ¿por qué habría de ayudar a alguien que no desea ser ayudado? —dijo el chico— Soy muy egoísta con la gente, por lo que probablemente vas a diferir mucho con mi pensamiento. Probablemente si yo llegase a suicidarme, ni siquiera avisaría a los demás. Lo haría y ya.

—Entonces... Si piensas de ese modo, ¿por qué me ayudas? —Beth poco a poco conectaba las cosas en su cabeza. Esas palabras, esa frialdad, esa tristeza pidiendo a gritos ser sofocada en la voz de Yuri... Todo, absolutamente todo lo había visto alguna vez en Marcus.

Pero... Era imposible que él estuviera ahí, ¿cierto?

—Porque eres tú —respondió sin más el rubio, llegando al cabo de unos minutos hasta la cocina—. Si eres tú, o los chicos del ático, daría lo que estuviera en mis posibilidades por salvarles.

Hasta ahí quedó la conversación. Beth decidió no hablar más.

Una vez que ambos abrieron de par en par las puertas que conectaban con las escaleras de la cocina, bajaron con ayuda de a linterna encendida. Ella iba detrás de él, como esas damiselas que tenían miedo de abrir los ojos y encontrarse con el monstruo más aterrador del universo.

Stars in the ceiling「AU / OtaYuri」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora