Ahri vs Consejo Hyuuga

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Amanecía en el horizonte, la luz del sol con su brillo daba color al ambiente. Despertaban las aves con sus trinos, los animales a desperezarse y la vida cotidiana de los pobladores de Konohagakure no Sato reiniciaban una nueva jornada laboral.

En una cama de hospital, una hermosa jovencita mantenía una mirada perdida hacia los ventanales con sus cortinas ondeantes por la brisa matutina. Un jarrón con un hermoso arreglo floral estaba en su línea de visión. A simple vista parecía serena perdida en sus pensamientos.

Tal suposición no estaba tan lejos de la verdad. En su paisaje mental, la kunoichi de rasgos delicados y ojos perlas llevaba su verdadera apariencia de hanyo mientras escuchaba atentamente las explicaciones dadas por su huésped, la yonkai Ahri.

Y a pesar de casi tener 13 años, la figura prematuramente desarrollada de la Kunoichi, previa a la transformación, ocasionaría envidia entre sus amigas de promoción. Ahora con la transformación hanyo se había acentuado sus contornos haciéndola más sexy y tentadora, digna Jinchuriki de la yonkai kitsune.

Como mencionado, la yonkai albina le daba información en el paisaje mental de la hanyo peliazul sobre los detalles de lo sucedido en el día anterior, excepto la parte donde Kurama y ella tuvieron su reencuentro marital en el interior de Naruto, ya que sonaba perturbador que hayan tenido sexo en el cuerpo del Uzumaki.

-Gracias por ayudar a Naruto-kun, he oído que se va a enfrentar a Neji-niisan -suspiro pesadamente la peliazul de ojos perlas -Que bonito que él quiera vengar mi honor en la tercera etapa de los Exámenes Chuunin -decía encantada la kunoichi, con su tic nervioso de chocar ambos índices entre sí, y un sutil sonrojo en sus mejillas.

-No cantes victoria antes de tiempo, tenemos que planear con él sobre como debe neutralizar a tu tonto primo engreído..-le aconsejó la kitsune.

-Confío plenamente en Naruto-kun, yo sé que el hará lo imposible para ganar! -aseguró la hanyo con una sonrisa.

El paisaje mental de la peliazul, antes de convertirse en la Jinchuriki de Ahri, era como un siniestro sistema de cloacas, pero ahora había una cabaña en un amplio jardín que la peliazul idealizó como el jardín de su madre, con sus flores favoritas: lirios blancos, margaritas naranjas, rosas fucsias, girasoles y jazmines blancos. En una pared de la cabaña se podría ver un mural con imágenes de un venado, un jabalí y una mariposa rodeados por un mono, además un perro como Akamaru con muchos insectos a su alrededor con un paisaje de un atardecer cálido. Una palabra escrita Juventud detrás de un oso panda que come bambú. Todo el mural cubierto con fuegos artificiales.

Ahri y Hinata estaban sentadas en el jardín de flores, con Hinata acariciando una margarita naranja mientras sonreía pensando en su amor platónico.

-Esa confianza, me recuerda mucho al Dios Inari-sama..-admitió la yonkai con una nostalgia evidente.

-¿Inari? -preguntó la hanyo peliazul.

-Los dioses a los que sirven los humanos son totalmente reales, cariño. De hecho, yo originalmente servía al Dios de la Agricultura, Inari, desde que tengo memoria..-contó la albina.

-Eso suena increíble! -admiró la doncella Hyuuga.

-En este mundo hay dos clases de Kitsunes: Los naranjas que son llamados demonios y que les juegan bromas a las personas como mi amado Kurama, y los blancos como yo que están encargados de proteger la vida..-explicó Ahri.

-Suena muy importante.. -aportó la hanyo mientras sus colas ondean con suavidad detrás de su espalda, en armonía al meneo de las colas de la yonkai -Eso explica las bromas de Naruto-kun al Monumento Hokage! -dijo entre risitas la hanyo. Imitadas por la albina, quien luego suspiró melancólica.

Tamashī no YūgõWhere stories live. Discover now