Capítulo tres.

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Era jueves por la mañana y yo apenas podía voltear a mirar a Damien. Cada vez que nuestros ojos chocaban mis mejillas se calentaban más que yo viendo a Kevin... ¡¿Acaso eso era posible?! Pues al parecer sí, y era de lo más vergonzoso. No había chico que me rechazara, intentaba convencerme de que era porque quizás él no era gay y ya está, pero muy dentro de mí estaba enojado y dolido. Fue un puñetazo directo a mi egocentrismo y eso me costaría superarlo, me sentía como un niño al cual no le quieren comprar su juguete, pero estaba seguro que una vez me acostara con él todo ese sentimiento desaparecería y podríamos por fin volver a la normalidad, que no nos importáramos y siguiéramos ignorándonos como lo habíamos estado haciendo todos estos años, años en los cuales no me había dado cuenta que no todos están enamorados de mí, que había un chico al que ni siquiera le llamaba ni una pizca de atención y aunque tolerantemente pensaba en su heterosexualidad, a la vez podía recordar a todos esos chicos que alardeaban de su "masculinidad y nada de maricas" terminaban engañando a sus novias cuando me relacionaba con ellos. ¿Por qué?, ¿por qué él no podía ser uno más?, chicos y chicas babeaban al verme pasar y él... maldición, me humilló en mi propia casa.

— Que tal mi teñido favorito – Era Teodoro, sentándose a mi lado después de haberse saltado la primera clase.

— ¿Dónde estabas idiota? – pregunté al borde de los nervios, moría por contarle todo lo que pasó, pero temía que se burlara de mí, no quería que viera que yo, Anais, había sido rechazado por el chico más insignificante de la clase.

— Ayer me fui de fiesta y desperté con una resaca terrible, iba a faltar pero mi madre me sacó por los pelos – soltó una pequeña risa.

— ¿Fiesta en un día de semana? ¡Solo tú!, además ¿quién está de tan buen humor después de amanecer con resaca? – pregunté gracioso, Teodoro era mi mejor amigo desde que tenía memoria, siempre me ha apoyado en todo y viceversa, he visto todas las etapas de su vida y podría jurar que lo conozco mejor que él mismo. Siempre que estaba enojado, deprimido o asustado conseguía animarme en cuestión de segundos.

— Es que ayer conocí a un tipo encantador – la diferencia entre él y yo es que él es un romántico que busca enamorarse y vivir en un cuento de hadas, en cambio yo simplemente iba de chico en chica, disfrutando del placer que me otorgaban, pero nada más – Debías verlo, no solo era hermoso y sexy, sino súper tierno y cariñoso – suspiró con una sonrisa de bobo en su rostro.

— ¿Y cómo se llama? – curioso por su aventura de anoche, comencé a hacerle preguntas acerca de su "príncipe azul".

— Ha... Si... Bueno, no le pregunté, lo único que sé es que tiene 25... - murmuró.

Rodé los ojos, era insólito que ahora era el amor de su vida pero ni siquiera sabía su nombre, pero ¿para qué reprenderlo? Si yo era peor. No entendía como la gente creía en el amor a primera vista, o mejor dicho, como creían en el amor, simplemente es estúpido ¿no se cansan de estar con la misma persona?

Jugué con mis dedos pensando en si debía contarle al rubio sobre lo que paso con Damien, sé que podía confiar en él, pero siento que estaré exponiendo mi humillación. Después de pensar un rato decidí que se lo contaría... pero cambiaría un poco el orden de las cosas.

— Ayer... Damien intentó acostarse conmigo, pero le he rechazado – dije rápidamente sin siquiera mirarlo.

— ¿¡Qué!? – gritó en medio de toda la clase y todos –incluido aquel chico de ojos azules queme estaban descontrolando– voltearon a mirarlo.

— ¡Teodoro Pierce, una vez más y lo envío a la dirección! – gritó el profesor de... quién sabe qué, al oír a mi amigo gritar como un loco.

Pequeña zorra; yaoi/gay. (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora