(2000 palabras)
Cuando Stiles recuperó su memoria y pudo saber que había pasado con la muerte de su madre en realidad perdió el control.
Es algo que habían tratado de ocultarlo; al parecer todos del pueblo sabía aquello y nunca se habían atrevido a contárselo como los amigos que eran. Comenzó a desconfiar de todos y se había decidido a no salir de su casa nunca más, había sido un problema con su padre quien después de una pelea Stiles le había gritado entre lágrimas buscando una explicación, cual no fue respondida.
Los días siguientes solo fueron estar en la cama, hasta sus investigaciones habían ido a parar a una esquina de su pieza, ya no dormía y no salía junto a Scott ni a ningún cachorro de la manada, hasta había mandado su renuncia a pertenecer en la manada después de eso, no sabía porque lo había hecho, pero solo necesitaba salirse de todo aquello para permanecer en su cama por lo que restaba de su vida.
Las camisas a cuadros habían dejado de usarse, todas enrolladas dentro del closet fuera de su vista, solo le hacía acordar cuando su madre le regalaba porque este se lo pedía. Ahora ya no quería verlo ni acordarse de su madre. Aquella mujer había sido una cazadora, alguien que había matado a muchos hombres lobos inocentes sin tener piedad. Podía acordarse como le enseñaba técnicas para matarlos, cortar su cuello, a pobres inocentes a los cuales no se detenía a investigar si eran culpable o no, le daba asco y no podía mirar a la manada cuando ellos sabían que por su sangre corría aquello.
Tanto tiempo riéndose y repudiando a Allison por lo que era, la cual trataba de establecer una amistad con el, para saber que todos sabían que el también era medio cazador. Todos le habían mentido, hasta Scott, de quien más confiaba. Traicionado y herido, así se sentía con todos los que creía cercanos.
Su celular vibraba desde algún lugar de su habitación como solía hacerlo cada diez minutos, ni se había esmerado a levantarse para buscarlo. Cuando estaba feliz y andaba por todos lados salvando los traseros de los saco de pulga su celular parecía un ataúd, ahora había cambiado ¿Pero para qué?¿Para pedir perdón? Prefería la verdad antes de vivir tantos años en la mentira, aunque ese pedazo de memoria fuera arrebatado para callar aquello aún le debían haber dicho la verdad. Ya no era un niño, era alguien grande, con una enfermedad donde lo hacía ponerse más nervioso y podía sufrir ataques de nervios, pero tenía edad para escuchar aquello.
Los días seguían pasando y su habitación comenzaba a verse arruinada como el, que llevaba la misma remera, el mismo pantalón corto y la misma mugre que desde el primer día. Su habitación estaba llena de papeles hechos bollos y rotos, ropas esparcida sin usar y las cortinas cerradas, los libros tirados en una orilla, el celular había dejado de sonar por haberse quedado sin batería, hasta algunos platos con restos de comida o comida sin tocar que traía su padre estaban en la mesa de noche y en el suelo.
Bajo sus ojos tenía dos bolsas moradas que necesitaban un nuevo antes de llamarse ojeras, su cabeza dolía por la falta de sueño y ya no dejaba de poder hablar entre dientes mirando la única foto de su madre que había dejado viva.