Johann se secó las lagrimas cuando perdió a Dylan de vista para aprovechar el corto tiempo que le brindaría la distancia entre el puente y el suelo antes del impacto del chico; según sus cálculos estaban sobre un lago extenso y él caería sobre el agua, con suerte en una parte sin rocas o troncos que le quitasen la consiencia o peor, la vida.
Rapidamente se colocó la capa negra y un pasamontañas del mismo color para después bajar del árbol. Justo cuando sus pies tocaron el cemento del extenso puente fue cuando oyó los ruidos provenientes de los seres oscuros que por ahí reinaban, miles de ellos pasaban todos los días por el puente que era el camino a la otra vida.
Johann era un aventurero que viajaba constantemente en aquel puente. No estaba seguro de si se trataba del más allá el cual, pocos vivos conocían, pues no podían adentrarse al lugar donde habitaban tan facialmente. Pero él, a veces lo lograba.
Los entes oscuros, o como él les llamaba sombras, pasaron de él. Ellos tenían un mal sentido de la vista y lo unico que distinguían eran sus siluetas. Su fuerte era el oído y la comunicación entre ellos, por lo cual era mejor no toparse de frente con alguno. Luego de que le fueran indiferentes y siguiesen su camino, Johann sin más rodeos, apresuró paso al otro extremo del puente y se lanzó por arriba del barandal, que solo se sacudió ante su salto y alertó un poco a las sombras, pero al no ver nada tras ellas, le ignoraron de nuevo.
El aire se deslizaba veloz por todas partes, escurridizo, como una víbora que le apretujaba, haciendo que la capa casi se saliera de su cuerpo, pero la sostuvo de tal manera que no desperdiciaba tiempo valioso de caída y de lo más importante, la vida de Dylan. Después de un par de minutos Johann ya se había zambullido en el lago tras un gran impacto y mientras nadaba, buscaba desesperadamente a su acompañante.
Este yacía sin consciencia en la profundidad del lago y aún se estaba desangrando, haciendo que el agua dulce de su alrededor ,ya no fuera más dulce y se hiciese salada, al mismo tiempo que se tornara de un color rojizo, casi como los cabellos de Johann, y con un desagradable sabor metálico.
Nadó como desquiciado para ir a donde Dylan y arrastrarle hasta la superficie para llegar a tierra y ver cómo tratarlo. Había tenido un par de minutos de caída y tal vez otros más inconsciente, en el agua. No sabía bien en cuál estado se encontraba pero tenía el deber consigo mismo y con él de salvarle la vida, si no, él sería quien se la arrebatara.
Una vez fuera, comenzó con aplicar presión en el pecho del joven haciendo que su cuerpo botase debido a esto, pero sin resultado alguno. Intentó varias veces más, pero no resultó, por lo tanto decidió aplicar el respiración boca a boca con tal de hacer que el aire abundara de nuevo en los pulmones de Dylan y que de nuevo, respirara. Posó con algo de brusquedad sus labios sobre los de él y le tapo las fosas nasales, apretándolas y expulsó aire de sí para cumplir la función. Al final, logró que él escupiera, con algunos tosidos, toda el agua dentro suyo.
El chico permanecía dormido, pero respirando y eso fue un gran alivio para Johann. Ahora seguía tratar con la herida de bala le había hecho. En ese instante se cuestionó el por qué lo hizo; en realidad no era necesario, pero sabía que no le mataría y así podría hacer que bajase sin forcejeo y pasara desapercibido de las sombras. Pues de seguro sí que moriría si ellas se lo llevaban.
Incorporó a Dylan recargándole en una roca, para tener un mayor acceso al brazo herido, del que sangraba cual fuga se tratase. Primero apretó con la mano, pintándosela de rojo, pero le importó poco, debía proceder a hacer el torniquete.
Se arrancó un trozo de tela de la capa, y lo enrrolló alrededor de aquella herida, y Dylan aún inconsciente se retorcía de dolor, y por esto, terminó despertando.
—¿Cómo...? —No terminó la pregunta y miraba confundido a su alrededor, hasta toparse con la mirada de Johann—. Tú, ¿tú me has salvado?, creí que querías deshacerte de mí.
—En absoluto —contestó sentandose a su lado—, sólo te salvé la vida.
Dylan rió irónico señalando con la barbilla la bala que aún permanecía dentro de él.
—Respecto a eso —dijo señalando con la punta de un dedo la herida y con una sonrisa de arrepentimiento pintada—. Era necesario.
—¿Para qué? —Todavía sentía desconfianza hacia Johann, no sabía si creerle, pero todavía no sabía dónde estaba, y le necesitaba. Así que se limitó a escuchar sus argumentos aguantando el dolor punzante de la bala.
—Para que ellas no te atraparan —Johann hizo énfasis en la palabra «ellas» al decirle—. Mi bala no te mataría; no sé qué te harían ellas si te encontraran.
—¿Ellas?
—Sí, las sombras —. Johann le explicó al respecto para que entendiera la situación.
—¿Son demonios?
—Llámales como quieras, sólo sé que vienen del otro lado, no serían peligrosas si no fuesemos vivos. Si te encuentras con una, debes huir lo más rápido posible —Dylan asentía a medida que Johann seguía con su relato, dando a entender que le prestaba su atención y podía proseguir—. Están huecas, como un cascarón y si te atrapan, te robaran el alma para evitar su gran pena. Y tú te harías una sombra más.
Dylan estaba asombrado, pero sentía que aquello era muy surrealista para ser verdad. En pocas palabras, no le creía. Pero una parte de él quería hacerlo, y lo hizo.
—Supongo que en realidad sí sabes dónde estamos —hizo una pausa mientras observaba a Johann, que estaba algo incómodo y siguió—. Si sabes tanto de ellas es porque no es tu primera vez por acá.
—Contestaré eso con una pregunta, depende de lo que digas, podré responderte —Dylan asintió esperando a que el pelirrojo lanzase la interrogante—. ¿Cómo llegaste a este lugar?
Al chico se le hizo una tremenda tontería que le sacara tal tema en esos momentos, y creía que le estaba cambiando conversación; aún así, respondió:
—Me caí de un ventanal. Bueno, en realidad, salté de él. Luego encontré este puente; estaba en la playa y decidí adentrarme a él.
Johann sabía que Dylan no murió en ese acto, y ahora se encontraba en el limbo con él, pero no había certeza de cuánto tiempo más se quedaría.
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El puente
RandomUna aventura; una fantasía. Un romance; una bala traidora. Una confusión constante que permanece durante las aventuras del joven Dylan, al cual, la vida no le fue tan amable, ni mucho menos, piadosa. Y tal vez por eso o por sus acciones terminó como...