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Quizas era posible mantener el aroma de la lluvia en un pequeño frasco de vidrio.
Era una posibilidad interesante.

A Serena le gustaba ver como caían las gotas de lluvia, le gustaba jugar a que tenían una competencia en su ventana y divertida las seguía con su dedo índice para adivinar cual caería primero.

Le gustaba el aroma que dejaba la lluvia cuando se dispersaba y ver las gotitas que quedaban atrapadas en las flores.

Pero a Serena no le terminaba de agradar el fango que dejaba ni los enormes charcos que se formaban.

No importaba mucho si usaba botas para lluvia e impermeable porque a ella no le agradaba ensuciarse.

Si la lluvia la hallaba descuidada, y se desataba cuando ella no llevaba paraguas la ponía de mal humor saber que se mojaría toda y que podría pescar un resfriado.

Ese era el modo de pensar de Serena.

Situándose un martes gris en una región a la cual nunca creyó llegar, habiendo salido de un cafetería, Serena se quedó bajo todas esas nubes sintiendo el toque gélido chocar en su piel.

De alguna forma el clima se entero de su estado de ánimo así que decidió combinarlo con el día y no le interesó en lo más mínimo saber el porque.

Los colores volverían.

Todo parecerá más brillante de nuevo.

Calma.

Aguarda.

Ten paciencia.

El arcoiris llegará.

Te impresionará igual que cuando eras niña.

Promete que tú no te convertirás en una tormenta cuando descubras que es efímero comparado al tiempo que tarda en llegar.

Toská.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora