Capítulo cuarto:Noche de jueves, noche de baile

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(Créditos al artista de la imágen)

Ok, tengo que decirlo porque si no me veré como una malagradecida grosera con todos ustedes que me leen: ¡muchísimas gracias por todo el apoyo que me han dado al leer este fic! Dispensenme por ser tan despistada, y la verdad respondería personalmente a todos los mensajes bellos que me han dado pero mi mente dispersa me lo impide TuT aunque aún así quiero que sepan que los quiero muchísimo QuQ!!! Por cierto!, la canción que van a escuchar a continuación(ya sabrán en qué momento) Es una de mis canciones favoritas de Cab Calloway, y bueno, ustedes sabrán que lo tomaron como inspiración para crear a nuestro querido cabeza de dado, por lo cual, hice algunas referencias a él en el capítulo pasado y en este. Sin más que decir, comenzamos!

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Habían ya pasado un par de meses desde que "el enamorado de las violetas" dio a conocer su verdadera identidad... bueno desde que todos aquellos que trabajaban en el casino se enteraron de su identidad sin que él o su amado se dieran cuenta de aquél hecho. Desde aquél incidente, era la comidilla diaria en las horas de descanso de cada empleado, las chicas, algunas angustiadas por el gerente al que habían tomado cariño y su inestable futuro con aquél ángel caído, otras decepcionadas por ver el sueño de ver al enamorado de las violetas como un ángel salvador que luchara contra el demonio por la mano de Dice frustrado y otras más, ilusionadas por los cambios que aquella relación traería en un futuro para todos los del casino y por que fueran para bien común, hablaban acerca de como, a pesar de la discreción de ambos y de tener aquél secreto lo mejor oculto posible de la visión pública, eran perceptibles minúsculos cambios tanto en el ambiente laboral como entre los dos dichosos enamorados

-Es una auténtica pena-había dicho una de las chicas fregonas mientras terminaba con un par de ollas que habían quedado con restos de alimentos la noche anterior-y pensar que el jefe se ve tan normalito. de Dice ya lo intuíamos desde lo de los ramos de violetas y como acentuó ciertos rasgos femeninos con el paso del tiempo, pero ¿del jefe? Nadie se lo hubiese imaginado-había suspirado mientras negaba-es una calamidad, una calamidad que pesará sobre todos nosotros

-sí, y tú que pensabas ir a ofrecerle otra clase de servicios para que te aumentase el sueldo-respondió uno de los camareros provocando la hilaridad de las demás muchachas, haciendo enrojecer de pena a la joven fregona que, farfullando cosas, continuó trabajando

-no te hagas muchas ilusiones, señorita, o terminarás como nuestro pobre amigo Wheezy-dijo una de las chicas que atendían el bar y que tenía cabeza en forma de copa de martini, y bueno, no estaba tan equivocada en advertir aquello, en cuanto a Wheezy, todos imaginarán como estaba el pobre habano al enterarse de aquella noticia

-Desde que tengo 14 años-se quejaba bebiendo en el bar, descuidando su puesto en una de las mesas de juego-¡inclusive le arrojé manzanas cuando tenía ya unos 15 años! ¡y nunca me hizo caso!-se quejaba llorando a pierna suelta mientras Pip y Dot, sus dos únicos amigos, le escuchaban rodando los ojos al tiempo que se miraban el uno al otro

-tal vez por eso fué que nunca te hizo caso, siempre haz sido muy bruto con él, Wheezy, inclusive Dot y yo creímos que hacías eso porque lo odiabas-admitió Pip mientras se rascaba bajo el sombrero

-¡lo leí en un maldito libro!-vociferó Wheezy llamando la atención de Dice que, incómodo, trataba de sacarse a una señorita ya alta en copas que le restregaba de forma determinada los pechos en el brazo, distrayendo más a los apostadores que a Dice, que aunque escuchaba el relato de Wheezy, no despegaba los ojos de las manos de los jugadores, cuidando que ninguno hiciera trampas-¡los griegos hacían eso para decirle a alguien que le gustaba!-se quejaba, Dice solamente empujaba de forma educada a aquella mujer que riendo, volvía a la carga, incomodando no solo a King Dice, sino a varios de los jugadores. Wheezy, por cierto, no era el único que sufría su mal de amores por el sujeto de cabeza angulosa. Atendiendo de forma eficaz a los clientes, pero con un cierto temblor en el labio, Pirouletta hacía su trabajo lanzando miradas de añoranza a King Dice, quien, harto ya de la chica, llamó a Pip y a Dot para que se hicieran cargo del juego. Sin embargo, aquella chica no claudicó en su intento de conseguir la atención del rey del casino. Lo siguió hasta perderse de vista detrás de él en el largo pasillo que daba hasta la oficina de su jefe

bunch of violets(DevilDice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora