Capítulo VIII Llegada al campamento espacial

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Capítulo VIII

Llegada al campamento espacial

El campamento era distinto a como lo había imaginado. Un complejo enorme, con varias cabañas donde los scouts podían dormir se extendía hasta casi el infinito.

Un monitor que parecía salido de algún cuerpo especial militar les dio una serie de instrucciones. Era alto –mediría más de metro y noventa centímetros- y corpulento. Llevaba un traje verdoso bitonal, tenía un silbato y en la cabeza llevaba puesta una gorra también de color verde.

- Bienvenidos al Campamento Espacial para Cadetes del Universo (CECU). Mi nombre es JP. Estáis en este lugar que os permitirá desarrollar adecuadamente vuestras capacidades físicas e intelectuales. Tenéis un programa muy estricto y esperamos que lo cumpláis a rajatabla. Es importante que os lo toméis en serio. Mañana os atenderá otro instructor interino – dijo con claridad a los alumnos.

Amaya escuchó el discurso de bienvenida y cada una de las palabras de aquel hombre que parecía saber de lo que hablaba. Se suponía que era un campamento de verano intensivo de una semana de duración donde había programadas una serie de actividades más o menos entretenidas.

Ya eran las ocho de la tarde y en dos horas aproximadamente estaba previsto que se apagaran las luces para que todos los que estuvieran allí se fueran a dormir. El instructor les había dicho que era importante seguir un 'timetable' para tener un régimen organizado.

El despertador sonó a las 7.00 horas. Amaya se desperezó, aunque no se sentía cansada. Había dormido las horas suficientes como para levantarse de un salto y comenzar el día con energía.

Se dirigió al comedor que estaba ubicado al final del pasillo. Era de tamaño mediano, con varias mesas dispuestas con diferentes orientaciones. Cogió una bandeja, organizó los cubiertos, el vaso y dejó que las cocineras le sirvieran el desayuno. Cogió una barrita de pan y mermelada de melocotón y se sentó en una mesa aleatoriamente que estaba situada cerca de la puerta de entrada. Unos minutos más tarde ya habían repetido su gesto cerca de ella varios compañeros más.

Tras el desayuno se fue a su habitación y cogió su neceser para lavarse los dientes. Se dirigió al baño común y lo hizo. Después prendió un libro y se quedó leyendo hasta la hora de comienzo de las actividades físicas.

De repente apareció el otro instructor que les habían comentado el día anterior y Amaya hizo una mueca de sorpresa máxima cuando logró reconocer a la persona. Era Tom. El de clase. El francés. Su compañero de actividad. El chico que le había tomado un poco el pelo al principio de conocerse. El que había aceptado ser portavoz, pero le había dicho que lo sería con la condición de que ella también interviniera con posterioridad.

Apareció con una postura corporal impecable. Recto como una vela y con ropa similar a la del día de presentación.

- Buenos días y bienvenidos a la fase física del programa. Estáis en un campamento sobre el espacio donde queremos que nuestros miembros estén en forma.

Durante una hora, Tom les mandó correr alrededor de un campo más o menos grande. No era un circuito, sino más bien una explanada abierta alrededor de la que dieron varias vueltas.

Los 15 alumnos estuvieron rodeando el entorno natural. Era un lugar donde se podía respirar un aire muy limpio. Era agradable estar allí, incluso aunque ya les estuvieran dando caña.

Tom les dejó descansar durante unos diez minutos. Después les dio instrucciones para que se dirigieran a otra zona. Amaya escuchó atentamente y se fue con paso firme a un pabellón cubierto que estaba frente a la explanada. Allí había un circuito con una serie de conos dispuestos en forma de ocho y un balón medicinal en el suelo algo más adelante, a unos metros de los conos.

Amaya en 1º de Bachillerato - Capítulo 1Where stories live. Discover now