VI.

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"¡ADIVINA QUE PASÓ!"

La palabra "escribiendo" no tardo mucho en salir por debajo de su apodo.

"¿Encontraron la cura del cáncer?"
"Ja ja ja, te estoy diciendo en serio, adivina"
"No sé, no me gustan las adivinanzas"
"Eres un amargado"

Algo le ocurría, no sé quién era la persona con la que conversaba pero no era mi mejor amigo, y por mas feliz que estuviese por la escena que ocurrió con ella, tenía que preocuparme por André.

"Te veo en la cafetería en cambio de hora 🧡"
"Está bien"

Ya habían pasado siete minutos desde el cambio de hora y no veía a André por ninguna parte, saqué mi celular e intenté llamarlo, llevándome directo a buzón. Tecleé un mensaje y nuevamente esperé para alguna señal de vida.

Nada.

Me había perdido media clase para  nada, lo llamé nuevamente esta vez atendieron en el primer timbre. "¿En dónde estás? Llevo media hora esperándote" Fue lo primero que dije, en tono desesperado, pues odio tener que esperar a alguien, soy una persona muy impaciente.
No se escuchaba nada del otro lado, más que unos sollozos que me indicaban que mi amigo no estaba bien.
"¿En dónde estás?" Volví a preguntar ahora de manera más tranquila, sentía mi corazón latir rápidamente, y el aire no me llegaba a los pulmones, estaba pensando en lo peor. Aunque estuviésemos en una escuela, a veces los adolescentes son los más crueles y los que tienen el corazón de roca.
"Atrás de los vestidores de hombres" logre entender después de un par de segundos, pues los sollozos apenas lo dejaban hablar. Colgué la llamada y me puse a caminar hasta donde André me había dicho. Era una especie de pasillo al que apenas le entraba luz, a ese lugar solamente entran los conserjes pero era muy fácil escabullirse para cualquier alumno.

Lo vi recargado en la pared con las rodillas cubriendo su rostro, me acerqué con cautela, pasando mi brazo por encima de sus hombros, de inmediato se acurrucó en mi cuerpo, soltando todas las lágrimas que había estado guardando. Mis manos le acariciaban la espalda, dándole a entender que todo estaba bien, ya estaba ahí yo y lo iba a cuidar. Después de veinte minutos el sollozo paró, y por fin pudo levantar su rostro para mirarme, sus ojos estaban hinchados e irritados, apagaban esa mechita de luz que siempre tenían.

"¿Y bien?" Me atreví a preguntar, tomando su mano, dándole un leve apretón. Se escuchó un suspiro de su parte, volviendo a bajar la mirada.

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⏰ Última actualización: Jan 09, 2018 ⏰

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