La educada vida de mi acompañante.

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-Sigue con la pregunta –

- "¿Por cuál aspecto de tu vida te sientes más agradecido?" – Yuuri terminó de leer la pregunta para girar a ver al ojiverde, esperando por su respuesta.

-¿Por cuál aspecto de mi vida me siento más agradecido?... – puso mirada pensativa, tratando de encontrar la respuesta indicada a esa pregunta – Supongo que estoy agradecido con tener a mi familia conmigo siempre, estoy agradecido con contar con lo necesario y hasta un poco más, que me permite estudiar la carrera de mis sueños. No creo que haya otra cosa que pueda pedir – sonrió mostrando un poco sus dientes, a la vez que giraba con el pelinegro - ¿Y tú? –

- Al igual que tú, de lo que me siento agradecido y feliz de tener es a mi familia, todos sanos y con lo necesario para seguir en el camino  - dibujó una sonrisa de vuelta a Wolf, el cual sonreía tímidamente.

- Mi turno – Wolf tomó las hojas para leer la pregunta correspondiente – Pregunta número 9... "Si pudieras cambiar algo en la forma en que te educaron ¿qué sería?"

-La forma en que me educaron. Bueno... mi madre es un apersona extremadamente liberal por lo que aprendí muchísimas cosas buenas de ella y papá sin embargo, me hubiera gustado que fuera un poco más ¿exigente? No lo sé, había pocas cosas que le molestaban, es alguien muy adorable y buena pero es un sentimiento extraño – el ojinegro se rasco ligeramente el rostro, buscando más argumentos – Nos dio mucha libertad a mí y a mi hermano; si hubiéramos sido otra clase de hijos tal vez hubiéramos terminado en el mal camino, pero supongo que la forma en la que nos educaron también tuvo mucho que ver con eso.

- ¿En serio? ¿Cómo qué clase de libertades te daba? – la curiosidad lo mataba, es decir, no escuchas tal comportamiento en una madre seguido, pues suelen ser muy amorosas y sobreprotectoras, y a juzgar por lo que había contado Yuuri, era realmente un caso muy extraño

- Pues no lo sé, supongo que ya estoy acostumbrado a sus acciones pero si tuviera decir algo podría ser... ¡Oh! Cuando estaba en secundaria, le gustaba demasiado que saliera con amigos, no es algo fuera del otro mundo, cualquier madre quiere que sus hijos tengan amigos pero, había veces en las que le alegraba que llegara tarde por irme a divertir, se preocupaba, sí, pero muy a su manera.

-Y cuándo eras pequeño ¿cómo era contigo? – Yuuri se sonrojó sin poder evitarlo al pensar en esos, oscuros y vergonzosos, recuerdos...

- Era... muy... especial. – fue lo único que atinó a decir el pelinegro, no tenía por qué dar más explicaciones de las necesarias.

- ¿Por qué? ¿Qué hacía? –

- Cosas-

-¡Yuuri dime! ¿Qué cosas? –

-¡Nada! –

- ¡No seas miedoso! ¡Dime qué cosas te hacía tu madre!

- ¡NO!

- ¡YUURI!

- ¡Está bien! Pues... mi madre – inhaló y siguió – no sé si era su sueño frustrado por tener una niña o en qué diablos pensaba pero... ¡Me vestía como una niña! Me ponía vestidos y moños – exclamó el moreno con un tono de frustración en su voz.

-¡Qué lindo! -  exclamó Wolfram soltando unas leves pero, muy audibles carcajadas, al imaginar inconscientemente a un pequeño y tierno moreno, con vestidos de holanes, moñitos y dos coletas peinando su cabello.

-¡No es lindo! ¡Es vergonzoso pensar en eso! – el pelinegro ya se encontraba sonrojado hasta las orejas debido a la vergüenza del momento; eran pocas las personas que sabían acerca de ese secreto y el hecho de que un chico al que casi acababa de conocer lo convenciera de contárselo, era algo demasiado penoso.

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