Cenar con un famoso, llamadas y... ¿una cita?

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En toda la mañana no hubo un momento en el que pudiera dejar de lado todos esos molestos pensamientos que lo torturaban. Tan sólo quería que fuera la hora que le había indicado esa mujer para acabar con eso de una vez por todas.

La conversación que tuvo con la profesora Anissina el día anterior lo tenía con los nervios en punta, y no estaba exagerando ¡Realmente estaba muy preocupado! ¿Un experimento que te hacía enamorarte de una persona? A lo que había descrito la pelirroja sonaba algo muy simple ¡llegando a ser algo creíble! Pero viniendo de un proyecto a cargo de esa mujer no estaría tan seguro de eso… (si descartaba el hecho de que era una investigación de alguien más).

No obstante, se encontraba nervioso, ansioso y muy molesto porque estaba a punto de ser usado como rata de laboratorio. Si esas preguntas funcionaban, muy probablemente iba a caer enamorado de la persona que estaba a punto de conocer. Y eso lo tenía más que alarmado por una razón…

Luego de dar vueltas durante toda la mañana por la sala de la universidad donde se dedicaba a hacer sus deberes; vio el reloj que colgaba de la pared y su corazón se detuvo por unos segundos: era hora de su perdición… Guardo todas sus cosas y tomando su maletín, se dirigió rumbo al laboratorio, donde seguramente Anissina lo estaría esperando junto con la otra persona que realizaría el experimento con él.

Camino por los pasillos de la escuela hasta dar con la puerta que menos quería ver “Laboratorio de Ciencias Experimentales”, eso es lo que se hallaba grabado en la placa de aquel salón. Soltó un largo suspiro mientras tomaba con fuerza el asa de su bolso y se dispuso a abrir la puerta, no había marcha atrás.

Al entrar pudo ver a la pelirroja tecleando en su computador, muy concentrada y sin despegar la mirada de la pantalla.

- B-buenas tardes profesora… - por un segundo en su cabeza pasó la idea de salir huyendo de ahí, al fin y al cabo la mujer estaba muy ocupada y ni siquiera había notado su presencia, pero esa idea se fue a la basura en el momento en el que ese saludo salió de su boca. Maldita sea su estupidez que lo obligó a actuar antes de pensar en la situación…

- ¡Wolfram, que bueno que llegas! ¿Estás listo para lo que viene? – preguntó con un entusiasmo que llegó a molestar al rubio ¿Cómo era posible que esa mujer disfrutara presenciar el sufrimiento de sus vícti… de sus asistentes?

- ¿Aún puedo decir que no? – se adentró en el laboratorio, dejando sus cosas en el suelo recargadas en una silla, en la cual tomo asiento luego de eso.

- No, y nunca tuviste la opción de negarte. -

- Tsk – hizo un puchero girando su rostro hacia otro lado - ¿Dónde esta ‘esa’ persona? – comentó con un poco de fastidio en su tono de voz.

- Aún no ha llegado… A pesar de que le dije que llegara temprano, ese muchacho… - dijo volteando a ver el reloj. El ojiverde estaba a punto de preguntar otra cosa cuando se percato de un pequeño detalle…

- ¿¡Muchacho!? ¿¡Es un hombre!? –

- Hey ¿Por qué el escandalo? Te he observado, para saber que las mujeres no van contigo. – le guiñó un ojo haciendo que se sonrojara de golpe, mientras que ella continuaba con lo que hacía en su computadora.

-¿C-cómo lo… - no lo iba a negar, su loca profesora tenía razón pero no sabía que sus modos fueran tan obvios como para que la gente se percatara de algo así. No lo avergonzaba ser como era, en lo absoluto, pero no era el tipo de persona que tiene muchas amistades ni de la que suele estar rodeada de gente, y por tal razón no vio la necesidad de contárselo a nadie en particular. Y dejando de lado ese asunto, la razón de su exaltación (y de su previa angustia) era precisamente esa, no sabía que Anissina supiera sus gustos y por esa razón pensaba que iba a escoger a alguna chica para ser la otra mitad del experimento, y la verdad es que no quería quedar enamorado de una mujer, mucho menos si era a causa de un experimento como ese… Decidió quedarse callado, no había otra cosa que pudiera decir en esos momentos.

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