Hudge

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Toqué el timbre y en seguida escuché la dulce voz de mi madre.

- ¡Víctor! ¡Abre la puerta!

- ¡Estoy ocupado!

- ¡TÚ SIEMPRE ESTÁS OCUPADO!

Bueno. Mis padres son raros, no todo es amor, pero aún así se llevan bien.
Cuando mi madre abrió la puerta se abalanzó a mí como si hubiera pasado 1 año de no vernos.

- ¡Víctor! ¿Cómo has estado, mi amor? Te extrañe demasiado, cariño. ¡Pasa!

-Madre, no sabes lo mucho que te extrañaba y extrañaba a tus gritos.

-Disculpa, tu padre me hace gritar demasiado, ya sabes, nunca quiere abrir la puerta. ¡Víctor, baja, llegó Víctor!

Era gracioso ir a visitar a mis padres, sobre todo cuando mi mamá decía "Víctor, llegó Víctor". Llamarme como mi padre es gracioso.
Cuando mi padre venía bajando las escaleras escuché a la mascota de mi madre bajar rápidamente, un gordo y lindo gato llamado Morth.

-Venga, ¡Qué lindo estás, Morth! ¡Eres el mejor, bebé!

Morth era un gato siamés muy gordo, podía decir que pesaba más de 5 kilos. Era muy grande, ha estado en la familia desde hace 5 años, mi madre lo rescató una noche en los árboles que hay enfrente de donde viven, me asombra lo tonta que es mi voz cuando le hablo a Morth, es como cuando los padres le hablan a sus hijos siendo bebés.

Mi padre bajó y enseguida me abrazó.

-Me da gusto verte, hijo. No sabes la felicidad que siento al verte bien.

Mi padre era una persona seria, su trabajo de eso dependía, pero aún así siempre tenía su lado bueno. Sus palabras eran confortantes para mí.
Toda la tarde estuve con ellos y me sentía otra vez un niño, tenía la gran satisfacción de tener a mis padres unidos y muy sanos, hablar sobre cosas graciosas o cosas sin sentido me alegraba, jugar Monopoly era algo que a los Hudge se nos daba bien, no era por presumir, pero pasábamos horas jugando y los tres éramos muy buenos.

-¿Y cómo va la pastelería, madre?

-Vamos muy bien, hijo, el personal ha crecido y las ventas aumentaron aún más, si todo sigue así, podremos abrir otra pastelería.

-Me alegra saber que esté yendo todo bien, madre ¿Y tú, padre?

-Bueno, el caso va bien, ya casi acaba y tenemos todo a nuestro favor, me alegra trabajar con gente inocente sincera.

-Es increíble. Si Estudios del teatro no existiera, hubiera estudiado Leyes.

-No lo dudo.

-Víctor, hace unos días hablaba con tu padre y le comentaba que ya era momento de que tú recibieras tus propios ingresos, así que...

-Madre, aprecio lo que ambos hacen por mí, entiendo que ya me tengo que independizar, buscaré trabajo, no pasa nada.

-No, hijo. Me refiero a que la siguiente pastelería estará a tu nombre, tú serás el encargado de hacer lo posible para que crezca.

-Es increíble, pero no tengo noción sobre administración de empresas, soy escritor, no podría ver caer tu negocio por mi culpa.

-No haz entendido, Víctor, bien lo dices tú, no tienes noción, pero tu madre no puede tener esa carga de trabajo a su edad, necesitarás empleados, gente de confianza, no sólo será Víctor Jay Hudge.

Mi padre siempre tenía las palabras necesarias para darme una bofetada con ellas. Era verdad que mi madre estaba creciendo y a su vez deteriorándose, no necesitaba trabajar pues prácticamente yo era un hijo de papi, la beca escolar además de bajar la tarifa de inscripción, me daba un apoyo extra para pagar mis libros y materiales que necesitara. Soy una persona que no come mucho, que no sale, que cuida su auto y sobre todo que sabe cuidar su dinero, tener un trabajo sería un hobbie para mí.

Nunca tocaron el tema sobre Olivia, supongo que saben la situación en la que estoy.
El Sr. Farrés me había comentado que mi padre están al tanto del caso, confían en él así que supongo que quieren evitarme un mal rato.
Comimos un poco de algo típico de aquí y que mi madre cocina delicioso, los famosos "Biterballen" son unas croquetas de carne y mantequilla, ¡Son un manjar!

El tiempo pasó volando y alrededor de las 8 p.m. Decidí ir a mi casa, pues a estas horas hay un poco de frío. Si bien en las tardes la temperatura es de 20° o 22°, en las mañanas y en las noches es de 10° o un poco más.

Decidí tomar el camino largo, pasando por los parques y por las zonas de discos y vida nocturna, quizá no me atraía estar dentro de esos lugares, pero Ámsterdam por las noches era un lugar lleno de luz.

Al entrar a mi casa vi que había una carta en el suelo. Tuve miedo de saber de quién se trataba. Era un sobre común, sin postal, sin ningún escrito en el sobre, me dispuse a abrirla y a leer lo que decía en ella...

"Ódiame o ámame, están ambas a mi favor. Si tú me amas, yo siempre estaré en en tu corazón. Si me odias siempre estaré en tu mente”.
-WS

Olivia Newman Barret.

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