Secretos

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Salimos del instituo y caminé con Ana hacía su coche, un Audi plateado, me encantaba.

Ana tiene una casa enorme a la afueras de la ciudad, como una mansión: jardín trasero con una piscina perfecta, un saló lleno de adornos y antiguedades, unas escaleras de castillo...una casa emocionante. Su padre ( Jesús )  trabaja demasiado, está siempre fuera y apenas pasa tiempo con su familia, pero su madre ( María ) esta ahí en todo momento, es muy cariñosa y amable, me encantaba esa mujer.

Caminando hacía su coche, pude oir las risas entre amigos, risas, risas perfectas de que llegó el verano, de que ahora mismo podrías decir gilipolleces delante de un profesor y no pasar nada. Pude notar esa libertad de poder hacer lo que quisieras,que todos sentían, incluida yo. Ahora podíamos despertarnos y no tener la necesidad de romper el despertador. Simplemente, ese momento era perfecto.

Ana saltaba, cantaba y reía y yo a su lado. Nos reímos a carcajadas de una manera que tuvimos que sujertarnos ambas a cada una para no caernos. Esas son una de las cosas que le hacen perfecta.

Subimos a su coche, Marcos no quiso venir, decía que tenía cosas que hacer. ¿Enserio? El último día de instituto, ¿tienes cosas que hacer?. No me lo tragaba pero ya hablaré de esto con él más tarde.

Ana me dejó en mi casa y me despidió con dos besos, entré, tiré la mochila al suelo, hice mi baile happy, saludé a mi madre y subí a mi habitación. Me tiré en la cama dando un suspiro mirando hacía el azul celeste de mi habitación.

Quedaría a las cinco con Ana y Marcos, de mientrás, no haría NADA, solo estar en mi cama con el ordenador.

***

Solo me cambié la camiseta para quedar con mis amigos, sinceramente, no me apetecía cambiarme entera.

Cogí mi movil  y bajé las escaleras hacía la sala de estar, donde estaba sentada mi madre viendo su serie favorita: Castle.

- Hey...mamá ¿qué tal?- Dijé sentándome a su lado en el sofá.

- Hola, bien... ¿te vas?- Me respondió sin dejar de mirar la televisión.

- Si.

Pasaron unos minutos extraños e incómodos que no soportaba y me atreví a preguntar.

- ¿Me das dinero?- Pregunté tímida frotándome las manos. Ella nunca me deja dinero. Y cuando le pedía, siempre me caía una riña en la que acabaría abofetándola.

- Joder. Claro. ¿Por qué has tardado tanto en preguntarlo?- Se levantó del sofá y fue hacía la entrada para coger dinero de su bolso.

Mi madre ( Clara ), no es como las demas, no es comos esas madres que simpre dicen a sus hijos lo mucho que los quieren y les dan besos, no, ella dice palabras inapropiadas y se comporta de forma inusual. Si, es RARO, nunca me dice lo que tengo que hacer. Yeah, soy LIBRE.

Mi madre volvió con el dinero: veinte euros.

¿Porqué estaba siendo tan buena conmigo? ¿ Por qué coño me estaba dando tanto dinero? Pero que yo no me quejo eh, por mi, que siga así todo el jodido verano.

Me levanté del sofá para coger el dinero.

-Gracias.

Ella solo se limitó a hacer un movimiento de cabeza haciéndome saber la respuesta. Después, siguió viendo su serie.

Salí de casa y fui hacia un lugar perfecto en el que siempre quedabamos: es un parque bastante amplió, con un pequeño lago en el medio, preciosos patos blancos nadando sobre la cristalina agua, en la que se reflejaba la silueta de los árboles moviéndo sus hojas provocándo una brisa que te hacia sentir...derretida. 

Los tres sentiamos todas esas emociones hacia el parque.

Llegué y pudé a ver a Ana sentada en un banco jugando con el móvil.

-¡Heyy! Hola.- La saludé con dos besos sentándome a su lado.

- Hola.- Dijo sin separarse aún de su movil.

Ana estaba hablando con alguien en Whatssap y al parecer le caía bastante bien porque no dejaba de sonreírle a la pantalla.

- ¿Con quién hablas?- Me atreví a preguntarle al fin.

- Con nadie.- Respondió nerviosa.

- Y una mierda. Venga, ¿con quién hablas?

- Con nadie, solo un amigo.

" Solo un amigo". Eso no me lo tragaba y no pensaba en dejar el tema ahí.

Me di cuenta de que Marcos no estaba. ¿Dónde se había metido?

- Oye... ¿Y Marcos?- Pregunté en busca de él.

- Ni idea, le he mandado un montón de mensajes, pero no me contesta.- Respondió apartándo su mirada del movil en busca de Marcos, al igual que hacia yo.

- ¿Por qué no le llamas?- Pregunté sin dejar de buscarlo.

- Llámalo tú.- ¿Eso era una orden? Da igual, simplemente, saqué mi móvil y marqué su número.

- "¿Marcos? ¿Dónde estas?"

- Ya, ya, ya voy.

Me colgó y pude ver que Ana volvió a la conversación con su "amigo" 

- ¿Cómo se llama?.- Pregunté acercándome a ella para poder ver los mensajes.

- ¿Quién?- Me miró fijamente a los ojos apartando su movil bruscamente para que no pudiera verlo.

- El chico con el que hablas.- Le aparté la mirada desviándola hacia el suelo.

En ese momento llegó Marcos.

Perfecto Marcos, has jodido el momento.

- Lo siento, me he entretenido con unos asuntos.- Dijo acercándose a nosotras.

Ana, ni se limitó a saludarlo, estaba muy ocupada hablando con su "amigo".

- ¿Qué clase de asuntos?- Pregunté interesada mientrás él se sentaba a mi lado.

- Es un secreto.- Se rascó la nuca nervioso. Ana subió la cabeza sobresaltada haciéndo que soltáramos una carcajada.

¿ Qué les pasaba hoy a los dos? Escondían algo y no dudaba en averiguarlo

- ¿No confías en mi?- Pregunté mirándolo a los ojos con cara de cachorrito.

- Si, pero es para vosotras.- Se levantó del banco y nos cogió a las dos de las muñecas para acompañarlo a su lado.

¿Qué? ¿Un secreto que era nuestro? ¿ A qué coño se refería? Me estaba rayando.

Ana se levantó conmigo y funció el ceño extrañada.

- ¿ A dónde vamos?- Preguntó Ana enarcando una ceja, dejando su muñeca libre de la mano de Marcos, al igual que hacía yo. No recivió ninguna respuesta, simplemente, seguimos andando.

Llegamos a una especie de callejón cerrado y estrecho. En frente se podían ver las calles de la ciudad, escuchar el sonido de los cohces que pasaban, las personas con bolsas de la compra, los tacones de mujeres...todo tipo de sonidos.

El callejón era largo y estrecho.

Tenía dos paredes a los lados haciéndo que alquel lugar fuera mas agobiador. A los lados, se encontraban clubs de música, pero no parecían para gente pervertida, solo para divertirse. Un sitio perfecto para asesinar a alguien, todo estaba demasiado oscuro.

Marcos se paró y nos miró fijamente con sus preciosos ojos azul celeste , brillando junto con una pequeña luz que entraba en aquel callejón.

Comenzó a hablar, formando una curva en sus labios que provocaban una perfecta sonrisa.

El idiota que me enamoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora