tentando a la suerte

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Mi vida era normal hasta ese día, ese maldito día en que acompañe a mi mejor amigo Joé al cementerio. Nunca fui partidaria de hacerle ofrendas a los muertos y mucho menos altares, para mí, los muertos simplemente ya eran montones de huesos o polvo sin razón de ser ¡VAYA ERROR!

Nunca tuve miedo de ellos pues sabia que no hacían nada ya que eran eso, sacos de hueso sin carne y llenos de gusanos;
Los cambios en mi vida no vinieron en seguida, digamos que comencé a sentir cosas varios meses después luego de acompañar a Joé y seguir proliferando palabrotas por aquello que estaba observando, no compartía su manera de pensar sobre los muertos y siempre que podía se lo hacia saber ( a cada hora para ser exactos)

Joé siempre me decía que los muertos son de respetos y que algún día me arrepentiría de lo que en muchas ocasiones decía:

- "estás bien loco por creer en los jodidos muertos"

- ¡Calla ya! Algún día te reprocharan tanta lata que les das, eres mi amiga y no quiero que te pase nada por cabezota.

- Joé no creo en tus fantasmas. Son sólo muertos.

- Ay cabezotas, que necia eres. No digas que no te lo advertí. Pediré mucho a ellos para que no te hagan nada.

Mi amigo tuvo que haber rezado por mucho tiempo para que no me pasará nada, supongo que luego se cansó o se olvidó de pedir por mi y sus esqueletos sin vida vinieron a cobrar algo que desde hace mucho yo les debía.

Bajo la venganza de los muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora