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Extra Joerick.

Narra Joel:

Maldito Zabdiel...¿Cómo se le ocurría dejarme sólo con Erick? En la fiesta los dos estábamos juntos, pero era distinto, ya que había mucha gente a nuestro alrededor, y si intentaba robarle un beso o algo así y el no quería, era fácil decir "Ohhh lo siento Er no era mi intención, uno de nuestros compañeros me empujó y bla bla bla". Pero ahora estábamos solos solos, observando las hermosas estrellas. Quería que mis hermanos vinieran rápido para ya acabar con este lindo momento incómodo.

—Es lindo, ¿no?

Temble al escuchar su suave voz. Dirigí mi mirada hasta su rostro, y sonrió, demostrando tanta ternura e inocencia.

—¿Ah?—pregunté confundido.

—El cielo—soltó una risa.

—Ah...si...¡claro!—le devolví la risa con nervios.

—No tienes porque ponerte nervioso cuando estas conmigo—habló en susurro pero alcancé a escucharlo.

—Es...imposible—hablé más bajo que él.

—¿Qué?—preguntó. Al parecer no escucho.

—Osea...no, no estoy nervioso.

—¡Claro que si!

—¡Claro que no!

—¡Que si!

—¡Que no!

—¿¡Entonces por que te tiemblan los labios!?—rió. Espera...¿¡qué!? ¡O Dios, me voy a desmayar!

—¿Me...me estabas mirando los labios?

Sus mejillas se sonrojaron al igual que las mías. Sonrió, bajando la mirada.

—Y no es lo único que te tiembla...

Acercó su mano a la mía que se encontraba apoyada en el suelo de la vereda. Empecé a temblar más, y sentí un fuerte calor al sentir el tacto de nuestras manos. Separé mi mano del suelo, y la entrelace con los dedos de Erick...Dios, si esto era un sueño, no hagas que despierte nunca.

Lo miré a los ojos, y su mirada tenía un hermoso brillo incapaz de describir. Sonrió aún con sus mejillas sonrojadas, y desvió la mirada con algo de timidez.

—E-erick...

Siempre pensé que declararle mis sentimientos a Erick sería un trabajo muy fácil, pero no. Es verdad...¡Jamás había temblado cuando estaba con él! Pero ahora, que estábamos sólos, sin nadie a nuestro alrededor, había empezado a temblar, y a sentir mariposas en el estómago.

Se acercó y apoyó su cabeza en mi hombro, sin soltar mi mano, mientras desviaba su mirada hacia las estrellas. Esos pequeños puntos blancos reflejados en sus bellos ojos verdes, lo hacían ver perfecto, más de lo que ya era.

Y de tanto concentrarme y haberme perdido en su hermosa mirada, no me di cuenta cuando sus ojos se habían cristalizado y había comenzado a soltar pequeñas lágrimas.

—¿Estas bien?—pregunté preocupado. El cubano sonrió.

—Mejor que nunca...si estoy a tu lado.

Y mi corazón se aceleró rápidamente. Mis ojos se abrieron ampliamente y sentí la mirada del menor encima mío.

Volteé un poco mi cabeza, cruzando miradas con el cubano. Nuestros rostros estaban a poco centímetros y sentí su respiración acelerada vagar por mi nariz...de seguro estaba nervioso al igual que yo. Bajé mi mirada a sus labios...los tenía entreabiertos con un color rosa intenso. Acerqué un poco mi cara y el hizo el mismo acto.

Hasta que una luz arruinó el momento. Nos separamos de inmediato sin soltar nuestras manos, observando a un auto que se encontraba frente de nosotros. Entrecerré los ojos y pude apreciar dos figuras en el auto.

Eran Israel y Emanuel, dos de mis tres hermanos.

Estaba feliz y enojado al mismo tiempo.

—¡Vaya Jo!, ¿Pero que le has hecho al auto?—preguntó Emanuel bajando de su auto acercándose al mío, observándolo de esquina a esquina.

—¡Hola Emu! ¡Si, estamos bien! ¡Ninguno de nosotros nos lastimamos! ¡Gracias por preguntar!—hablé en un tono sarcástico levantándome del suelo con Erick.

—Wow, ¡hermanito! ¿Cuándo pensabas decirnos que tenías novio?—habló Israel a través del vidrio que se encontraba bajo en la puerta del auto, sonriendo pícaramente.

Espera...oh. Olvidé por completo que aún el cubano y yo teníamos nuestras manos entrelazadas. Nos miramos y soltamos nuestras manos rápidamente, y había comenzado a sentirme vacío, sintiendo la ausencia del calor de su tacto.

—No...no somos novios...— dije rascando mi nuca nervioso.

—Oh...que mal, ustedes harían una linda pareja—dijo Emanuel apretando unas teclas en su teléfono—un gusto chico, soy Emanuel.

—Yo soy Erick—sonrió el cubano con más confianza.

—¡Hola, cuñado! Yo me llamó Israel—habló mi otro hermano alzando la voz en la palabra "cuñado"

Iba a reclamar y a decirles que se callaran, pero en eso, el menor ya había comenzado a reír junto a mis hermanos, solo que Er sonreía tiernamente, no en tono de burla.

Esto sería una noche larga, llena de interrogatorios.

***

Emanuel se quedó esperando a que vengan a llevarse el auto para repararlo. Israel manejaba tranquilamente mientras Erick y yo estábamos en el asiento trasero mirando a través de la ventana.

—¿Que hacían cerca del colegio a esta hora? ¿No deberían estar en la fiesta o follando en algún lugar?—preguntó mirándonos por el pequeño espejo del auto.

Erick se atoró rápidamente con su saliva y empezó a darse leves golpes en el techo. Mi corazón estaba en la garganta y me puse rojo al instante.

—¡I-Israel!—grité enojado.

—¿Que pasa, Joelin? Siempre dices en casa que Erick es una persona cool, es muy lindo, sus ojos son hermosos y...¡auch!

—¡Ya basta, hermano! Yo nunca digo eso—grité pellizcando su hombro.

—Erick, has como que le crees, ¿bien?—rió Israel.

Miré de reojo a Erick y este tenía la mirada baja mientras jugaba con sus manos. Estaba sonrojado y tenía una tierna sonrisa en sus labios.

Primero Zabdiel y ahora mi hermano.

Gracias Diosito...en serio, gracias.

Dejame En Paz ||•Chrisdiel•|| (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora