VII

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Bakugou despertó aterrado.

Se reincorporó con rapidez de la cama evocando las sensaciones que tuvo la noche anterior como la pesadilla viviente más dolorosa de toda su vida, de la cual aún pensaba estar ahí. Su garganta, seca y adolorida, ardía terriblemente cuando su respiración irregular apareció tan rápido como su consciencia y su cuerpo se sentía tensado, como si hubiese hecho un sobresfuerzo demasiado grande durante mucho tiempo con todo su cuerpo, demostrando que todo lo sucedido, las sensaciones, el dolor y los mareos devastadores habían sido parte de su realidad. Pero, tan rápido como se recostó nuevamente en las sabanas húmedas de su propio sudor, se dio cuenta que la confesión de Asui también había sido parte del mismo. Cuando sus manos, grandes y suaves se encontraban buscando su cuerpo dentro de su somnolencia, abrazando su estómago al fin cuando lo encontró y acercó sus piernas sobre las suyas, protegiendo sus miedos con todo su pequeño cuerpo. Bakugou suspiró aliviado, habían dormido abrazados la noche anterior luego de vomitar el tallo de su flor, o más bien, él había dormido de lado evitando la fatiga mientras Asui le abrazaba por la espalda, reconfortándolo cada vez que el dolor y el reflejo de un nuevo mareo venía de vuelta durante la noche.

Se acercó a su lado con cuidado para ver su semblante durmiente más de cerca, colocando su frente por sobre la suya y sus manos en su cintura para atraerla a su cuerpo, acariciando alrededor de su tela con una caricia amada. Era verdaderamente hermosa, sus largas pestañas revoloteaban ocasionalmente, posiblemente, debido al sueño que en ese momento se encontraba viviendo, su boca si bien antes no encontraba atractivo en ella cuando la conoció, en ese momento pensaba que era perfecta, dulce en su propia forma que le hacía perder la razón cuando la saboreaba con sus labios, y sus ojos... Solo los dioses sabían cuánto amaba esos ojos cuando le observaban solamente a él, cuando sonreía, cuando la besaba, cuando la embriagaba de placer. Ese color negro como la más oscura de las noches lo hacía caer en la locura total, obsesionándolo, haciéndolo perder la razón y el corazón. Acarició su rostro con una de sus manos, deleitándose con el suspiró que liberó junto a una preciosa sonrisa, y la acercó más a su cuerpo para impregnar su calor sobre su pecho, por alguna razón incluso si estaba sudando demasiado, sentía mucho frio.

Él la amaba demasiado, quizás era la primera persona de la cual había tenido sentimientos tan fuertes como para permitir que lo consumiese como ella desease desde hace mucho tiempo, y jamás fue incapaz de asumir correctamente en su momento. Y ella lo amaba a él, demostrándole con su cuidado constante incluso si eso podría generarle graves problemas al estar en su habitación. No había algo que pudiese hacerlo más feliz en ese momento, que tenerla a su lado para su propio placer y protección.

Por primera vez luego de muchos días, Bakugou descanso tranquilo, abrazando a la chica de la que se había enamorado perdidamente.

...

— Me estás aplastando...

Susurró pesadamente cuando sintió los brazos y las piernas de Bakugou enlazados a su cuerpo con posesión. Él sin embargo, la presionó con más fuerza, ganándose un quejido de su parte cuando intentó alejarse.

— No me importa...

— Bakugou-chan necesito ir al baño, gero.

Gruñó con fuerza antes de soltarla y verla levantarse de su cama con rapidez, sin mirar atrás. Se reincorporó para observar el techo cuando su fuente de calor se había perdido, el alba ya se asomaba a través de su ventana junto a los primeros rayos de luz, debería ir a ejercitar en menos de quince minutos, mas solo había un asunto importante en su cabeza. ¿Qué pasaría con ellos en ese punto, cuando ambos conocían los sentimientos del otro? Jamás habían decidido salir o involucrarse seriamente cuando comenzaron su relación sin nombre. Y la última vez que llevaron ese tema a conversación no había resultado muy bien para él.

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