III

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Despertó un par de horas antes de su primera clase para preparar con tranquilidad el brebaje que Recovery girl le había sugerido desde la segunda semana de tratamiento. Su evolución estaba siendo exitosa gracias a la atención de la heroína que cuidaba de su enfermo corazón con habilidad. Tsuyu se dedicaba a mezclar la medicación desde muy temprano en la mañana para mantener su estado en las sombras, deseaba que ninguno de sus compañeros supiese sobre su condición por mera casualidad al pasar a su lado, necesitaba, por su propio bienestar emocional mantenerlo al margen de cualquier conversación que pudiese generarse, no porque no confiaba en ellos, sino que le era mucho más cómodo encargarse de aquel problema por su propia cuenta, dado que a los ojos del mundo era una compleja enfermedad cuyo tratamiento solo dejaba dolor y sufrimiento en la persona afectada, además de un constante temor hacia el amor en el futuro, por lo que solían cerrarse inevitablemente para evitar un nuevo tormento. Por esa razón y porque conocía la preocupación de sus amigos deseaba mantenerlo en secreto, tal como había nacido, sin que ella misma se percatara hasta que los primeros brotes hicieron efecto en su sistema. Incluso si solo una persona lo supiese por un acto desafortunado, confiaba lo suficiente en su cautela de que no se lo diría a nadie si así lo deseaba ella sin necesidad de pedírselo abiertamente, fuera de toda conducta negativa que Bakugou tenía, era una buena persona, al menos de lo que había demostrado con ella en el último tiempo, preguntándole en ciertas ocasiones sobre el avance de su condición sin necesidad de recurrir a la indiscreción. Tal vez debería agradecer su confidencia de alguna forma con una invitación o un presente.

Subió a su cuarto cuando limpió los utensilios de la cocina que había utilizado, aún era algo temprano para que alguien estuviese despierto en el edificio, ni siquiera Midoriya y Todoroki habían iniciado su entrenamiento matutino y algo del ambiente desolado entre los pasillos del edificio se sentía nostálgico, una soledad necesaria en algunos momentos, pensó. Los primeros rayos de luz del sol que apenas aparecían desde el este para iluminar el cielo nocturno, le daba la tranquilidad que necesitaba para soportar ese doloroso estado. Dejó la taza en el velador una vez entró a su habitación para que se enfriase lo suficiente y pudiese tomarlo sin quemarse parte de su lengua, aún si poseía una fuerza descomunal en la misma, no era muy buena para soportar altas temperaturas. Vio el líquido que llenaba la tasa hasta el tope. ¿Cómo podría describir el sabor de la sabia de roble que había preparado? Definitivamente la palabra delicioso no era parte de ella, pero Recovery le había dicho que nada de lo que matase el amor era realmente bueno, necesitaba ser amargo, asqueroso y doloroso al tragar. Exactamente como un amor no correspondido era lo que le hacía sentir con el medicamento. Una referencia a un corazón roto luego de ser rechazado, y como Tsuyu no se sentía capaz de vivirlo en carne propia, necesitaba recrearlo con fármacos indoloros. Si tan solo la enfermera tuviese la leve sospecha que se trataba de su profesor, definitivamente la hubiese sermoneado más tiempo del que utilizó cuando le entregó su medicación. Se recostó en su cama por un momento, somnolienta pero incapaz de volver a dormir, viendo el techo blanco de su habitación como lo más interesante del mundo, muchas veces pensaba tomar una fotografía a sus compañeros para colocarla de lleno como una gigantografía en ese lugar olvidado, pero pensar que al despertar lo primero que vería sería el rostro de sus amigos no le hacía mucha gracia. Pensar que posiblemente pedirían que Aizawa fuese parte de la misma solo hizo que su pecho doliese con ese sentimiento del cual ya se estaba acostumbrando lentamente.

Cada día su condición se sentía mucho más lacerante mientras más tiempo pasaba bebiendo del medicamento, que solo era un mero placebo. Muchas veces durante el día, en plena clase mientras su profesor sermoneaba a alguno de sus compañeros o se burlaba de ellos como parte de la rutina diaria en Yuuei, la necesidad intrínseca de gritar en ese mismo momento sobre sus reales sentimientos hacia él y acabar con todo dolor corporal se hacía más difícil de resistir. Arrugó la tela de su pecho en un intento de rechazar ese deseo prohibido, no podía hacer algo así, ni a su profesor ni a ella misma, mas las lágrimas que salieron ante el pensamiento de que lo que sentía era un profundo error no pudieron ser retenidas, las dejó caer a través de sus mejillas sin limpiarlas por el momento, era su oportunidad de por lo menos liberar un poco de su frustración a través de un leve sollozo. ¿Qué otro lugar tendría si no era en la intimidad de su habitación? Tsuyu deseaba liberar todo lo que guardaba en su cansado corazón que gritaba enfurecido que la existencia de su amor no era una equivocación. Mas eso solo le traería un sufrimiento mayor del que no sabía si podría sobrevivir a él, su condición estaba en un punto crítico porque lo dejó estar por demasiado tiempo enterrado. Confiada en que solo era un mero capricho de adolescencia.

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