Atadura

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Los días solían pasar rápido cuando se trabajaba en la empresa, sobre todo por la cantidad de trabajo que eso con llevaba, Dagan recién me había comunicado que su hermana vendría de visitas, estaba emocionada por verla, ella vivía en España y no solíamos contar con su visita muy a menudo, y yo me encontraba fuera de la oficina, sosteniendo una taza de café en mis manos, mientras esperaba su llegada, deje la taza apoyada en el escritorio de la secretaria cuando la observe abriéndose paso por la entrada principal, luego me apresure a recibirla con los brazos abiertos.

—¿Vienes sola? ¿Qué paso con tu novio? —Pregunte extrañada mientras la abrazaba exhalando su perfume de Dolce & Gabbana impregnado en su ropa.

—Ese podrido bastardo, quería quedarse con mi herencia, al parecer se entero que poseía muchos millones en mi cuenta bancaria, ahora no es mas que otro hijo de...—Vocifero malhumorada, como siempre Dagan llego en el momento justo antes de que pudiera terminar su insulto.

— Hermana, acaso tengo que regañarte siempre, no digas groserías, no se ve bien en un dama, mucho menos en una tan hermosa como tú —Dagan se acerco a su hermana y la cobijo en su pecho con mucha ternura, yo los miraba con admiración y alevosía, era bastante raro que dos hermanos se llevaran tan bien.

— Hermano querido, te recuerdo que ya soy mayor de edad, ya no puedes decirme que hacer, pero no puedo reprocharte que me cuides, ojala todos los hombres fueran como tú, créeme que si así fuera ya estaría casada y con muchos hijos —Dijo Gianna levantado la barbilla para mirarlo a los ojos.

— Eso es complicado de imaginar, todos saben que eres muy difícil de complacer—Le aseguro moviendo la cabeza a todos lados, Dagan se encogió y le dio un beso en la frente, después se aparto, quedando al lado mio— ¿Y qué hay de Raizel? ¿Crees que es un mujer difícil de complacer? — Le pregunto a Dagan con una mirada picara.

— A ella la complazco en todos los sentidos —Respondió dándome un beso en los labios, que me tomo por sorpresa.

—Bueno señoritas ya estuvo mucho de cuchicheo, me retirare a mi oficina a terminar de organizar el papeleo para la junta — Se despidió y salio disparado hacia su oficina, me sorprendía lo responsable que solía ser Dagan, sonreí para mis adentros.

—¿Quién es él? —Pregunto de repente Gianna, señalando discretamente detrás de mi, me voltee para observar, se trataba de Gael acaba de llevar a la empresa, llevaba puesto un traje negro y una corbata roja ligeramente desarreglada del nudo,me quede sin aire e ignore la pregunta de Gianna y me pregunte por qué siempre me tenía que pasar lo mismo cuando lo veía, las mismas emociones, me nublaba la cabeza, el corazón me brincaba en el pecho como un loco y mi cuerpo se volvía gelatina.

—¡Ese hombre arde desde la cabeza a los pies! — Exclamo con las mejillas ligeramente sonrojadas.

— Mas bien la que esta ardiendo eres tú —Mi tono sonó un poco molesto, que me pasaba, me entumecí al ver que se acercaba. Gianna se emociono a mi lado, pude verlo en sus ojos.

—Buenos días, señorita Romano —Saludo con una sonrisa perfecta capaz de derretir el mismo cielo y el infierno para luego juntarles al mismo tiempo.

— Buenos días —Fue lo único que pude decir, lamente no poder controlar mis nervios, estaba actuando como una niña pequeña, no, en realidad estaba comportándome como una mujer que deseaba lanzarse a un acantilado.

—¿Quién es la elegante dama? —Pregunto después de unos instantes ante mi indiferencia.

— La señorita Gianna Leone, es hermana de mi prometido— Respondí automáticamente sin pensarlo, quería que la palabra prometido se resaltara de las demás.

— Mucho gusto, Gael Rizzo para servirle —Elevo su mano y sostuvo la mano de Gianna depositando un beso en ella, de inmediato puse los ojos en blanco.

— El gusto es mio Gael — Rio Gianna apenada, apartándose el cabello en un gesto femenino.

— Definitivamente no pude tener nada mas grato esta mañana que hablar con usted, espero que no le moleste si me llevo a la señorita Raizel conmigo, si no me equivoco ella se dirige también a la junta— Gianna sonrió con esplendor al escuchar lo que decía, si no la hubiera conocido como la palma de mi mano, no me habría dado cuenta que estaba coqueteando con él.

—Es cierto,la junta esta justo a punto de empezar, nos vemos a la salida —Dije con rapidez, Gianna me miro con los ojos iluminados, me hizo un gesto con la cabeza indicándome que me fuera.

Dejamos atrás a Gianna pero enseguida me arrepentí, estar al lado de Gael me puso los nervios de punta, respire cuando estábamos a punto de llegar a la puerta que daba la bienvenida a la reunión, estire la mano y toque la manecilla estaba lista para abrir aquella puerta, pero me detuve al escuchar su voz.

— Una flor es hermosa a la vista, es tentadora al olfato y es peligrosa si tiene espinas cuando se desea cortarla, pero a mi no me importaría sangrar y lastimarme a causa de ellas, para que fuera completamente mía— Me quede helada, pestañee varias veces y me enmudecí, pensé que Gael estaba bromeando, lo mire esperando a que dijera algo más pero no dijo nada, al contrario su mirada era ardiente.

— Leí eso una vez en un libro—Dijo Trague con dificultad Gael jamás supo lo que en realidad significaban esas palabras y yo no pude descubrir en ese momento que esa frase seria mi destrucción.

— Es profundo— Murmure por lo bajo. Abrí la puerta y aunque en ese instante no lo pensé, la verdad es que había atado mi vida por completo a Gael, ese contrato no era más que un símbolo de mi atadura en el alma, el corazón y en mi ser, una que no podría romper ni con la muerte.

Amor de AdelfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora