Éxtasis

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Dagan me había llamado esa mañana, me pregunto si quería que pasara a recogerme para irnos juntos al trabajo, yo no acepte, la verdad es que no podía ni siquiera escuchar su voz después de lo que había pasado, fue esa la primera vez que fui consiente del dolor tan grande que podía producir el corazón y el alma entera cuando se rompen y no quería volver a experimentarlo.

Al final decidí irme en mi auto, cuando llegue a la empresa aun era algo temprano, así que para mi favor no me cruce con nadie,al llegar a mi oficina, solté un enorme suspiro, lo único que necesitaba en ese momento era estar sola, sin visitas y concentrarme en mi trabajo, eso me ayudaría para despejar mi mente.

Al abrir la puerta, trague saliva, pero se atoro en mi garganta casi al instante, porqué frente a mi escritorio se encontraba Gael, sentado, con la mirada perdida en el vació y una mano apoyada en la barbilla, se que es tonto y no me cuesta admitir que estuve al borde del desmayo, no por la impresión si no por la cantidad de emociones que me causaba detenerlo tan cerca.

—¿Qué hace aquí?—Pregunte molesta sin preocuparme por ocultarlo.

—Se le olvida que somos socios—Salio de su ensimismamiento y respondió con serenidad, levantándose de la silla para acercarse más a mi.

—Créame que no lo olvido— Respondí lo más amable que pude, intente sonreír y el rostro se me congeló, ya no podía reírme, cada vez que lo intentaba un dolor me a travesaba el pecho.

—Se que no lo haría— Dijo mirándome a los ojos, yo baje la mirada de inmediato, no quería que notara que estuve llorando — Aunque si me disculpa el atrevimiento, la veo un poco cansada ¿Se encuentra bien? —Pregunto, respondiendo a mi indiferencia.

— Estoy bien, gracias— Me aclaré la garganta— Es solo que no dormí muy bien anoche.

— Comprendo.

—¿Puedo saber que hace aquí?— Puse los ojos en blanco y lo mire sin reservas esperando una respuesta.

—Solamente quería saludarla —Se guardo las manos en los bolsillos.

—No creo que un hombre como usted venga a la oficina de una mujer solo a saludarla — Me cruce de brazos, contoneandome mientras caminaba alrededor suyo, quería intimidarlo para que se fuera.

—Es usted muy perspicaz señorita Raizel me sorprende siempre —Observo mi cuerpo con detenimiento, yo estaba literalmente en llamas, ese hombre me sacaba de confort, me doblegaba y no me gustaba sentir necesidad de sus manos o su cuerpo.

—¿Esta aquí para hablar de negocios? —Pregunte, moviéndome unos centímetros cerca de su cuerpo que irradiaba calidez.

—Se equivoca, no vine a eso —Dijo negando con la cabeza y ocultando una media sonrisa.

—¿Entonces a que vino?—La voz me tembló, mientras pensaba en las razones que habían traído a Gael a mi lado, la cabeza me daba vueltas y no sabía exactamente en que pensar, no estaba segura si mis ideas eran correctas o erróneas y eso me puso nerviosa.

—A cumplir con el deseo más demente que he tenido en mi vida — Sus pupilas se dilataron y su voz sonó grave, se me erizo la piel, me mordí el labio para no gritar.

—¿Qué anhelo puede ser tan descabellado?— Era solo mi imaginación o todo a nuestro alrededor ya no existía.

—Usted— Mi corazón latió con arritmia, mis pies se entumecieron no respondían a mis ordenes, si porqué les estaba pidiendo que corrieran, que me llevaran hasta aquella puerta que se encontraba a unos cuantos centímetros, pero que en ese momento me parecían kilómetros, les estaba rogando que me sacaran de ahí antes de que fuera demasiado tarde,pero no escucharon, no respondieron y se quedaron varados sin ningún tipo de vergüenza, si hubiese podido irme lo habría hecho, esa fue una de las más malas decisiones que tome en mi vida, lo sé porqué existen niveles para clasificar una decisión y la mía estaba en el más alto de todos.

—¿Me desea?— Pregunto en un rugido, al verme que yo no respondía me agarró por la cintura y me estrecho contra él.

—Sí— Respondí con timidez, de pronto las mejillas me ardían como dos pares de brazas, Gael me respondió con un beso sin que yo pudiera reaccionar, pero luego me abrí para él, me debilité con sus labios dulces, embriagante y al mismo tiempo suaves, Gael emitió un gemido que me volvió loca, me aferré más a él sin pensármelo dos veces, dejo de besarme para mirarme con los ojos encendidos de algo que no supe distinguir, quizás se trataba de pasión, frustración, deseo o amor, no lo sabía pero me moría por descubrirlo.

Su cuerpo se fundió con el mío, Gael me coloco las manos en la espalda y con un pequeño esfuerzo me acerco más a su cuerpo, todo en mi se tenso, las piernas me flaquearon, esperé hasta que otra vez la boca de Gael se abalanzó en la mía, inmediatamente su lengua acarició lentamente mis labios y el sabor me resulto enloquecedor como una droga, un veneno que se movía por mi cuerpo y me enviaba escalofríos por la espalda.

Nos movíamos por la oficina danzando al borde de nuestra fogosidad, mis manos viajaban por su espalda musculosa, perfecta y moldeada, intentando descubrir cada rincón,cada pedazo de él, continuo besándome hasta dejarme sin aliento y siguió después besándome el cuello, un murmullo de placer se escapo de mi boca, pero todo aquel ardor se escapó al pensar en lo que realmente estaba haciendo, aquella lujuria se interno en mi cabeza, se estaciono en mi corazón y termino trasformándose en miedo, culpa y remordimiento.

Recordé con mucho dolor que no estaba soltera para tener este tipo de aventuras, estaba comprometida, muy a mi pesar con un hombre que me había engañado, pero lo estaba y no era correcto lo que nada de lo estaba pasando, ni los besos tormentosos de Gael, ni sus caricias tentadoramente irresistibles, ni su mirada apasionada, todo eso estaba fuera de lugar definitivamente.

—Aléjese de mi—Le pedí en susurros, baje la cabeza lo más que pude y me separé con estremecimiento y éxtasis friltrandose por todo mi ser.

—Por favor—Suplique con los ojos cerrados y apuñados, mientras el aliento de Gael, me acariciaba el rostro.

Seguí así hasta que la sombra de Gael que se cernía sobre mi desapareció, escuche como Gael se alejaba, abría la puerta y escuché también el golpe de la puerta cerrarse cuando se marchó.

Cuando supe que ya no estaba, los abrí, me di la vuelta, apoye las manos sobre el escritorio para no caerme de la conmoción, algo en mi mejilla resbaló, era frío y dolía, era una lagrima, me di cuenta que estaba llorando, ahora no solo Dagan me había engañado a mi, sino que yo también le había engañado a él, y lo peor de todo es que lo había disfrutado, me arrepentí, pero no era un arrepentimiento sincero, ese no era el día para hacerlo, pero tarde o temprano iba a llegar y no sería fácil de asimilar, iba a doler como los huesos siendo triturados bajo los neumáticos de un auto.

El cuerpo me estaba temblando de excitación, me seque las lagrimas y la puerta se abrió sin aviso, me compuse y mire al frente era Dagan, traía una enorme sonrisa que se borro al verme.

  —¿Estas bien?  —Pregunto abrazándome, tuve que contenerme con gran dificultad para no gritarle y no reclamarle en ese momento, aunque la verdad no me encontraba en posición de hacerlo, pero tenía el derecho y necesitaba saber por qué me estaba fingiendo, sin embargo no lo hice, porqué algo en mi corazón no lo permitió, quizás el cariño que sentía por el me lo impidió, no supe nunca el motivo real de mi silencio.

—Solo un poco cansada  — Respondí alejándome.

—¿Hay algo que quieras decirme?  — Frunció al ceño al notar mi preocupación.

—No  —Sonreí y el también me sonrió, ahora me doy cuenta de que esa sonrisa solo fue una señal de que no debí mentirle aquel día, de que jamás debí empezar algo que no podía controlar, de que estaba jugando un juego en el que no era experta.

Amor de AdelfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora