Ese día no lleve mi auto así que Dagan me había llevado a casa después del trabajo, me estire y bostece enfrente de la puerta, la espalda me dolía y eso que se suponía que mi asiento era cómodo, un gran portón de color marrón me impedía el paso se cernía con espacio, era uno eléctrico así que solo necesitaba ingresar mi código para que abriera la puerta, lo ingrese y tal como debía ser se abrió, mire al rededor al parecer todo estaba en orden, el jardín se miraba perfecto como siempre y la casa que era parecida a una pequeña mansión, lo decía porque comparada con la casa de mis padres era muy pequeña estaba también completamente cerrada, los empleados solo llegaban los fines de semana para hacer lo que debían y el resto de la semana prefería estar sola, mi hogar era el descanso de mi trabajo, era donde podía relajarme así que prefería no tener a nadie alrededor, mire hacia abajo y solo entonces me cerciore de que abajo en el piso se encontraban dos sobres de color rosa, pensé que se trataban de algunas invitaciones para una fiesta por el color, pero me resulto extraño, mis amistades no solían dejar tarjetas abajo de las puertas mientras no estaba, si no que preferían dármelas siempre en persona, sin embargo las tome para leerlas dentro de la casa.
Cuando llegue al frente de la puerta de mi casa, saque las llaves e hicieron mucho ruido al chocar unas con otras, inserte la llave que correspondía en la cerradura y abrí la puerta, al estar dentro, me gire para cerrar de nuevo la puerta, luego recordé que tenía esos sobres, busque unas tijeras y abrí el primero, sonreí de oreja a oreja esperando una tarjeta con alguna invitación pero no fue así, inmediatamente la sonrisa se me borro de los labios, eran fotos de Dagan con otra mujer, la vista se me empaño enseguida, en una estaban cenando mientras tomaban champan, no podía distinguir la cara de la mujer, se encontraba de perfil y era difícil verle los rasgos, en la otra estaban besándose y en la otra Dagan dormía desnudo abrazando al cuerpo también desnudo de esa mujer desconocida, el rostro de Dagan estaba claro, pero el de ella, me resultaba imposible saber quien era, el cabello negro le caía en la cara, como si alguien se lo hubiese colocado así apropósito.
Me temblaban las manos y con gran dificultad abrí el otro sobre con mis manos, creí que eran más fotos, me equivoque, era una frase escrita en el pétalo grande de una rosa, no podía ver muy bien lo que decía pero logre leerlo.
La dulzura es aveces un dulzor a traición.
La respiración se me detuvo y tuve que ahogarme en las lagrimas que se acumulaban en mi rostro, me sentía herida con ganas de gritar y de romper cualquier cosa a mi paso que me resultara un obstáculo, no era justo que me estuviera pasando esto a mi, que la persona que amaba me estuviera lastimando de esa manera, arrugue aquellas cartas en mis manos, quería deshacerme de ellas, hacer como si nunca hubieran llegado a la entrada de mi puerta, pensar que todo era solamente una pesadilla, necesitaba mirar los ojos de Dagan que con su mirada dulce y cálida me tranquilizara, me susurrara y me gritara hasta que no pudiera más que nada era verdad que no me había traicionado.
Pero no era cierto, no servia de nada que me engañara, las pruebas estaban justo en mis manos hechas puño y esa era la verdad que mi corazón no podía ignorar, me coloque una mano en la boca para ahogar un grito, algo me estaba destruyendo, me consumía por dentro era demasiado rápido como un tren en las vías a una alta velocidad y no se detenía.
Fue en ese momento donde ya no pude contenerme, el muro que intente construir para detener el dolor se derrumbo, mi rostro era un río, una alcantarilla sucia y mojada por las lagrimas saladas que me sabían agrias, desde ese día no volvería a ser nunca la misma mujer, desde ese momento no podría volver amar con pureza y delicadeza, esa fue la vez cuando perdí la memoria del amor, olvide cuales eran los limites, perdí la noción de lo que era bueno, ignore la linea que indicaba el mal, ese día olvide como amar sin lastimar.
Me levante del suelo al sentir las rodillas entumecidas, no sabia cuanto tiempo llevaba arrodillada en aquel suelo frió, guarde aquellas cartas y las fotografías dobladas en una de las gavetas de uno de mis estantes en mi cuarto, las observe y la cerré con llave, las estaba guardando sin saber porque, no tenía intención de reclamarle a Dagan, no podía, por más que quería, pero necesitaba convencerme de que eso era real, de que no era producto de mi mente, y si necesitaba ver aquellas pruebas, para convencerme lo haría las veces que fueran necesarias, me pasee por el cuarto y puse la llave colgada detrás de uno de mis cuadros.
Me dirigui al baño, me mire al espejo, mis ojos estaba hinchados de tanto llorar, me estremecí al notar que ya no era la misma, mi rostro no era feliz, ya no lo volvería hacer nunca en mi vida, me arrepenti de no haber confrontado a Dagan el dia en que me entere de su engaño, solo de esa forma tal vez , hubiese podido salvarme.
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Amor de Adelfa
Teen FictionRaizel tiene todo lo que alguien podría desear, es una mujer exitosa, sobre todo innegablemente hermosa, con un maravilloso novio y está apunto de casarse; pero todo cambia, cuando por arte del destino se cruza con un atractivo hombre misterioso, de...