Capítulo X

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—¡Nathaly!—Ignoro—Por favor, hablame, ¿Qué te hice?

Lexa.

¿Por qué eres tan idiota?

Peleaba con mi subconsciente por nada.

Sí. Por nada.

Contraatacó.

Me detuve en seco para voltear y verle.

Ésta se detuvo a menos de 2 metros de distancia.

—Por favor dime que pasa.

—Pasa que eres una grandisima idiota, como se te ocurre hablar por teléfono con Rebecca la más chismosa de la facultad y decirle lo que te he contado y lo que haz visto de Michael, y los torpes tropiezos que hemos tenido y que aparte, hayas soltado la lengua de que Dean durmió en mi casa, lo cual ésa, "supuesta amiga" casi hace que mi relación se fuera por la mierda, por decir que engaño a Dean con Michael, lo cual no es así, porqué él y yo, no tratamos, nunca, y tú más que nadie lo sabe, no sé que clase de amiga eres, soy un maldito libro abierto donde todos han podido observar los putos choques, y mi relación de noviazgo con Dean, y si Dean me termina será todo tu maldita culpa—Agregue comillas y toda mala expresión, pause—Si te estoy ignorando, es porque estoy realmente molesta contigo, y no, no pretendas que nuestra amistad vuelva a ser lo mismo, si tan solo mi relación acabará, nuestra amistad también.
—Pero no fue tanto, ya eres una adulta, ¡vamos!—Dijo.
—Sí, soy una adulta, que conserva su presencia, y no que está en boca de todos, y menos, ¡Cogida por todo el campus!.

Exploté.

Me gire y camine tan rápido, podría jurar que en cada paso que daba chispas o fuego aparecían.

Llegué hasta el estacionamiento, abriendo el auto de mamá, el cuál me costó que me prestara, pero aquí iba, a moderada velocidad hasta la casa.

Ni siquiera sabia que estaba haciendo, iba a casa de Dean para arreglar las cosas con él, prácticamente terminamos, por un asqueroso chisme, ¿De verdad creyó en eso antes de creer en mi?

Deje el auto afuera y los guardias me dejaron pasar, llegué hasta la entrada, y toqué el timbre, una muchacha de servicio me atendió, a la cuál le pregunté por Dean, se disculpó un momento y fue a buscarlos, volvió diciendo que él no quería hablar conmigo y que me fuera, pero hice caso o miso a sus mandados y pasé como perro por su casa hasta llegar a un pequeño estudio en el cual él se encontraba.

—No quiero verte.
—Dean, escuchame, confía en mi, cree en mi.
—Nathaly, no sé qué creer.
—Dean, no soy persona de estar rogando...—Tragué fuerte—Pero me molesta dejar las cosas así por un chisme.
—Y a mi me molesta que no me hayas dicho qué quién casi te atropella es ese imbécil—Me sorprendí cuando dijo eso.
—Ni le reconocí.
—No lo sé, la gente dice muchas cosas, y fue, me ocultas unas cuantas.
—Jamas te he ocultado algo desde que estamos juntos, me conociste y viste en mi un aspecto muy jodido a lo normal, y vas a molestare y casi que dejarme por chismes y cosas estúpidas como esas, no te oculto nada, todo te lo cuento—Mis ojos ardían.

Dean hizo silencio, parece que no le importó lo que le dije, parece que no le importó como me encontraba.

—Está bien, ¡Me voy!, ¡Me voy y no me busques!, ¡Se acabó!.

Rompí en llanto y salí de ahí.

Me detuvo, por un momento mi corazón se alegró, me giró teniéndome en frente y me besó, me besó tan suave en forma de disculpa que acepté, segundos después, unió su frente con la mía y en sollozos y en un largo susurro dijo que era un idiota si me dejaba ir, quería a éste chico de verdad.

Imposible olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora