DIARIO DE ANOREXIA

2. Perdida en problemas.

Hacía ya dos semanas desde que vomité por primera vez adrede y la cosa no había cambiado nada. Me había acostrumbrado a hacerlo día a día y como nunca había nadie en casa hasta la noche, era fácil, aunque cuando sí había gente solo debía abrir el grifo para que no se oyera como vomitaba. Realmente parecía que estaba atada a aquel monstruo, y aunque creía que podía controlarlo, no era así, deboraba la comida y por arte de magia o si ella, en un abrir y cerrar de ojos ya estaba agarrada a aquel que era mi sufrimiento. 

Llevaba ya días que no sabía nada de mis amigas, ni quería. Tendría que contarles mis problemas y esto no era algo de lo que me sintiera orgullosa. Me dirían cosas como "Estás loca, no hagas eso. Está mal, para..." O, por el contrario, ni se inmutarían. El caso es que ellas no sabrían lo díficil que es todo esto.

Me sentía sola, y no creía en mi misma. Aunque esto fue algo que cambió, yo seguía vomitando cada día y aún me sentía fatal, cada vez peor, pero cambió. Había conocido a Matías, por una red social sí, pero a pesar de no conocerlo lo suficiente, era él quien lo sabía todo de mi, y confíaba más en él que en mí misma. Pero lo importante era que gracias a este chico, ya no me sentía tan sola, él intentaba que cambiara de ideas y dejara de hacer lo que hacía. Hablabamos día tras día, noche tras noche y cada vez quería más, era incapaz de sonreír si no era él quien me hacía la gracia. Era amor. Quizá. Y tenía miedo.

-Alicia. - me escribió

-Dime, Mati.

-Te quiero.

Ufff, me aterrorizaba la idea de querer. ¿Y si cuando me viera en persona ya no me quisiera?

-Yo también. - respondí - Pero tengo miedo.

-¿Miedo? ¿Miedo de qué, Ali?

-De que me veas y dejes de querer, porque si me odio yo, ¿por qué no ibas a odiarme tú? 

-Yo te quiero tal y como eres, así, perfecta.

Mentira, todo mentira.