2.- Ladrón de historias

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Yuuri durmió por el resto del día.

A la mañana siguiente despertó víctima de un terrible dolor de cabeza y sintiendo un inmenso vacío tanto en el estómago, debido que no había comido nada el día de ayer, como en el pecho.

Sólo por estar seguro, se contempló en el espejo y comprobó lo que ya sabía. Su carta seguía en blanco.

Tuvo que admitir que estaba agradecido por cómo se comportó su familia cuando les contó. No lo increparon con miles de cuestionamientos sobre algo que desconocía ni le dirigieron miradas cargadas de lástima. En lugar de eso, lo dejaron ser y le dieron su espacio, mostrándole su apoyo sin abrumarlo.

"Definitivamente se lo tomaron mejor que yo" reflexionó Yuuri. Y justamente por eso, no podía dejarlos botados.

Ya se había tomado un día libre imprevisto, con suerte la carga de trabajo no se les habría acumulado mucho. Sólo porque carecía de futuro, no significaba que desatendiera su presente.

Requirió armarse de valor para abandonar su habitación, deseando con todas fuerzas no volver a romper a llorar.

─ Oh, Yuuri...─su madre se le acercó no bien lo vio─. ¿Cómo te sientes?

En esta ocasión tuvo éxito y se mantuvo en relativa calma, un pequeño triunfo.

─ Creo que mejor ─respondió con sinceridad, incapaz de mentirle a su madre─. Me duele un poco la cabeza, pero no es nada serio.

─ ¿Seguro que no preferirías descansar un poco más?

─ No, ya fue suficiente descanso ─repuso, tratando de sonar lo más convencido posible─. El trabajo en la posada no se detendrá sólo porque... ─se interrumpió, temiendo que si completaba la frase, la tristeza lo traicionaría.

Hiroko se limitó a asentir, comprensiva.

─Bueno, si te sientes en condiciones, puedes ayudar a tu padre a hacer unas reparaciones en el tejado. Pero antes, ve a comer algo, anda.

Yuuri obedeció y se esforzó por seguir con su rutina diaria. Ayudó a arreglar algunas goteras, atendió el huerto y se encargó de preparar la comida para los huéspedes. Por un momento, llegó a pesar que en verdad, nada cambiaría. Quizás no tuviera una carta que le indicara que debía quedarse, pero tampoco una que le señalara que debía marcharse. Tal vez, sólo tal vez, todo pudiera continuar como siempre.

─Hubo un asesinato en el pueblo vecino.

Entonces la realidad se puso de manifiesto.

─Fue un ladrón de historias.

Yuuri soltó la bandeja con platos que sostenía y algunos se rompieron al estrellarse contra el suelo. Mari fue a ayudarlo a recogerlos. El grupo de personas que se encontraban conversando, sentados en torno una mesa, le dirigieron una rápida mirada cargada de extrañeza, pero pronto lo ignoraron, prefiriendo dedicar su atención a temas más interesantes.

─ ¿Qué pasó? ─preguntó una mujer y a pesar de su tono quedo, Yuuri pudo oírla a la perfección.

─ ¿Recuerdas el torneo de esgrima que iba a celebrarse en unos días? ─preguntó el narrador, un hombre y sus acompañantes asintieron─, vino un novato de otra ciudad para inscribirse, parece ser que fue impulsado por El Llamado. El campeón actual lo retó a un duelo de práctica...

─ Ah, sí ─ asintió otro hombre, más joven que el primero─. Llegué a verlo una vez, es un chico muy hábil.

─ Pues el novato lo venció y muy fácilmente ─explicó el narrador, obteniendo exclamaciones de asombro de parte de los demás─. Debió ser un shock muy fuerte. Un experimentado espadachín, derrotado por un principiante... Sin mencionar que al torneo asistirían enviados de algunos reyes y otras personas importantes. Supongo que el campeón debió darse cuenta de que iba a perder su título y la oportunidad de servir a algún monarca a favor del novato, así que lo...

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