Fue en una lluviosa tarde a abril cuando mire esas curvas rojizas que me cautivaron, la silueta de los labios de esa chica que clavo una esperanza en mi triste y moribundo corazón.
Estaba en la estación de autobuses cuando la mire llegar, se miraba un poco desorientada, paso justo por enfrente de mí, su mirada esta algo triste y toda ella empapada, la lluvia la tomó por sorpresa y no traía ni un abrigo, la observe por varios segundos ir y venir por toda la estación hasta que se quedó en un rincón lejano donde había poca gente, se sentó en el suelo y empezó a exprimir su cabello.
Tenía el impulso por acércame a ella, pero mi falsa de confianza y mis malas experiencias rondaban en mi cabeza, no quería parecer molesto, mucho menos un acosador, pero es que esa chica robo toda mi atención en el instante en que la mire, no podía dejar de mirarla, quizá para alguien más tenía un montón de defectos, pero para mí... para mí era la chica perfecta, a pesar de que aún no me armaba de valor para hablarle.
Se puso de pie y camino hacia donde estaba, pensé que se había dado cuenta de que la miraba insistentemente, pero no fue así, solo paso una vez más a un lado de mi sin decirme nada, pareciera que fuera invisible ante sus hermosos ojos, salió de la estación y no la mire más.
Pasaron 4 meses desde ese día y en verdad que no pude dejar de pensar en esa chica, tenía la esperanza de volverla a ver algún día, así que todos los días en la estación miraba a todas partes buscándola, pero nunca la encontraba, hasta ese día, por alguna razón ese día me recordó a la primera vez que la mire.
El cielo nublado desataba una gran tormenta sobre la ciudad, todas las personas que estaban en la estación miraban atravez de las ventanas como las calles parecían ríos, tenía sueño, pero no podía quedarme dormido en el suelo de la estación, así que solo me senté y me dispuse a escuchar música en mi celular, las salidas de los autobuses estaban detenidas por el mal tiempo, un grupo de personas entro a la estación todas mojadas, entre ellas una chica con abrigo negro y una mochila estilo maletín, de inmediato se quitó el gorro que cubría su cabeza y desabrocho su abrigo para quitárselo, no lo podía creer, era ella, la chica de la que me enamore hace 4 meses en cuanto la mire, pero lucia algo diferente, sus curvas rojizas ya no eran como las de esa vez, y su piel estaba más pálida, se dirigió a una esquina como la vez pasada y no se movió de ese lugar, la tenía casi justo enfrente de mí, pero del otro lado de la estación, miraba a todas partes, como si esperara a alguien o como si se estuviera escondiendo de alguien.
Me arme de valor y me dirigí hacia ella, estaba mirando atravez del cristal como caía la lluvia sobre los camiones que estaban estacionados esperando a que se reanudara el servicio, me senté a un lado de ella, no sabía que decir, ella volteo a mirar al intruso que invadía su espacio, me miro a los ojos y me dejo congelado un instante.
-ho…ola... – dije nervioso.
-hola- respondió inexpresivamente.
-estem… - no sabía que decir, no era bueno hablando con las chicas después de lo que paso por mi vida.
-¿puedo ayudar en algo?- preguntó arqueando levemente una ceja.
-lo que pasa es que te mire sola y algo nerviosa, me preguntaba si te pasa algo- por fin me anime a decir.
-¿Por qué te preocupas por una extraña?- pregunto fríamente.
-no eres una extraña… bueno… si… pero… ya te había visto antes, así que cuenta como si te conociera ¿no?- dije nervioso nuevamente
Ella solo arqueo una ceja y se giró nuevamente como si no existiera.
-… lo siento… no debí incomodarte- me puse de pie y me retire nuevamente a donde estaba sentado.
Solo quería ser amigable, amable y conversar un rato con ella para conocerla mejor, en verdad me gustaba esa desconocida chica, pero había una gran barrera entre nosotros… o más bien, entre cualquier otra persona que intentara acercársele.
Después de ese día la empecé a mirar más y más seguido por la estación, siempre estaba sola, no hablaba con las demás personas, nunca estaba acompañada, no se si no me miraba o solo fingía no hacerlo, a menudo la miraba triste, quería ir a abrazarla aunque ella no lo quisiera, pero el miedo al rechazo me lo impedía.
A lo lejos mire como un chavo se le acerco, ella no parecía muy contenta de verlo, se levantó y se retiró de ese lugar, pero esa persona la seguía insistentemente, la tomo por el brazo y la aló hacia él, todos miraban pero nadie hacia nada, me dirigí hacia donde estaban para alejar a esa persona tan molesta, pero antes de que llegara ella lo tomo por el brazo y lo lanzo por encima de ella haciéndolo caer de espalda “¡deja de molestarme!” le grito furiosa, me quede perplejo ante tal fuerza, todos empezaron a murmurar sobre ella, decían que una chica no debía hacer eso, que se miraba mal, pero más mal se miraban ellos al no hacer nada, ella se quedó de pie escuchando los murmullos hasta que no aguanto más y tomo sus cosas y salió corriendo de la estación pese a la lluvia, no podía quedarme ahí sin hacer nada, dejando como se iba, corrí tras ella y antes de que pudiera salir de la estación la tome por el brazo.
-¡te dije que me dejes…!- dijo al tiempo que se giraba dispuesta a golpearme pensando que era el otro sujeto, sus ojos estaban inundados – “¿tu?... ¿Por qué? – dijo sorprendida.
-porque no podía dejarte ir así…- dije angustiado – ve como estas, además esta cayendo un aguacero, no puedes irte así, te resfriaras.
- ¿y a ti que más te da lo que me pase?- dijo soltándose – preocúpate por ti mismo y no por alguien que no conoces.
- no te conozco porque no me dejas – dije inmediatamente, se sorprendió por lo que dije- ¿Por qué no me dejas conocerte?
- porque no te conviene- dijo poniendo una mano sobre la puerta para abrirla.
-como sabes lo que me conviene o no? Soy solo un desconocido- dije teniendo la puerta.
-solo déjame en paz y no te acerques a mí – dijo empujándome para salir corriendo.
En verdad era una chica misteriosa, pero eso fue lo que me cautivo, hacía años que no me interesaba en una chica de esa manera, estaba dispuesto a seguirla si no fuera por ese tipo que se me acerco.
-más te vale que dejes en paz a mi chica niño bonito- dijo empujándome y con tono de sarcasmo – ¡ella es mía! ¡Así que no te metas!.
Ese chico salió de la estación pero justo para la dirección contraria, ese día llegue alrededor de las 10:00 pm a mi casa por el mal clima, lo único que quería era comer un gran banquete y acostarme a dormir, pero sabía que no sea así, tenía que hacer lo que me restaba de tarea todavía, así que termine acostándome después de la 1:00 am.
Hoy teníamos un nuevo compañero en la clase, era taaaaaan emocionante, como contar frijoles en casa de la abuela, bueno, lo interesante vino cuando mire al nuevo alumno, que resultó ser nueva alumna, era una chica, ¿saben quién?, exacto!, era ella, la chica que se la pasaba alejándome, como de costumbre me ignoro, eso ya no se me hacía extraño, pero ahora mínimo sabia su nombre, el día no fue muy interesante y tampoco muy productivo, la mayoría de nuestros maestros faltaron por el mal clima, era el colmo, quieren paga pero no quieren trabajar, la mire de reojo y mire como todos estaban a su alrededor hablándole, preguntándole su nombre y cosas de esas, ella los ignoraba completamente, hasta que uno de mis compañeros la reconoció, la llamo “la loca de la estación” todos preguntaron el motivo y cuando les conto lo que le hizo a ese chico se alejaron de ella y luego echaron a reír, yo sabía que eso le afectaba de más, pero no entendía por que le tomaba tanta importancia, me canse de escucharlos reír y burlarse de ella.
ESTÁS LEYENDO
Relato de un hombre enamorado
Romanceun chico de preparatoria se enamora perdidamente de una peliroja que conoce de ocación en un lugar concurrido por muchas personas, este chico no la vuelve a ver hasta dentro de un tiempo y esta decidido a confesar lo que siente y sabes si esa chica...