Dos años después
Aún no podía creer que después de todo, volviera a estar de nuevo en Londres. Era increíble la rapidez con la que había pasando el tiempo. Al principio me costó, pero después todo fue sobre la marcha y conseguí adaptarme totalmente al nuevo ambiente, a la nueva vida que acababa de comenzar en Los Ángeles.
Hacía medio año que había cumplido los dieciocho y había conseguido sacarme los estudios primarios para ser estilista y maquilladora profesional. Ahora regresaba a mi lugar de nacimiento para poder desarrollarme totalmente en eso que tanto me gustaba hacer en una escuela de jóvenes artistas. Allí, según me habían informado, había de todo, desde peluqueras, hasta actrices, actores, cantantes y demás. Estaba emocionada.
Le apreté la mano con fuerza a Tom cuando estábamos a punto de salir del aeropuerto. Thomas era mi novio, llevábamos juntos poco más de dos meses, pero suficiente como para que me hubiera convencido para hacer realidad mi sueño inscribiendome en aquella escuela. Sonará a locura pero él es ocho años mayor que yo, es "mi jefe". Lo conocí haciendo prácticas como maquilladora en una empresa de modelos y se fijó en mí. Después de eso, yo me fijé en él y...Bueno, aquí estamos, juntos, en Londres. Volver a ver ésta magnífica ciudad era como una onda de adrenalina contra mi cuerpo.
-Es tan preciosa como la recordaba-Dije observando las calles y los rascacielos.
-Hacía tiempo que no estaba aquí-Comentó él-Vamos-Dijo después, tirando de mí para que entrara al taxi que nos esperaba.
En cuarenta minutos nos encontrábamos en Training Of Small And Big Future (TOSBF). Tom ya conocía el lugar y se encargaba de enseñarmelo. Era domingo y no había nadie por allí más que uno que otro profesor y la señora que se encargaba de la limpieza del lugar. Conocí las clases, el gimnasio, el teatro, lo salones de belleza donde comenzaría mis practicas y muchísimos sitios más. Aquel sitio era enorme y magnifico. Tenía un toque antiguo que le daba un aire más acogedor. Era un edificio monumental, con vidrieras en vez de ventanas y algunos muebles antiguos, sin embargo, tras más de veinte minutos andando, llegamos a una parte que no se parecía en nada a la anterior. Ésta era más nueva, muebles modernos, paredes más estilizadas con colores vivos, clases más amplias y ordenadas, papeles y anuncios por todas las paredes.
Un cartel que me llamó la atención: Lost Souls. "Our Heaven is just waiting". Primer single promocional de su álbum debut. Y una foto de la banda en la que... Tragué saliva. Daniel. Daniel estaba allí, en aquel poster. Acompañado de cuatro chicos más; Harry, Andrew, Ethan y Will. Los que dos años atrás fueron mis amigos.
Al volver a ver el rostro del que años atrás fue mi pareja, me hizo retroceder en el pasado. Recordé todo lo que había sucedido, cómo nos distanciamos dejando que todo fuera de mal en peor.
Cuando llegué a Los Ángeles, las primeras semanas, tenía demasiado contacto con Daniel. No podía dejar de llamarlo, de preguntarle si me extrañaba como yo lo extrañaba a él, que había pasado en clase, si había alguna novedad, como estaban los chicos y un montón de cosas más. Los siguientes dos meses, las llamadas se volvieron menos constantes, nos llamábamos, sí, pero no cada hora de cada día. Dos o tres veces a la semana y no más. Un mes más tarde, apenas hablábamos, cuando nos llamábamos, no sabíamos que decirnos, parecía que la distancia ya estaba perjudicando nuestra relación. Y así lo hizo tras cinco meses, todo desapareció; hubo un día en que las llamadas se terminaron y no volví a saber de él ni él volvió a saber de mí, así que quedé con la información suficiente para saber que Daniel estaba a punto de conseguir su sueño de ser cantante junto a los demás en una banda que habían formado y que todo estaba yendo bien o al menos, eso era lo que parecía, porque cuando me di cuenta de que había perdido su collar, no sentí casi nada, por no decir que ni recordé el día en que me lo dio.
La verdad es que exactamente no sé cómo desapareció. Yo estaba totalmente segura de que lo llevaba en el cuello cuando me llevé la mano hasta allí y no lo sentí, fue hace dos o tres meses, no más. Se suponía que ahí aún quería a Daniel, ya que aún llevaba su collar, pero llegó Tom y me enamoré de él. No tenía intención de quitarme el collar, nunca, a pesar de que mi amor por Daniel desapareciera, pero como si fuera cosa del destino, en cuanto comencé mi relación con Tom, el collar se esfumó de mi cuello. Es triste pero, ni siquiera traté de buscarlo.
Y ahora, sin ni siquiera haber pensado en él, me daba cuenta de que pronto volvería a verlo y tendría que darle una explicación. O quizás no. Daniel podía haberse olvidado de mí como yo lo había hecho con él y no iba a juzgar a nadie, así que, solo me quedaba esperar.
-Elizabeth, ¿Sigues aquí?-Me preguntó Tom viendo que me encontraba bastante embobada mirando el poster de Lost Souls .
-¿Eh?-Respondí confundida- Sí, sí.
-¿Qué te parecen?- Me preguntó.
-¿Quiénes? ¿Ellos?- Señalé el poster.
-Sí. Dicen que tienen mucho futuro, que son muy buenos.
-Ahm... Supongo que sí- Traté de sonreír- Fueron mis amigos mientras estuve viviendo aquí.
-¿Ah, sí?
-Ese de ahí-Señalé a Daniel- Fue... Fue mi novio-Dije algo avergonzada. Tom rió.
-¿En serio?
-Sí...- Contesté bajando la cabeza y comenzando a jugar con mis manos nerviosa, recordando.
-¿Y qué pasó?
-¿Qué?- Pregunté atónita, levantando la cabeza de golpe. Tom no podía hacerme volver a recordar. No quería contarle nada. Lo pasado, quedaba en el pasado.
-¿Qué pasó?- Volvió a repetir.
-Ah... Nada. Nos distanciamos y ahí acabo todo.
-Bueno- Se acercó a mí- Ahora me tienes a mí- Sonrió y me dio un beso yo sonreí como pude.
Volver a recordar a Daniel me había tomado por sorpresa, sabía que pronto volvería a verlo y tendría que arreglar cuentas con él, darle explicaciones y de más.
No sabía que pasaría después de eso pero mis sentimientos habían comenzado a enredarse nada más ver su imagen en la pared.
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Promesas Rotas
Fiksi RemajaNuestra historia fue muy bonita... Pero solo mientras duró. Después de más de seis meses de intensa relación me vi forzada a dejar a Daniel. El trabajo de mis padres los obligaba a mudarse a Los Ángeles, a la otra punta del mundo. Siempre el trabajo...