A las tres de la madrugada Max se fue con Lily, dejándome a mi solo con Emily.
No le voy a mentir, era una chica muy interesante y divertida, cuando estaba pasada de copas. No había sido difícil ponerla ebria porque no sabía tomar, ni controlarse.
Se reía por todo a tal punto de que se estaba volviendo insoportable, se me tiraba en sima (algo que no me molestaba) y no podía estar de pie. Al estar tambaleándose demasiado, la tome de la mano y la saque de la pista, ya que en el estado en el que estaba, podía caerse dentro de cualquier momento.
En Linekers, casi llegando al fondo había unos sillones muy bonitos donde te podías sentar. En aquel lugar casi nadie iba, y los pocos que estaban se estaban besando con alguna chica.
La obligue a sentarse ahí y luego, me senté a su lado.
-Creo que ya es hora de que pares de beber.-dije mientras le sacaba el vaso de vodka de las manos.-Dios, ahora veo por que no bebes nada.
Literalmente no sabía ni su maldito nombre, parecía otra persona.
-Debería odiarte, pero no puedo.-comenzó a balbucear.-Eres lindo.
Definitivamente me caía mejor ebria que sobria.
-¿Por qué me odiarías?-pregunté ya que dicen que los ebrios dicen la verdad, por lo menos que me de una respuesta de que debo cambiar.
-Eres igual al imbécil de mi padre.-dijo.-Cuando tenía tres años nos abandono, a mi madre y ami, por su otra familia, la de Taylor para ser mas exacta. Mi madre trabaja todo el día para alimentarme y pagar los libros que necesito en la escuela.
Por extrañas razones de la vida, comenzaba a sentir un poco de pena por ella.
-¿Por eso no sales de fiesta?-pregunte intrigado.
-No, en realidad no me gusta. Además tengo dos empleos como moza en una cafetería y por la noche, trabajo también de moza pero en un bar. Hoy es mi día libre.-respondió mientras se sentaba entre mis piernas y enterraba su cabeza en mi cuello.-Se que soy aburrida.
Sentía una extraña sensación en mi pecho al escuchar eso. Sentía mucha pena y no sabía porque ¿Qué me estaba pasando?
-No eres aburrida, solo quieres ayudar a tu madre.-respondí.-¿Por qué te esfuerzas tanto?
-Quiero terminar la preparatoria para comenzar a estudiar abogacía y así poder ayudar a mi madre a conseguir un mejor empleo.
Eso era tierno, muy tierno. Aquella sensación crecía aun mas.
¿Qué me estaba pasando?, ¿Por qué me sentía tan mal por lo que estaba pasando? ¿Tal vez porque me siento identificado en cierta forma? No lo se, pero solo quería quedarme así un rato mas.
Nunca me tomaba el tiempo de conocer a una chica, hasta ahora y a decir verdad me gusto bastante.
-Ven, te llevo a casa.-dije mientras la obligaba a levantarse.
Al instante de que se paró, se cayo en el sillón.
-Cárgame.-exijio como una niña pequeña
-Te cargare cuando estemos afuera, ahora levántate.-dije mientras le extendía la mano.
Emily tomo mi mano y la levante con mucho cuidado, pero quede muy cerca de ella, tanto que nuestras respiraciones se chocaban. Mire sus labios, esos malditos labios que me moría de ganas de besarlos. Iba hacerlo, pero un cretino me interrumpió.
-Robert cuanto tiempo sin verte.-dijo aquel tipo.
Alex Clifford era un chico que desgraciadamente iba a mi clase. Éramos compañeros, pero solo porque le hable una vez ya pensaba que era mi amigo.
-Veo que ya cayo otra.-dijo mirando a Emily.
Literalmente con la mirada la estaba desnudando. ¿En serio yo era así? Dios, viéndolo de otra persona me parece asqueroso.
Emily me miro con algo de asco, estaba ebria pero aun era consiente de que estaba conmigo, el chico mas mujeriego de todo el colegio.
Ella me dio un leve empujón y se fue, dejándome solo con este estúpido.
Salí a buscarla, en el estado en el que estaba le podía pasar cualquier cosa y su mejor amiga me mataría.
Pero mientras caminaba directo a la salida, me dio la impresión de ver a Sam en la barra. No podía ser cierto, pero ahora que lo pienso tenía sentido porque él quería a Betty.
Mañana me va a escuchar, pero ahora me debo preocupar por Emily.
Salí de la discoteca y la vi caminando a una cuadra. Dios esta mujer estaba completamente loca.
Corrí hacia ella y la tome del brazo.
-¡Suéltame! ¡No soy otra de tus jueguitos!
Definitivamente era consciente de que estaba conmigo.
-Estas ebria Emily, no podes estar así en la calle a las cuatro de la mañana ¡Te puede pasar algo!-respondí.
-¡Puedo ir a casa sola!
No la iba a dejar así en la calle, así que la cargue en sima de mis hombros. Me daba pequeños golpes en la espalda, pero estaba tan ebria que no tenía fuerza.
La senté en Betty y note que tenía los ojos repletos de lagrimas.
-Mira cariño, sobre lo que dijo Alex...-me interrumpió.
-Quiero irme a casa.-dijo mientras lloraba.
Ahora si me sentía la peor persona en la fase de la maldita tierra. No me interesaba de que una mujer llorará en frente mío, pero con ella era distinto.
-Si sirve de consuelo, la pase mejor contigo que con cualquier otra chica.-respondí mientras secaba sus lagrimas.
Ella se quedo callada, podría besarla pero seria aprovecharme de la situación y probablemente me golpearía o Lily saldría a hacerlo por ella.
Subí a Betty y conduje directamente hasta su casa, mientras de vez en cuando le hablaba para mantenerla despierta.
Al llegar la acompañe hasta su habitación, ya que no podía mantenerse en pie.
No mintió cuando dijo que su madre vivía trabajando, no había nadie en aquella casa.
La deje en su cama y le quiete aquellos zapatos que se veían súper incómodos.
Antes de irme, le di un beso en la frente.
Mientras iba camino a mi casa me quede pensando en todo lo que había pasado en unas pocas horas. Pero sobre todo en porque Sam estaba en aquella discoteca ¿No era que me quería ayudar en esto? ¿O solo era una de sus actuaciones?.
No olvides darle estrellita si te gusto el capítulo
Bye

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Desequilibrio
Teen FictionRobert McKinnon era un chico bastante alto, de 1,75 aproximadamente. Tenía el cabello color negro, con unos hermosísimos ojos color miel,rasgos bien definidos. Tenía una personalidad fuerte y frío, o al menos era así con las personas que no conocía...