- Lady Madeline, la cena está servida - dijo en respetuoso tono el mayordomo de la casa haciendo una reverencia con una mano atrás y el otro brazo doblado en frente, manteniendo un pañuelo bordado en este.
- iré en un rato - respondió fastidiada y fría la chica que se encontraba dibujando, sin prestar mucho interés en lo que el decía
- M'Lady, la cena se enfriará - insistió el hombre mayor, tratando de no molestarla, manteniendo un tono bajo y actitud ligeramente temerosa ante el carácter de la contraria
- ¡Diles que esperen! - exclamó enfadada Madeline, golpeando su mesa con el puño y haciendo caer varios lápices y restos de estos, vio el desastre, soltó un largo suspiro y se volvió a sentar con la mirada baja - iré en un momento ¿Si?
- claro, señorita - hizo nuevamente una reverencia de despedida, antes de salir de la habitación;
Madeline siguió delineando su boceto con molestia, la punta de su lápiz se quebró ante uno de los bruscos trazos, ella gruñó y tomo el sacapuntas automático, cuando volvieron a golpear su puertaMarie-Noellë Badeaux entro ahora a la habitación con evidente preocupación en su rostro, se sentó en su cama y tomo del hombro a su hija, viéndola con ojos tristes
- Madeline, querida ¿Ocurre algo? Últimamente no has bajado a cenar, y pareces más distante - dijo la mujer en tono comprensivo, asomando una dulce sonrisa maternal, pero la menor solo apartó su mano moviendo el hombro, y alejó su silla mientras metía el lápiz a la ranura del sacapuntas, la expresión cálida de su madre se borró de inmediato.
- estoy bien mamá ¿si? - rodó los ojos hastiada, sacó de nuevo el lápiz y siguió dibujando indiferente
- hija - trató de indagar, pero fue interrumpida por la impetuosa joven
- ¡Solo vete, estoy bien! - levantó la voz con hastío para luego hacerle una seña indicándole que salga de su habitación - ¡¿Qué parte no entiendes?!La madre se levantó de la cama decepcionada, suspiró dejando caer su mirada llena de frustración y salió de la habitación a paso lento
- ¡Asegúrate de cerrar la puerta antes de salir! - exclamó con irrespeto la dibujante poniendo punto final a la conversación
Una vez sola gruñó nuevamente, siguió con su dibujo, haciendo continuas líneas suaves, recreando lo que parecía ser una forma bípeda humanoide, de robustos y largos brazos, para luego extender desde su espalda una cola reptiliana enorme, que se enroscaba a su alrededor con soltura dando aspecto serpentino, prosiguió a detallar las manos, delgadas y huesudas, largas, acabadas en uñas largas y lisas, las manos, aparte, presentaban marcadas venas en el dorso, continuó a describir el pecho, lleno de pelos, con músculos marcados y anchas venas recorriendo por lugares totalmente aleatorios, y algunas manchas de colores, sus piernas, en cambio, se hacían delgadas, esqueléticas, acabadas en punta, parecidas a las patas de una araña, estaba por especificar el rostro cuando un rasguño en el vidrio la irrumpió, parecía algo afilado siendo pasado por el cristal, dirigió su mirada a la ventana con desconcierto, después de todo, ella habitaba el tercer piso de la mansión, no había nada más que el radiante día asomándose, agudizó el oído y se dió cuenta de que el sonido, en verdad, provenía de detrás de ella, específicamente en su espejo ovalado, temblando, se giró lentamente hacía este y un escalofrío recorrió su espina dorsal, viendo un profundo rasguño sobre la superficie, se acercó con nerviosismo y lentitud y rozó la faz con la punta de sus dedos, para luego soltar un alarido de horror, el corte no estaba hecho por fuera, pero así se veía, como si en realidad fuese una ventana, y el daño estuviese hecho desde el otro lado, se apartó espantada mientras su madre nuevamente acudía a la puerta
- ¿Madeline? - entró rápidamente, para hallarla pálida, sollozando bajo y tiritando en shock, la mayor se acercó rápidamente y sacudió su hombro, mientras la menor, como por instinto, se lanzó a abrazarla con fuerza ocultando su rostro en su cálido pecho, mientras rompía en llanto, tal repentino cambio en el humor de la adolescente podría haber sido parte de la fase por la que estaba pasando, pero, en vez de parecer natural, la dueña de casa vió frente a sus ojos el espejo resquebrajarse, varias grietas se formaron en su superficie, y se sacudía como si algo desde el otro lado le estuviese dando puñetazos
La anciana por instinto abrazó la cabeza de su hija y la movió rápidamente hacia el lado, alejándola de la superficie reflectora