La hora de la verdad

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Me miré reflectada en el espejo. Llevaba unas bambas, unos jeans negros y una camiseta de los Ramones que era de Alex. Después cogí mi móvil, me lo puse en el bolsillo y salí de casa. Tenía cinco minutos para llegar a casa de Matt. Llegaba tarde. Empecé a correr por las calles del pueblo. Finalmente llegué, pique al timbre y antes de que me pudiera dar la espalda la puerta se abro.

-          Hola…

-          Lo siento Matt pero… yo, yo… yo no…

-          ¡Oh, no! ¡Se me rompe el corazón! –Dijo de forma exagerada y entre risas.

-          ¿Qué?

-          ¡Era broma!

-          Mala persona... No he podido dormir por culpa de tu bromita pesada… ¿Tu hermana también estaba en la broma verdad?

-          Ella era otra víctima. Le dije que me gustabas.

-          ¡No hace gracia!

-          Venga, no te enfades mujer…

-          Tengo razones para enfadarme. –Dije poniéndome de morros.

Entonces este me cogió del brazo y empezamos a caminar hacia delante. Durante el camino hacia el cine estuvimos hablando de cosas  salteada. Sin darnos cuenta nos adentramos dentro de un enorme edificio. El centro comercial. Subimos las escaleras hasta la segunda planta, entramos en el cine y nos pusimos en la cola de las bebidas. Todo estaba a rebosar de gente. Nadie se quería perder al gran Di Caprio en 3D. Mientras nos perdíamos entre el agobio de gente mí móvil sonó:

-          ¿Diga?

-          Danielle. – Contestó una voz temblorosa.

-          ¿Alex? ¿Qué te pasa?

-          Ven corriendo a casa.

-          ¿Qué ha pasado?

-          Ven por favor…

-          Voy.

Miré a Matt el cual había escuchado toda la conversación. Este asintió con la cabeza.

El corazón se me aceleraba por momentos, el sudor recorría mi cara y mi cuerpo esquivaba cualquier obstáculo que pudiese haber en la calle. Mi objetivo era llegar cuanto antes a casa de Alex. Tenía miedo, Mucho miedo. Me temía lo peor. Miré hacia mi lado. Matt también estaba con la cara empapada de sudor. Aunque nunca lo aceptara, en el fondo apreciaba muchísimo a Alex.  A lo lejos pude ver la silueta de Alex cosa que hizo que corriera todavía más. Después. Pare delante de él y observé a su alrededor. Una maleta me llamó la atención.

-          ¿Dónde te vas? – Pregunte aun recuperando el aire.

-          Me han apuntado a una academia militar. No volveré hasta verano.

-          No… No quiero que te vayas…

-           Yo tampoco quiero irme. Es ese idiota al cual tengo que llamar padre…

Lo abracé. No sabía que decir. No podía hablar. Solo me caía una lágrima. Este se acercó a mi oído y susurrando dijo:

-          Te quiero.

Quede paralizada. Sabía exactamente a que se refería con eso. Sabía que no era una estúpida broma como la de Matt. Sus ojos lo demostraban, decía la verdad.

La estúpida sociedad que nos separaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora