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Llevaba casi tres meses viviendo en la pequeña casa ubicada en el centro de la ciudad. Era de las últimas que quedaba de ese estilo tan rústico y humilde, pero siendo estudiante universitario, no podía costear algo más lujoso. De todas formas, funcionaba para él. Tres meses en los que se había concentrado en deambular por los cuartos principales sin notar la pequeña abertura en el techo al final del pasillo que daba a su cuarto. No era como que el tiempo le alcanzara para registrar cada rincón del pequeño lugar, pero un día, le dio por ordenar un poco, siendo esa pequeña abertura la que llamó su atención apenas logró visualizarla. Su sorpresa fue mayor cuando notó una pequeña escalera descender de lo que parecía ser un ático. Ceñudo, subió las escaleras con el trapo del aseo entre sus manos.

Cajas y más cajas apiladas y vacías. No era sorprendente pues le habían dicho que podría encontrar ese tipo de basura por los rincones, considerando la antigüedad de la casa y la falta de habitantes en los últimos tres años. Suspiró sabiendo que podría usar el lugar como un espacio extra para guardar sus cosas o quizás, usarlo con otro fin. Un cuarto más o un lugar para hacer lo que le apasionaba sonaban buenas opciones, por lo que no dudó en emprender la limpieza profunda en la estancia.

Su reloj de pulsera mostraba que eran cerca de las nueve cuando había acabado con más de la mitad de las cosas. Estaba por decidir seguir al día siguiente, cuando una pequeña libreta bajo una torre de cajas llamó su atención. El trapo mugriento pasó a segundo plano cuando tomó la desgastada libreta. No tenía ningún distintivo más que un broche de cuero bastante gastado y el borde con hojas amarillentas. Definitivamente el aseo podría esperar.

Una ducha y un café más tarde, estaba en su cama, tocando los bordes del extraño objeto. Odiaba su curiosidad algunas veces por que le llevaba a hacer cosas como las que estaba a punto de realizar. Sus dedos temblaban de ansiedad cuando soltó el broche y el polvo saltó en su rostro. Tosió un poco y rió por ser tan descuidado. Cuando se recuperó del primer susto, tocó con la yema de sus dedos las letras marcadas en tinta negra sobre la primera página del libro.

"Diario personal de Min YoonGi"

Cuando su reloj sonó anunciando las once de la noche, dio vuelta a la página y se dispuso a pasear la vista por las primeras líneas. ¿Qué malo podría ocurrir si le echaba un vistazo?

Save Me-YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora