El círculo.

54 1 2
                                    

El viento me daba de frente mientras patinaba más y más rápido. Estaba con tanta energía adentro que no entendía si era furia, tristeza o confusión. Ir a la casa de mi madre me ponía así. Papá me había dado plata para tomarme un omnibus al salir de clase ya que era 4 barrios más lejos de casa, pero yo preferí ir en el skate así tenía más tiempo de pensar mientras andaba por las calles. A mi costado pasaban los autos y más allá estaba el mar.

-Bueno...y...ya empezaste las clases, verdad?- me preguntó mi madre con un desinteres que nisiquiera se molestó en disimular.

Le respondí mientras me sentaba en la mesa de la cocina. Era una casa de mierda. Siempre había ropa tirada, platos sin lavar, y olor a cigarro y mugre. Todo allí era una decadencia. Mamá puso un plato de fideos recalentados delante de mi. La observé mientras se volvía a buscar un vaso de agua. Estaba vestida con una bata y unas pantuflas, y con la tinta mal hecha. No recordaba la última vez que la había visto descentemente. Me pregunté si por lo menos se pondría ropa para ir al super, pero viniendo de ella no me sorprendería que no lo hiciera. Se sentó y comimos juntas en un gigante silencio.

Luego prendió la tele y puso una novela de esas colombianas que pasan en la tarde, intentó explicarmela para que yo la entendiera pero la verdad que no me interesaba. Lo único que me interesaba era irme. Me quedé sentada allí mirando la pantalla mientras mi mente viajaba hasta la época en la que ella me quería y cuidaba de mi, era como si hubiera sido hace siglos atrás...

Mi reflexión se vió interrumpida cuando sentí el ruido de las llaves y vi a Eduardo, el novio de mamá, entrando por la puerta. Me saludò con un beso un poco brusco y atropellado, como si estuviera apurado, y de hecho sí lo estaba porque luego le dijo a mamá:

-Me surgió un trabajo nuevo miamor, salgamos a festejar!

Creo que me faltó mencionar que festejar significaba ir al casino a derrochar dinero. Se pasaban gran parte del día ahí, sobre todo cuando Eduardo conseguía nuevos trabajos (nunca supe de qué trabajaba ni quiero saberlo) y perdían tanto dinero que cuando caían en la cuenta de que no habían ganado nada se iban a cualquier boliche a emborracharse. Siempre igual. Mamá me miró con una cara incómoda, claro que yo no podía ir si soy menor. Y de haber podido tampoco hubiera ido, al menos no con ellos. Les dije que salieran, que no importaba, y les inventé que me iba a servir estar un rato sola para hacer los deberes. Entonces se fueron y aproveché para lavarles los platos y arreglar un poco la casa, aunque luego razoné que iban a volver tan borrachos que daba igual que yo arreglase todo porque igual lo volverían a poner patas para arriba, asi que agarré mis cosas, cerré la puerta y me fui.

Me subí al skate y decidí ir por un camino nuevo. Me metí por cualquier lugar sin prestar mucha atención y cuando me di cuenta la calle había llegado a su fin. Enfrente mío estaba el cementerio. A mi izquierda había casas y a mi derecha había pasto, arbustos y árboles que no me permitían ver qué habia del otro lado. Había un pequeño camino un poco inclinado hacia abajo, y supuse que debía estar en un punto alto de la ciudad, y que si seguía recto por allí saldría a alguna calle muy próxima a la rambla. Entonces comencé a caminar y a los pocos metros salí a un claro. Que lugar más raro, pensé. Era un espacio circular solo con pasto bastante grande, como de 3 cuadras, y en el medio había una calle de hormigón pero empezaba y terminaba allí, no venía de ningún lado ni llevaba a ningún otro. Al lado de esta calle, en la mitad, había un árbol bastante grande con un montón de ramas. Enfrente mio, exactamente en el punto contrario del lugar, había unas rocas gigantes. Deduje que detrás de eso tendría que haber una calle, y me dispuse a atravesar todo el circulo. Llegué a la mitad, crucé la calle y cuando estaba pasando por al lado del árbol me di cuenta que había un chico sentado allí. Me paré en seco mirandolo, el lugar era tan silencioso que nunca se me pasó por la cabeza la remota posibilidad de que fuera a haber alguien. Hizo una mueca alzando las cejas y me di cuenta que estaba observandolo como una estúpida.

-Perdón, yo no...

-Tu no conocías este lugar y te sorprendió verme acá- me interrumpió como si leyera mi mente.

Tenía lentes, el pelo oscuro, un libro en su mano y un skate a su lado.

- Andas en skate?- dijo mostrando interés.

-Si... Estaba andando y terminé en el cementerio y se me ocurrió cruzar esa especie de bosque. Y nose donde estoy ahora.

-Este es "el círculo". De día nadie viene, como podrás ver hay una calle de una sola cuadra que a nadie le gusta para andar en el skate porque del otro lado de las rocas, al lado del mar, hay una pista. Pero todos los viernes de noche se hacen fiestas. Es como que un lugar secreto.

-Ya veo...

-Y yo veo que no sos de muchas palabras. Cómo te llamas?

-Ema.

-Nicolás, un gusto. Nunca habías escuchado hablar de estas fiestas, Ema?

-No...- si nunca en mi vida había salido de noche nisiquiera a los bailes que van mis compañeros de clase, como se suponía que iba a conocer estas fiestas que parecían ser en un lugar totalmente aislado? Pensé.

Me siguió preguntando cosas y al final opté por sentarme. Me daba igual haberlo conocido recién y estar en un lugar desierto, al fin y al cabo había sido simpático conmigo y nunca nadie me trataba así. En el liceo no me molestaban pero tampoco me hablaban. Allí yo era totalmente invisible, en cambio él me había notado, y eso me produjo confianza. Tuvimos una charla muy larga. Le dije a qué liceo iba y no muchas cosas más, porque a decir verdad no había nada mio que valiera la pena contar. Nicolás habló mucho más, me explicó que estaba en 6to de liceo y que venía al circulo muy seguido, de día para despejarse o estudiar, o simplemente pasar el rato, y de noche a las fiestas. Dijo que eran geniales, que la gente era divertida y que se había hecho muchos amigos. Alfinal me dijo que le había caído muy bien y nos intercambianos los celulares, luego nos saludamos y partí de regreso a casa con una sonriza en el rostro.

El círculo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora