Al día siguiente me levanté antes de que el despertador sonara y fui a mi habitación a apagarlo cuando terminé de desayunar. No sonaba tan irritante como cuando me despertaba con ese sonido.
Cuando terminé de arreglarme bajé a esperar a Ash. Como la mañana estaba espléndida y no tenía ganas de estar dentro de casa sabiendo que podía tener algún que otro encuentro con mi padre, decidí sentarme fuera, en el porche.
Aún era temprano, Ash tardaría en llegar, pero no me importaba.
Mirando a los coches que iban de arriba hacia abajo y las personas que iban y venían, vi a Luke sobre un monopatín yendo, seguramente, hacia el instituto.
Me miró y por unos instantes dudé en si debía saludarlo o no. Él sonrió y levantó la mano, yo hice un simple gesto con la cabeza. Ninguna sonrisa. Ninguna palabra.
Me costaba averiguar cómo debía comportarme hacia Luke.
Verdaderamente sí que sabía que era lo que debía hacer, lo correcto, lo que no sabía era si ponerlo en práctica o no y...
No, definitivamente no lo pondría en práctica. No iba a tirar por la borda mi reputación en el instituto solo por hacer lo correcto.
Aunque por otra parte sentaba bien hablar con alguien como él. Pensaréis que es extraño, ya que cada encuentro que hemos tenido ha sido algo conflictivo, pero es precisamente por eso. ¿Qué tiene de interesante y fascinante que todos te den la razón y nunca se atrevan a llevarte la contraria?... nada. Es aburrido. Siempre la misma historia. Y eso era lo que, para mí, le hacía interesante. Realmente tenía ganas de conocerlo más, tenía ganas de saber hasta que punto podría llegar esto de ir a contracorriente, qué pasaría si por una vez en mi vida no me preocupara por lo que los demás dicen, sino en lo que yo digo.
El coche de Ash se estacionó frente a mi casa y bajó su ventanilla.
-Oiga, ¿conoce a una tal Charlotte Roberts?-Me preguntó.
Me reí.
-Creo que... no, no me suena.-Le dije.
-Qué pena... Tengo una sorpresa para ella y voy a tener que dejarlo para otro día...-Se encogió de hombros y cerró la ventanilla del coche.
Me levanté y corriendo me acerqué a la puerta del copiloto para montarme.
-¿Una sorpresa? ¿Qué sorpresa?-Le pregunté entusiasmada.
-Mmm...-Se quedó pensativo.-¡Ahora!-Gritó mirando al espejo retrovisor y así tener vista a los asientos de atrás.
-¡BUH!-Calum salió de los asientos de detrás dándome un susto de infarto.
Me sobresalté y choqué la parte de atrás de mi cabeza con la ventanilla.
-¡Sois unos imbéciles!-Grité frotándome la cabeza.
Ellos dos se reían sin parar.
-Vaya sorpresa...-Me quejé.
-Aún no te hemos dicho la sorpresa.-Dijo Calum.
-Ahh... que lo del susto era por simple diversión...
-Venga, Charlie, n...-Calum empezó a decir algo, pero lo corté.
-Tú calla, que parece que últimamente te empeñas en querer matarme de un infarto.-Dije antes de dejar escapar una leve carcajada.
Se quedaron callados por un momento.
-Chicos... ¡la sorpresa!-Les recordé.
-Ahh, sí...-Dijeron al unísono, lo que provocó que nos riéramos.