Bajé las escaleras rápidamente hasta el salón, el ruido provenía de allí. Pude encontrar a mi padre sentado en el sofá, su respiración agitada, serio y con los brazos cruzados. Por otra parte, mi madre, lágrimas resbalando por sus mejillas y una de sus manos cubriendo un lado de su cara.
-¡Eres un imbécil!-Gritó mi madre derrochando la poca energía que le quedaba.
Las lágrimas seguían bajando por sus mejillas. Ninguno se había percatado de mi presencia aún.
-Déjame.-Dijo mi padre manteniendo su postura.
Mi madre se sacó el teléfono del bolsillo y se lo tiró con todas sus fuerzas.
-¿Pero qué esta pasando?-Entré mirando al frente y me tropecé con la maleta de mi padre. Supuse que habría llegado de su viaje de empresa.
Me fui hacia mi madre y miré la marca que había en su pómulo. Era roja y un poco oscura, aunque no tardaría en ponerse negra.
-¿Qué es esto?-Pregunté asustada.
Mi padre se levantó y se fue del salón sin decirme una palabra.
Abracé a mi madre que seguía llorando. Después de unos segundos escuché el portazo de la habitación de mis padres. Decidida, me solté del abrazo de consolación que le daba a mi madre y subí.
-¿Se puede saber qué haces?-Le pregunté enfada a mi padre después de abrir bruscamente la puerta.
Ayer mi madre también estuvo sufriendo, seguramente por culpa de él, y no iba a permitir que esto siguiera adelante.
-Déjame.-Dijo en voz baja tirado sobre la cama.
-No.
-¡He dicho que me dejes!-Gritó.
-¡No tienes derecho a hacerle daño! ¡No puedes hacer eso!-Le grité de vuelta.
-¡Hago lo que me da la gana!
-¡Está bien! ¡Pues en ese caso yo también haré lo que me dé la gana!-Cerré de un portazo e hice lo mismo encerrándome en mi habitación.
Estaba furiosa. Quería romper algo, abofetear a alguien. A mi padre. Pensaba en lo que había hecho y me repugnaba.
Pensando en mi furia, sin darme cuenta, poco a poco me quedé dormida.
* * *
A la mañana siguiente sonó mi irritante despertador para avisarme de que era hora de levantarse.
Lo apagué y me volví a dormir, no iba a ir al instituto, no quería ir al instituto.
A partir de ahora iba a hacer lo que yo quisiera.
Escuché el timbre, eran las 12:30, no sabía quién podía ser así que me puse una sudadera floja y bajé.
-Ashton.-Me tiré a sus brazos y lo abracé. Las lágrimas empezaron a correr por mis mejillas.
-¿Charlie qué te pasa? ¿Por qué no has venido a clase?- Dijo en tono preocupado aún abrazándome.
-Pasa.- Me separé de él y nos sentamos los dos en el sofá. Él hizo un gesto para que me acurrucara a su lado.
-¿Me vas a decir ya que te pasa?-
-Mis padres han peleado y mi madre tiene una marca en el pómulo.- Dije entre suspiros.
-¿Y por eso has faltado? ¡Todos los padres discuten Charlie!-
-Ashton, mi padre ha agredido a mi madre.- Me levanté medio enfadada ya que no me comprendía.